Durante el período de la edad escolar, mientras la personalidad del niño se vuelve paulatinamente más compleja, se nos hace cada vez más difícil comprenderle. Su progresiva independencia v su capacidad para pensar y discernir por sí solo son a veces desconcertantes. Da al traste con nuestras nociones de superioridad el aplomo con que el niño comienza a poner en tela de juicio nuestras opiniones y a concebir impávido sus propias ideas.
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