Es recomendable enseñar a limpiarse los dientes apenas despuntan los primeros molares. Sin embargo, hay dentistas que recomiendan iniciar esta operación higiénica alrededor de los dos años, porque para entonces el niño habrá adquirido ya la costumbre de copiar todo lo que vea hacer a los adultos en general, y a sus padres en particular.
Si el padre o la madre se lavan los dientes en su presencia, cualquier día el pequeño se apoderará de uno de sus cepillos e insistirá en usarlo. Éste es el momento más oportuno para comprarle un cepillo y permitir que lo utilice por su cuenta. Como es natural, al principio no mostrará gran habilidad en esta operación y los padres deberán ayudarle, si bien con mucho tacto, a manejarlo, de modo que él se sienta tan autónomo como los mayores.
De este modo se conseguirá, como con tantas otras actividades, que aquello que a veces los padres han de imponer a los hijos como deber desagradable, se presente como una actividad divertida e interesante. El fin principal de la limpieza de los dientes es el de eliminar el alimento que se queda adherido a su alrededor y, sobre todo, los restos que se introducen entre ellos. Se desaconseja en absoluto el uso de los mondadientes.