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Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

lunes, 14 de febrero de 2011

Los padres y el hermano mayor


Es importante revisar nuestra conducta, porque puede ocurrir que, sin darnos cuenta, seamos nosotros los que estemos presentando al nene o a la nena más grandes como "padre" o "madre" de los menores. Es posible que nos tentemos y en algún momento nos salga un "mira y aprende de tu hermano mayor...".

Si alguna vez estamos a punto de hacerlo, reflexionemos un ratito y no digamos nada; de lo contrario, podemos llegar a generar una distancia insalvable entre nuestros hijos.

sábado, 12 de febrero de 2011

Hermano mayor de distinto sexo


Anteriormente hemos descrito situaciones con hermanos del mismo sexo. La cuestión es más complicada cuando el sexo del (o la) mayor es distinto del de los hermanos que siguen. En estos casos, puede aparecer el boicot y los padres solemos encontrarnos ante una batalla campal donde todos discuten los derechos de todos.


Así, el espacio de la casa se verá surcado de dichos como los siguientes: "¡Qué metido...!. Mira, se la da de grande...". "Quién te crees que sos...", por citar sólo algunos. Momentos en que habrá que inspirar profundo, ya que por más que gritemos "alto el fuego". todo será inútil. No debemos olvidar que tenemos una sola vida y es importante que la cuidemos, sobre todo porque hay que seguir educándolos.


También es conveniente recordar que el tiempo hace milagros y, si las cosas se hicieron bien, pasados unos años (no muchos), los niños descubrirán que se aman profundamente y que se necesitan muchísimo. Mientras tanto, no nos queda más que aprender de la sabiduría china, en la que la paciencia aparece como la madre de otras virtudes.

viernes, 11 de febrero de 2011

El hermano mayor como ídolo


En ciertas ocasiones el hermano más grande intenta pasar lo más inadvertido posible para poder hacer su vida. No se presenta como modelo de nada y son sus hermanos los que le adjudican toda clase de poderes maravillosos y deseables.

Lo que hacen es proyectar en él todos sus incipientes deseos de libertad, crecimiento y cambio, y por eso lo entronizan como modelo. En el caso de las niñas, se peinarán y maquillarán como su hermana mayor; intentarán usar su ropa y hasta adoptarán su estilo. En tanto los varones emplearán la jerga, el look y demás hierbas del "hombre de la casa".

miércoles, 9 de febrero de 2011

El hermano mayor como modelo


Cuando en la familia hay un hermano mayor (de 15 ó 16 años) y los que le siguen son preadolescentes, el más grande suele terminar siendo el "padre" o la "madre" de los otros. Esta situación puede tener que ver con dos circunstancias que suelen repetirse con frecuencia: que él se ofrezca como modelo o que sea tomado como tal.

Nuestro hijo adolescente está grande, muy grande, y siente que en los últimos tres o cuatro años ha aprendido "todo" y mucho más. Por eso, cada vez que les hacemos una observación a sus hermanos más niños, nos mira como diciendo: "De dónde sacaste eso... Por favor...". Entonces, uno no sabe si realmente debe hacer las valijas y dejar el lugar que con mucho costo ocupaba o pegar cuatro gritos y mandarlos a todos a "limpiarse los mocos...", como decían nuestros padres.

Sucede que nuestro hijo mayor está creciendo y alista tropa para librar la propia guerra. Por su parte, los más niños, fascinados por el liderazgo de su hermano, lo convierten en modelo, amo y señor, y aprovechan a jugar su propia batalla de "emancipación anticipada".

martes, 8 de febrero de 2011

Economia familiar


Por supuesto que son los padres los encargados de administrar el presupuesto, pero con los hijos mayores sería deseable cierta transparencia en las finanzas. De este modo, si hace falta, podrán ser solidarios.

Además, no es lo mismo prescindir de caprichos porque los padres no pueden pagarlos, que pensar que son unos tacaños. En el caso de los pequeños basta con que tengan una idea general.

domingo, 6 de febrero de 2011

Un diálogo fluido


Pero tanto en la política como en la familia la democracia tiene sus límites. Por ejemplo, en asuntos de libertad personal. Al igual que el hijo no pide permiso a la hora de elegir a sus amigos, los padres no pueden exponer al criterio de los hijos asuntos de su incumbencia exclusiva, como una separación o una mudanza. Pero, en ambos casos, todos tienen derecho a ser informados. Los secretos familiares son nefastos para los niños. Aunque no puedan cambiar nada, al menos sentirán que se los tiene en cuenta.

En una familia democrática nadie debería sentirse perdedor. Dedicar horas a discutir problemas familiares con los hijos puede asustar a algunos padres porque, en principio, mandar es más rápido que dialogar, pero sólo a corto plazo: los padres que optan por dar órdenes pierden mucho tiempo, y nervios, en repetir, recordar, retar y controlar.

