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Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

jueves, 31 de marzo de 2011

Mucho amor para el primogénito


Para ayudarlo a aceptar al recién llegado, debemos actuar con tacto. No es necesario llegar al extremo de una lectora que nos contó que retaba al recién nacido mientras le cambiaba los pañales para no dar celos al mayor. Tampoco debemos fingir que no queremos al bebé. El más grande debe entender, y hay que decírselo, que tenemos amor suficiente para los dos. Es absurdo comportarse como si el afecto no alcanzase para todos.

No obstante, si vemos que al mayor le afecta mucho presenciar cómo se da el pecho al pequeño, podemos ser discretos y evitar que presencie ese contacto tan íntimo. Pero a lo mejor le agrada, y entonces podemos dejar que participe de ese momento.

No debemos jugar a la escondida para impedir que vea que también queremos y cuidamos al pequeño. Hay madres a las que el malestar del mayor las hace sentirse culpables, y eso a veces tiene el efecto de reforzar dicho malestar. Si nos mostramos como "descubiertos en falta", el niño puede pensar que, después de todo, tiene razón para enojarse con nosotros.


Los padres deben sentirse seguros
Al contrario, sin dejar de reconocer y comprender la crisis por la que pasa, tenemos que mostrarnos seguros y confiados, dándole muestras de que lo queremos como siempre y que no tiene nada que temer.

Podemos implicarlo en la relación y pedirle que, como es "tan grande", nos alcance la toalla y el talco, y darle las gracias efusivamente. Ser útil lo hará sentirse orgulloso y lo ayudará mucho. En todas las ocasiones posibles, debemos alabar las ventajas de ser el mayor: jugar, correr, andar en triciclo... Otras veces, en cambio, nuestro primogénito querrá volver a ser chiquito y acurrucarse en nuestros brazos, y no siempre en el momento más oportuno. No nos lo quitemos de encima: por el contrario permitámosle sentirse otra vez 'nuestro bebé".

No es extraño que., después de la llegada del hermano, el mayor tenga algún retroceso en su desarrollo: mojar la cama, hablar como un bebé... No hay que alarmarse ni retarlo, sino comprender que se trata de una manifestación normal de los sentimientos que está experimentando.

Si los padres sabemos conducir con tacto esta delicada etapa, el primogénito saldrá reforzado de la inevitable crisis, más asentado y maduro para afrontar los sucesivos retos que implica crecer.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Dificultades de lecto-escritura


Para estudiar, el escolar cuenta con dos herramientas básicas la lectura y la escritura. Sin ellas, el aprendizaje es imposible. El niño debe comprender lo que lee y escribe y tener cierta fluidez para asimilar nuevos contenidos. Numerosas investigaciones confirman que un bajo nivel en este campo influye en el fracaso escolar.

Las bases deben sentarse ya en los primeros años. Su aprendizaje no puede limitarse a descifrar el código de nuestro lenguaje escrito y reproducirlo. Debemos, ante todo, procurar que comprenda el mensaje y que se sienta motivado a leer cada vez más y mejor. Para eso viene muy bien que, desde chiquito, se lo anime a descubrir las historias fantásticas que esconden las letras de los cuentos. Así despertaremos su curiosidad.

A veces existe un problema más serio, como la dislexia. El niño invierte sílabas, omite letras o cambia unas por otras, su ritmo de lectura es muy lento y, en general, rechaza todo lo escrito. Estas alteraciones requieren la ayuda de un especialista.

lunes, 28 de marzo de 2011

Precauciones para el nacimiento de un hermano

De ser posible, no enviemos al niño esos días afuera de su casa, como se hace a menudo, ya que puede vivirlo como un destierro que confirma sus temores. En su hogar es donde se siente mejor y es mejor que venga la persona que lo cuidará esos días, ya que ahora, más que nunca, necesita un lugar donde sentirse seguro. Volver a casa después de una ausencia y encontrarse con "el otro" no es una buena manera de empezar las relaciones.


