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Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

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martes, 6 de diciembre de 2011

Diabetes infantil, enseñarles a controlarse solos


A partir de una cierta edad, los padres tienen que enseñarles a inyectarse solos, a cuidar que sus jeringas estén en buen estado, a saber qué alimentos los perjudican, a detectar cuándo se produce un descenso brusco del azúcar (tienen que saber que la excesiva actividad física puede disminuir la glucemia, por lo que si corren, se mueven o hacen ejercicio tienen que tomar antes un caramelo, un terrón...). A partir de los 9-10 años pueden ya manejar sus pruebas de orina y sus inyecciones (sin interpretar por sí mismos los resultados) y, entre los 16-17 ser totalmente autosuficientes.

Si la diabetes se trata adecuadamente, el crecimiento y la vida del niño serán totalmente normales. Los padres tienen que buscar que sus hijos diabéticos vivan como los demás, que no se sientan distintos, evitando protegerlos demasiado, o someterlos a restricciones muy estrictas, porque de lo que se trata, es de alentar su independencia y su contacto normal con los otros niños.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Cómo detectar si un niño es diabético


Hay una primera fase, la prediabética, en la que no se puede asegurar si padece o no la enfermedad. Si alguno de los padres lo es o hay antecedentes diabéticos en la familia, hay que estar muy alerta por si surgen una serie de síntomas que puedan significar diabetes infantil.

Los más característicos son la pérdida de peso, el aumento de la sed y del apetito y las ganas constantes de hacer pis. Muchas veces el niño que ha dejado de orinar de noche vuelve a hacerlo.

SI esto ocurre, hay que llevar al chico al médico y someterlo a análisis. Sólo el especialista puede diagnosticar si existe o no la enfermedad. El control médico debe seguir siempre. Cada tres meses la visita al especialista se impone como una obligación.

En estas revisiones se estudia la evolución del peso, altura, alimentación, nivel de grasas, y se analiza el nivel de glucosa.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Tratar la diabetes infantil


El tratamiento se basa en dos grandes pedestales: dar al cuerpo la insulina que necesita y controlar la glucosa por vía de la dieta. La insulina se administra con inyecciones subcutáneas. Es el médico el que tiene que determinar su dosis y clase (hay varios tipos de insulina), y con ellas se trata de conseguir un equilibrio que disminuya el azúcar de la sangre y de la orina, sin producir un déficit que provoque hipoglucemia (una falta de azúcar).

En cuanto a la dieta, actualmente no se le da tanta importancia y debe diferenciarse poco de la de los niños sanos.

Es indispensable que los padres de los niños diabéticos sepan manejar esta enfermedad para controlar a sus hijos mientras son pequeños, y para enseñarles a controlarse solos lo antes posible, hasta que lleguen a ser autosuficientes. Los padres deben aprender a inyectar la insulina, procurando no aplicarla nunca en el mismo sitio (el tejido celular subcutáneo se atrofia). Se debe cambiar el lugar del pinchazo en 14 puntos diferentes (3 en cada brazo y 4 en cada pierna), separados entre sí 2,5 cm, con las jeringas bien esterilizadas. Deben vigilar el nivel de glucosa, analizando a diario la orina con un reactivo especial. Conviene llevar una ficha con los resultados, lo que permite aumentar o disminuir la dosis que debe inyectarse (el estrés y las infecciones pueden determinar mayor necesidad de insulina).

Asimismo, tiene que controlar la dieta. Las comidas no deben ser copiosas y hay que repartirlas en desayuno, un tentempié a media mañana (los ingredientes los determinará el médico), la comida, la merienda, lacena y un vaso de leche al acostarse. Deben evitarse los condimentos fuertes y las frutas muy dulces, y no hay que abusar de las carnes grasas, embutidos, huevos y manteca. En cambio, hay que acentuar el aporte de fruta, verdura y leche.

El niño debe acostumbrarse a no tomar golosinas y bebidas dulces, pero sí ha de llevar siempre un terrón de azúcar o un bombón consigo, que tomará cuando note que se va a producir un descenso brusco de azúcar (mareos y desmayos).