Además, no todos los problemas requieren una reunión familiar; también podemos dejar que los hermanos acuerden soluciones para sus propios conflictos.

sábado, 5 de febrero de 2011

Decisiones en familia


A partir de los cinco años da buenos resultados resolver los conflictos en asambleas familiares, que pueden convocarse tanto regularmente como a petición de uno de los miembros de la familia. No hay nada que no pueda ser discutido: la hija menor se queja de que su hermano ocupa demasiado tiempo el cuarto de baño, la madre pide más ayuda en la casa, el adolescente quiere llegar más tarde...

Pero, para que la asamblea familiar sea efectiva, es imprescindible que se respeten ciertas reglas:

No hay que acusar a nadie, sino plantear el problema en primera persona: "Cuando después de jugar quiero lavarme las manos, el baño está casi siempre ocupado...".

Una vez identificado el problema, todos deben proponer soluciones alternativas.

Se elige la mejor y se decide cómo ponerla en práctica. Es conveniente acordar un plazo para ver si funciona.

En la primera asamblea familiar, es mejor empezar con un problema presentado por uno de los hijos. Así los pequeños verán que este método puede aportarles beneficios.

jueves, 3 de febrero de 2011

Escuchar a un niño pequeño


Pero, cuando se trata de asuntos más serios, conviene indagar con mayor profundidad. No es posible plantearle a un niño la elección de si quiere acostarse o no, comer o no, ir a la guardería o no. Entonces, hay que investigar por qué el pequeño aborrece la guardería o por qué no quiere acostarse. Por asombroso que parezca, los niños que se sienten tomados en serio son capaces de llegar a auténticos acuerdos.

El pedagogo norteamericano Thomas Gordon denomina "escucha efectiva" a la investigación de estas razones infantiles. Para ilustrar el proceso, describe el caso de una nena de cuatro años que cada mañana remolonea para vestirse.

La madre comienza el diálogo: "Tengo un problema: todas las mañanas debo vestirte yo, y así no me queda tiempo para preparar el desayuno". "Es que no quiero ir a la guardería", responde la pequeña. "¿Por eso no quieres vestirte? ¿No te gusta la guardería?". "No, es aburrida", contesta. La madre pregunta: "Entonces, ¿qué te gustaría hacer?". "Quedarme en casa y mirar libros contigo". Entre preguntas y respuestas ha salido a la luz que siente que su madre le dedica poco tiempo.

Ambas acuerdan que, a partir de ahora, utilizarán la hora anterior a la cena para jugar juntas. El verdadero problema no era la guardería, sino la atención de la madre.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Los hijos crecen


Para los niños pequeños, los padres son figuras tan grandes que cualquier mandatario político parece poca cosa a su lado. Poco a poco, los niños abandonan su estado inicial de ignorancia. Y cuantas más experiencias acumulen, más claro comprenderán que sus papas no son omnipotentes y que la mayor edad no confiere necesariamente mayor sabiduría.

Ya a los dos años los pequeños desarrollan una voluntad propia que no siempre coincide con la de sus progenitores. Sería necio aconsejar que se los deje hacer lo que quieran, pero sí hay que empezar a tomar su voluntad en cuenta. Es precisamente a esta clase de democracia a la que nos referimos: a que se consideren las opiniones, los deseos y los sentimientos de todos los miembros de la familia.

Cuando en un conflicto o una diferencia de opinión una de las dos partes impone su voluntad, la otra tiene la impresión de haber perdido la batalla. Sus sentimientos sólo pueden ser negativos: frustración, rabia, agresividad, quizá impotencia y resignación. En una familia democrática nadie debería sentirse perdedor.

Los pequeños expresan sus deseos y sentimientos en forma velada. Por eso, la primera premisa para construir la democracia familiar consiste en escucharlos bien. La nena de dos años que a toda costa quiere ponerse su remera roja, tiene sus razones, aunque no sepa explicarlas. Para tomar en cuenta la incipiente voluntad de la pequeña, sus padres deberían ofrecerle, siempre que fuera posible, dos opciones: "¿Quieres ponerte este pantalón o prefieres el vestido?", "¿Te bañas ahora o después de cenar?".

martes, 1 de febrero de 2011

Familias democráticas

Está claro que la última decisión debe corresponder a los padres, pero considerar las opiniones de los hijos contribuye a crear un buen clima familiar.

Nadie querrá afirmar en serio que una dictadura es preferible a un sistema democrático. Sin embargo, dentro de la familia se conservan estructuras de poder que distan mucho de ser democráticas. Naturalmente, los padres de hoy son dictadores bondadosos, que explican y tratan de convencer. Pero la última palabra, desde luego, la tienen ellos.

Por supuesto que hay muchas cuestiones que no podemos negociar con los hijos porque, si por ellos fuera, tal vez no encontrarían el momento apropiado para irse a la cama ni el mejor día para comer pescado.