Asimismo es bueno que el niño concurra a la clínica y participe del acontecimiento familiar (por supuesto que eso no implica asistir al parto). Pero, será un modo de involucrarlo en el suceso y de demostrarle que él sigue siendo importante.

Esos días deberá sufrir también la ausencia de su papá. Debemos explicarle los motivos de todo eso. Pero, mientras mamá esté hospitalizada, el papá tiene que aprovechar la ocasión para estrechar su contacto con el pequeño y mostrarle su inmenso cariño y apoyo.

Un momento primordial es el de la vuelta a casa. Resulta fundamental mostrarle la alegría que nos produce estar juntos otra vez y escuchar con atención cuando nos cuente qué ha hecho en nuestra ausencia.

domingo, 27 de marzo de 2011

Desmotivación escolar


Si el niño no está motivado para aprender, su actitud no es favorable y no disfruta con cada nuevo conocimiento que tiene entre manos, difícilmente conseguirá un buen rendimiento escolar. Esta tarea comienza en casa, transmitiéndole amor hacia todo lo académico y haciendo de su tarea un reto interesante. Cuando los objetivos están muy alejados de su competencia, provocan frustración, desinterés y, finalmente, llega el abandono.


A veces, ocurre lo contrario. Le ofrecemos tareas ya sabidas que, como no lo motivan, le provocan aburrimiento (muchos niños superdotados fracasan justo por esto).

También es importante que él mismo se marque una meta, pero no con el objetivo de quedar bien o con miedo a fracasar, sino con el afán de superar su propia capacidad.

sábado, 26 de marzo de 2011

Cuidado con los celos por la llegada del bebé


Cuidado con lo que dicen las visitas

Hay que evitar a toda costa comentarios desafortunados de los parientes y visitas, como "ya te queda poco tiempo de ser el rey de la casa", comentarios que, podemos estar seguros, no serán buenos para la criatura y no lo pondrán de muy buen ánimo para recibir al hermanito que va a venir. Además, debemos explicarle que el nuevo integrante lo va a querer muchísimo y que él podrá cuidarlo y protegerlo. Pero no debemos exagerar ni pintarlo todo de color rosa, porque así evitaremos decepciones.

El primogénito tendrá que pasar inevitablemente por momentos difíciles, así que tampoco conviene prometer cuadros idílicos ni de beatífica armonía.

Pero, eso sí, debemos tener especial cuidado en hacer sentir a nuestro hijo en estos meses lo mucho que lo queremos, lo especial que es para nosotros y que ni nuestro cariño por él ni su posición en la casa van a verse amenazados por las circunstancias que se avecinan. Este es el mejor modo de ayudarlo con sus preocupaciones y de que las cosas sean más fáciles después del nacimiento del bebé.

Cuando el parto esté ya muy cerca, debemos asegurarle al pequeño que mamá no se irá al hospital sin avisarle: así evitaremos posibles trastornos del sueño. Incluso, si el imprevisto se presenta durante la noche, hay que despertarlo para despedirse de él.

jueves, 24 de marzo de 2011

Problemas de lenguaje


El lenguaje es fundamental en el desarrollo humano, ya que es clave en la estructuración del pensamiento, y las dificultades pueden influir en las capacidades cognitivas. Desde bebés, hay que hablar mucho con nuestros hijos, ofreciéndoles un modelo claro y correcto que, poco a poco, por medio de la imitación irán haciendo suyo.

Una de las alteraciones más frecuentes es la disfemia (tartamudez). Se detecta a partir de los siete años. Antes de esa edad, algunos niños tartamudean, pero puede deberse a una simple cuestión evolutiva que, probablemente, desaparecerá con el tiempo. Sólo si los síntomas persisten, conviene ponerse en manos de un especialista.

Por desgracia, el tartamudeo influye en el rendimiento escolar si no se le da un tratamiento adecuado, ya que genera mucha inseguridad en quien lo padece, sobre todo en situaciones de grupo como las que se dan en el colegio, haciendo que el niño se inhiba. Es fundamental que estos niños crezcan en un ambiente relajado y no se los interrumpa nunca para corregirlos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Prepararse para la llegada de un hermano


Y desde ese mismo momento debemos prepararnos para los celos. No hay cosa más natural, y no debe tomarnos desprevenidos. Algunos padres, al no saber que los celos se presentan siempre e inevitablemente, tienen terribles sentimientos de culpa o incluso dudan en darle a su primogénito el disgusto de darle un hermanito.

Pero no hay que asustarse. Lo extraño sería que los celos del mayor no se presentasen. Aunque pensemos que tener un hermanito debería alegrarlo, pongámonos en su caso. El hasta ahora rey de la casa ve amenazado su disfrute exclusivo de los mimos y atenciones de toda la familia. Un usurpador está al acecho.

La situación para él es muy parecida, e igual de grave y amenazadora, que la que sufre un rey cuando ve peligrar su trono, o un amante que va a ser desplazado por un rival. La cosa no es, por lo tanto, para tomarla en broma.


¿Qué podemos hacer? En estos meses previos al parto hay que informarle con claridad lo que ocurrirá y contestar a sus preguntas. Conviene también interesarlo en el arreglo de la habitación y en el ajuar del futuro bebé. Si vamos a usar objetos que han sido suyos, no le digamos que ya no lo son. Y, por supuesto, no le quitemos nada que sea actualmente suyo para destinarlo al que va a venir. Será conveniente dejarlo tomar parte en alguna decisión sobre los preparativos. Así le damos la oportunidad de involucrarse y de sentirse importante.

martes, 22 de marzo de 2011

El comienzo de las clases


Cuando al comenzar el año, Sebastián llevó a casa su primera mala nota, se armó un buen revuelo. Aunque los padres no querían atormentarlo, no podían dejar de preguntarse el motivo: que si no habrá hecho los deberes, que si la relación con la maestra no será del todo adecuada, si no será que no ha adquirido un hábito o que le está fallando su técnica de estudio.

Llegaron incluso a preguntarse si no tendría la suficiente capacidad para comprender lo que se le enseña y realizar las tareas que le exigen. Después de muchos interrogantes y unos cuantos tanteos, salió a la luz el verdadero culpable: desde hacía tiempo, un problema auditivo le impedía escuchar con claridad a la maestra y le provocaba cierta falta de atención.

Casos como el de Sebastián ocurren a diario en las aulas. Por eso, ante los primeros síntomas de que algo no anda bien, es preciso ver qué está pasando, para buscar la solución rápido y no dejar que el problema se haga mayor.

Si bien no hay que descartar ninguna de las posibles causas que barajaron los padres de Sebastián, existen otros factores que quizá no estén tan claramente a la vista, y que pueden ser determinantes en el fracaso escolar si no se está alerta, trataremos estos problemas en las siguientes publicaciones.

lunes, 21 de marzo de 2011

Celos ante la llegada de un hermanito


Hace unos días que Diego está más mimoso que de costumbre. No se aparta de la pollera de mamá y hasta ha reclamado otra vez el chupete que ya había abandonado.

¿Qué le pasa? Muy sencillo: mamá está esperando un bebé. Todavía no le han dicho nada, pero él tiene una fina antena que le indica que se acerca algo que cambiará su vida. Los niños suelen mostrar su inquietud incluso cuando el hermanito se encuentra todavía en la panza de mamá, y esa inquietud puede aparecer antes de comunicarle el suceso que se avecina.

Si el pequeño tiene sólo tres o cuatro años, no hay que decírselo demasiado pronto, pero tampoco demasiado tarde. Conviene prepararlo mostrándole que otros niños tienen hermanos y poniéndolo en contacto con gente que esté en este caso. En el quinto mes, cuando el embarazo ya es evidente, podemos darle la noticia. Y debemos adelantarnos si sospechamos que alguien se nos puede anticipar.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Qué hacer cuando se pierden los chicos


Uno de los grandes temores de los padres es que los niños se pierdan en lugares públicos o en grandes negocios. Para evitar sustos es recomendable tomar algunas precauciones y sobre todo no perder la calma.

Trate de que sus niños siempre lleven algún tipo de identificación. Puede utilizar medallas, cintas en las muñecas o tiras cosidas en la ropa en las que figurarán nombre y teléfono. Si se olvida de todos estos recursos, guarde en los bolsillos de las prendas de los niños un papelito con esta misma información y tenga siempre en la cartera una fotografía reciente de ellos.

Lo más importante es que sus hijos sepan qué hacer cuando se pierdan. Explíqueles que siempre deben pedir ayuda a agentes de policía, personal de seguridad o guardavidas. Muéstrele que estas personas usan gorra, uniforme o tienen silbatos para que puedan identificarlos ante una emergencia. Si son más grandes, acuerden encontrarse en algún lugar específico como la puerta de un local.

Además, recuérdeles que si se pierden en un lugar cerrado usted irá a buscarlos y por ningún motivo deben salir a la calle. Si a pesar de haber tomado estas precauciones alguno de sus hijos se aleja en un descuido, no se desespere y, una vez que lo haya ubicado, haga del reencuentro una experiencia feliz.

lunes, 14 de marzo de 2011

Problemas escolares, un llamado de atención


Suena el despertador y todas las mañanas se reiteran las mismas escenas. El joven manifiesta no oírlo, se levanta tarde, y cada vez inventa una excusa diferente. No quiere y no puede ir a estudiar, situación que implica un llamado de atención de envergadura mayor y que tiene que alertarlos, dado que está expresando problemas serios que demandan una ayuda Las motivaciones que provocan el rechazo a la escolaridad y que se manifiestan con un bajo desempeño y hasta con e abandono de sus estudios, deviene de factores difíciles de explicar.

Algunas veces aparecen ante la inminencia de una crisis; por ejemplo, el divorcio de sus padres o la pérdida de un ser querido, una mudanza, etc. Porque sienten temor de no poder responder a las expectativas, a lo mejor demasiado exigentes de sus padres.

Pero esta falta de voluntad hacia la escuela también puede hacer su entrada cuando reclama un lugar en su grupo familiar pues cree -fantasía o no-, que las preferencias se centran en uno de sus hermanos y no en él. O para mortificar a sus padres, como un sutil reproche que intenta darles a entender que tiene dificultades para hablar con ellos. Un buen comienzo de solución sería el que acudan a la consulta con un terapeuta especializado, además de apersonarse a la escuela, en busca de una adecuada orientación. Seguramente, al tiempo se vislumbrarán cambios positivos en el rendimiento escolar.

Podríamos seguir enumerando diferentes problemas que hacen compleja (y hasta diría incómoda) la convivencia con los adolescentes. La sugerencia útil que les proponemos es que traten de detectar los momentos más viables y adecuados para escucharlos y también aquellas situaciones donde es preciso cortar una discusión con un enérgico y simple "no". Los padres tienen el deber de guiar y controlar las conductas psicosociales de sus hijos, pero también deben ayudarlos a desprenderse de ellos para que aprendan a ejercer solos distintas funciones que les posibiliten crecer y madurar.

sábado, 12 de marzo de 2011

¿MI HIJO NECESITA IR AL OCULISTA?



La mayoría de los problemas visuales que tienen los niños se detectan cuando comienzan a ir al jardín de infantes o la escuela y se enfrentan a textos escritos o dibujados. Sin embargo, hay algunas señales que los padres pueden comenzar a notar desde mucho antes. Si su hijo presenta alguno de estos síntomas, deberá consultar rápidamente a un profesional.

Observe si el niño adelanta la cabeza al resto del cuerpo o si la inclina hacia los costados cuando escribe o dibuja.

También deberá tener en cuenta si necesita acercar los libros a los ojos y si sigue con el dedo o con el lápiz las letras de un texto. Otro de los síntomas es que se saltee letras al leer o escribir. Fíjese si comete muchos errores cuando copia algún texto.

El parpadeo excesivo, se halle o no frente a una luz intensa; frotarse con frecuencia los ojos, enrojecimiento o lagrimeo, picazón o ardor, también pueden ser signo de alguna dificultad en la visión.

Preste atención si su hijo le comenta que tiene frecuentes dolores de cabeza, mareos, náuseas o si se queja porque ve doble o borroso.

Además, controle si el niño frunce el entrecejo o entrecierra los párpados para poder ver mejor o si padece orzuelos muy seguido.

jueves, 10 de marzo de 2011

Los niños olvidan las cosas



Constanza vuelve del colegio con una nota de la maestra dando cuenta de que hoy, nuevamente, olvidó llevar a clase nada más y nada menos que el libro con el que debía trabajar. Sus padres se lo habían recordado la noche anterior, la mochila había quedado preparada, y sin embargo...

Diego, por su parte, ha pasado toda la tarde en casa buscando y recortando fotos de torres, catedrales y castillos, ilusionado con la propuesta de su maestra de hacer un mural en la escuela al día siguiente. Antes de acostarse, todo ha quedado cuidadosamente preparado dentro de una carpeta. A la mañana siguiente, Diego se va al colegio y la carpeta se queda en casa. Exactamente en el mismo lugar en el cual él la puso para no olvidarla.

Belén está contentísima. Va a pasar el fin de semana en una granja escuela con sus compañeros de clase. En la secretaría han dado un papel a todos los niños para que sus padres firmen la autorización necesaria. Menos a ella, que ese día tuvo que ir al médico. Su madre, le pide que lo reclame pero no hace caso, el papel no llega.

¿Dónde tienen la cabeza estos hijos nuestros? ¿En qué están pensando para olvidar cosas tan sencillas e incluso tan directamente ligadas a sus intereses como éstas?


Sin duda, los inexplicables despistes de los niños pueden tener su origen en las causas más variadas:

• Timidez o vergüenza: Nuestros hijos ya no son bebes. Pero tampoco son adultos y ellos conocen muy bien la distancia que hay entre ambos mundos. Aunque los mayores hace rato que han dejado de aparecer ante sus ojos como seres omnipotentes, todavía son los que mandan y los que tienen la razón. Y si un adulto razonable debía haber dado a nuestra hija un determinado papel y no lo ha hecho (como en el caso de Belén), ¿cómo va a ir ella a pedírselo?

Es probable que no se atreva a hacerlo. Aunque la nena sea desenvuelta en las relaciones con sus iguales o la familia, relacionarse con los mayores que representan la autoridad, quizás no le sea tan fácil y antes de hacerlo prefiere "olvidar" el encargo.

• Presión del grupo: En ocasiones, a nuestro hijo le conviene "olvidar" ciertas cosas. Este tipo de olvidos suele ser más frecuente cuando tiene que ver con sus relaciones de amistad dentro del grupo, tan importante para él, y ante el que debe mantener su prestigio. Si nuestro hijo ha quedado con otro chico para jugar un partido de fútbol, cómo va a decirle que no puede porque tiene que hacer deberes o mandados. Casualmente se le olvida lo que debía hacer y se va a jugar tan tranquilo.

• Rebeldía: No es tampoco difícil que los intereses de nuestros hijos se opongan radicalmente a los nuestros. Por ejemplo, si les pedimos que recuerden que deben tomar un horrible jarabe, que no se olviden de que el martes hay que ir al médico para ponerse la vacuna, que tengan presente que estamos citados con la maestra para revisar los exámenes, que no se comprometan con ningún amigo el domingo pues vamos de visita a casa de la tía Beatriz... no esperemos milagros. Sus olvidos serán una forma de rebelarse contra todas esas cosas que les parecen desagradables y que les son impuestas.

• Cruce de intereses: Constanza, la niña de nuestro primer ejemplo, prepara su mochila cada noche con buena intención, pero de pronto, tras meter las pinturas, se cruza con el nuevo vestido de la muñeca que ha prometido llevar al colé para enseñar a su amiga Bibiana. Resultado: en el "cruce de caminos", el vestido de la muñeca llega al colegio y su libro de trabajo se queda en casa.

• Despiste total: Hay niños por lo general muy creativos, polifacéticos, que tienen tanto que imaginar, tanto que pensar y tanto que sentir, que no r es difícil que un detalle tan banal" como recordar que la toalla de baño mojada no se deja sobre la cama (se lo hemos dicho mil veces), se les olvide. Son despistados empedernidos y lidiar con ellos supone hacer acopio de paciencia.


Cada caso necesita atención y comprensión por nuestra parte, además de una charla seria y clara sobre sus "crisis de amnesia". En ocasiones cuando las palabras no convencen, habrá que buscar alguna estrategia para que el niño logre entender que en la cabeza también hay sitio para recordar, por ejemplo, dónde se deja la toalla.

Tratemos de no alterarnos demasiado, de repasar con el desmemoriado lo que tiene que hacer y de no agobiarlo con encargos excesivos que no conseguirá recordar. También podemos regalarle una bonita y divertida agenda que lo hará sentirse importante y, a lo mejor, sirve para algo más.

Tampoco nos vendría mal hacer un sincero examen de conciencia y preguntarnos si nosotros no somos tan olvidadizos como ellos. A lo mejor, lo que tanto nos enoja de su conducta es lo que no nos atrevemos a admitir respecto de la nuestra. Quién sabe... a lo mejor-han salido un poco a nosotros.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Padres de adolescentes


"Yo, a tu edad...
...trabajaba, estudiaba y nunca me llevaba materias..." El latiguillo pega con insistencia en los oídos adolescentes. Y es tan pertinaz como inútil. Porque el momento que le tocó vivir a ese papá fue otro: lejano y diferente, muy diferente. La libertad de los jóvenes se fue incrementando cada vez más, y la permisividad paterna también. Pero cuando los hijos llegan a este tramo los padres reviven su propia adolescencia y se tientan a hacer comparaciones y a proponerse como modelos. Sin embargo, los tiempos son otros, y la historia personal también.

La poca responsabilidad del muchacho o la chica frente al estudio, la mentira que significa salir de casa con el aparente fin de ir a la escuela, mientras el verdadero destino es otro, puede ser una respuesta a sus padres; una forma de atacarlos en el lugar que más les duele.

Esta actitud es muy común en chicos con papas fríos, distantes, que privilegian lo intelectual sobre lo afectivo. O que depositan en sus hijos expectativas intelectuales que no son más que las propias. Y a las que los adolescentes se oponen y desobedecen.

También es la forma elegida por el chico para "castigar" a un padre demasiado estricto, que no le permite expresarse y pedirle más libertad.

Cuando los adultos evocan su edad dorada destacan la rigurosidad con que fueron criados pero borran la rebeldía, la búsqueda de su propia identidad. A ellos les pasaba lo mismo que les pasa hoy a sus hijos, aunque lo expresaran de otro modo. Esa necesidad de diferenciarse de mamá y papá forma parte del desarrollo adolescente y encuentra distintas vías para manifestarse. La rebeldía puede llevarlos a "hacerse la rata", o a salidas mucho más autodestructivas, como la violencia, las patotas, la drogadicción. Eso dependerá del tipo de acompañamiento que tengan en este proceso de individualización: con comprensión, con afecto, o con castigos.

Lo primero que sienten los padres al enterarse de que su hijo les ha mentido son ganas de tomar medidas drásticas con él. Pero ni la total represión ni la permisividad completa son positivas en estos casos. Hay que tratar de encontrar el equilibrio, difícil pero no imposible. Y el diálogo, indispensable, permanente, aunque les cueste a unos y a otros. La charla amable dará la pista más segura, la que lleve a la razón auténtica de una o muchas "ratas". Y una vez localizada será más fácil solucionar lo que no anda bien en el chico o en los padres.

lunes, 7 de marzo de 2011

En el colegio se aburren


No es ninguna novedad que el sistema educativo actual, con sus programas desactualizados, no cautiva especialmente a los adolescentes. Son muy pocas las materias que les atraen. Muchos de los contenidos de la enseñanza media están tan desvinculados de la realidad que los niños se preguntan más de una vez para qué les sirve estudiar ciertas cosas.

La escuela se transforma para muchos jóvenes en una pesada obligación que deben cumplir para alcanzar un diploma al cabo de cinco años. En algunos, el verdadero interés está en la carrera universitaria que van a seguir después; en otros, la meta es terminar quinto año para empezar a trabajar, y en una gran mayoría la ausencia de proyectos es lo único destacable.

Y mientras tanto... quedan los últimos años del nivel medio, con sus nueve meses, sus cinco días a la semana, sus cinco horas diarias, para asistir a un lugar que francamente les aburre. La "rata" se les ofrece así como un evasión tentadora a la que unos cuantos no se resisten.

Por otra parte, hay padres muy ocupados que delegan todas las responsabilidades en la escuela y se desentienden totalmente del asunto. Como sólo se limitan a firmar el boletín de calificaciones, la noticia de la "rata" les cae como un balde de agua fría. El acercamiento a la escuela tiene que ser más frecuente, sin esperar la citación. Ellos deben estar al tanto de todo lo vinculado con su hijo: conducta, llegadas tarde, inasistencias, relación con los profesores y preceptores, rendimiento.

También es cierto que en este período los muchachos y las chicas están muy absorbidos por la problemática sexual, y les cuesta dirigir sus impulsos hacia los estudios. No es raro entonces el desdén por cualquier tarea intelectual, que suele traducirse en inasistencias desconocidas por la familia.

domingo, 6 de marzo de 2011

Cuando se escapan del colegio



Hay "rabonas" y "rabonas". Algunas son ocasionales e ingenuas; otras, reiteradas y más conflictivas. Todas merecen la atención y el control de padres y profesores.

-Papá, tenes que firmarme la reincorporación.
-Pero, ¿cómo?, ¿faltaste quince días?

Sí, fueron quince certeros y rotundos días los ausentes. Así lo testimonia el papel que el adolescente exhibe temeroso a su padre. La sorpresa inicial va seguida generalmente de una pregunta cargada ya de bronca: "¿Y dónde estuviste?". Porque mamá y papá se acuerdan bien del día que todos se quedaron dormidos y tuvo que faltar, de alguno más por la gripe, de la mañana que fue a sacarse la cédula, de uno o dos días de lluvia... ¿Y el resto?

Según los casos, los padres se enfrentan con un hecho intuido y la sorpresa entonces no es tal, o con una noticia inesperada que los angustia. No sólo están frente al hijo que no cumplió con su obligación de concurrir a clase, sino también ante la incógnita de saber qué hizo en esas horas. Para ellos hay dos transgresiones, y quizá la segunda les pese más.

Este tema no se presta para generalizar: hay "rabonas" y "rabonas". Algunas son ocasionales, otras muy frecuentes. Están los chicos que faltan sólo para salvarse de una prueba o de una lección, y los que usan ese tiempo para reunirse con sus amigos en un café, escuchar música, salir con una chica o un muchachito, o simplemente vagabundear sin rumbo.

Y también hay jóvenes que quieren probar y se "ratean" para no ser menos que sus compañeros -más acostumbrados a estas aventuras- y conseguir así su aceptación. Por lo general, estos chicos no pueden disfrutar mucho de esas horas libres, y se sienten culpables. Están incómodos, tensos, no saben bien qué hacer. Lo más probable es que terminen contándoles la "hazaña" a sus padres, o hagan algo para ser descubiertos.

Pero en cualquier caso es importante conocer cuál es la relación de cada adolescente con su familia y el control que los padres tienen de las actividades de su hijo. Sólo así se descubrirá el verdadero motivo de la falta.

sábado, 5 de marzo de 2011

El rol de los padres


El aporte de algunos al cuidado de sus hijos sigue obteniendo un aprobado "por los pelos", aunque una buena parte de este grupo tan dispar trate de superar prejuicios absurdos. Desgraciadamente, el camino a recorrer es todavía muy largo porque, salvo tareas menores o casos de verdadera urgencia, la comparación entre ciertos maridos y mujeres a la hora de arrimar el hombro continúa siendo odiosamente desigual: ellos se preocupan y llaman a casa para preguntar cómo se encuentra el pequeño enfermo, pero casi siempre son ellas quienes tienen que faltar al trabajo para quedarse atendiéndolo.

Ellos se encargan de comprar sus pañales, saben preparar la mamadera y cambiarlos... siempre que sea de día; de noche, suelen ser ellas quienes se levantan para calmar su llanto. Pero como su colaboración continúa sin ser la norma, se ve como algo excepcional: todo el mundo alabará "que él ayude a su mujer"en el cuidado de los hijos, como si fuera un favor y no una obligación. Así llegan a creerse que cooperan una barbaridad. Pero lo cierto, salvando las debidas excepciones, es que ellos presumen de los hijos, mientras ellas los cuidan.

jueves, 3 de marzo de 2011

La ayuda de los padres


¿Ayudar? Según y cómo

Porque muchas veces, cuando los hombres deciden compartir, resuelven también en qué terreno o en qué actividad concreta participan. La imagen del padre de familia que "cocina los domingos" es muy reveladora. Lo habitual es ayudar en labores temporales, que ocupan un tiempo muy determinado y que se olvidan una vez realizadas, cuando no exclusivamente en las que se hacen "por hobby".

Pero la educación y el cuidado de un hijo es una tarea que exige estar continuamente pendiente y a veces ellos declaran "no tener tiempo". Dicen que les resulta difícil compatibilizarlo con su carrera profesional y, sin embargo, miles de mujeres lo hacen aparentemente sin excesivo esfuerzo.

La causa primoridal de este comportamiento está en la educación recibida. Desde muy chicos asumimos que las mujeres son mejores en este terreno -de hecho, lo aprenden desde niñas jugando con muñecas-. El padre mejor intencionado guarda esto en su inconsciente.

Pero también las madres. Diana, de 32 años, confiesa que prefiere evitar la "ayuda" de su marido: "No puedo soportar verlo dar de comer a nuestra hija. Pone todo hecho un desastre y siempre acabo diciendo 'deja sigo yo'. Cuando él se empeña en vestirla, tengo que hacerlo yo otra vez. De no ser así, la pobre iría horrible". Algo que acaba dando lugar a un curioso mecanismo de "incompetencia asumida", que convierte la incapacidad inicial en una excusa para la despreocupación.

Al tercer "y esto, ¿cómo dices que se hace?", surge el inevitable "deja, yo me ocupo", lo cual, por supuesto, sienta un precedente. Al tratarse de un comportamiento inconsciente, son muchos los padres que creen -y así lo declaran- estar colaborando más de lo que realmente lo hacen. Su contribución, comparada con la de la mujer, suele ser mínima y. además, siempre asesorado o "vigilado" por ella.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Los hijos son de los dos



Sea por la educación recibida o por el exceso de celo materno, todavía son muchos los padres que no asumen su parte en el cuidado de los hijos.


Fabián compartía conmigo todas las tareas de la casa sin ningún problema... hasta que tuvimos un hijo. Ahora parece incapaz de hacer las cosas más simples en relación con su cuidado" (Lucía, 29 años).

La abundancia de este tipo de testimonios, sobre todo cuando se trata de matrimonios jóvenes, es sorprendente, y eso que la mentalidad que consideraba vergonzoso para el padre adoptar cualquier actitud "maternal" parece desterrada entre los actuales papas, y ver a un hombre empujando un cochecito o con un bebé en brazos es algo que ya no llama la atención a nadie.

Los maridos de hoy colaboran en las labores domésticas mucho más de lo que lo hicieron sus padres. Entre otros motivos, porque en muchos casos ya no son ellos los únicos que realizan otro trabajo; aunque el tiempo disponible no sea un factor importante en este asunto. Es en las tareas cotidianas relacionadas con los hijos donde los hombres se muestran más reacios a "hacer su parte". Eso es al menos lo que aseguran las estadísticas.