La ayuda profesional se vuelve indispensable en los casos en que el aprendizaje del chico se encuentra interferido, tiene graves problemas en el colegio, no alcanza los objetivos mínimos de evaluación y los padres o la maestra se dan cuenta de que ellos solos no pueden cambiar el orden de las cosas.
El pediatra, la psicopedagoga, los padres, la maestra recuperadora, la maestra de grado o una psicóloga especializada en niños juegan diferentes roles según cada caso particular y las necesidades del pequeño en cuestión. El primer paso es descubrir la raíz del problema.
El pediatra, la psicopedagoga, los padres, la maestra recuperadora, la maestra de grado o una psicóloga especializada en niños juegan diferentes roles según cada caso particular y las necesidades del pequeño en cuestión. El primer paso es descubrir la raíz del problema.
El adulto debe preguntarse cuál es la causa de las distracciones cotidianas, qué cambios han ocurrido en esa familia y por qué ha surgido esa actitud como emergente. Las respuestas obtenidas darán las pautas para idear una solución interdisciplinaria adecuada. Esta debe apoyarse en los puntos fuertes del chico y evitar recalcar aquellas dificultades o aspectos flojos. Para esto, conviene que los distintos profesionales adopten un mismo criterio de trabajo, realicen consultas entre ellos o que estén en contacto permanente. Así, se evitará generar en el niño un mayor grado de desorden y una mayor confusión, justo en un momento en que necesita más que nunca la contención y el afecto de los demás.
Los padres tienen una participación especial en este proceso. Las exigencias excesivas, la presión para que pase de grado o que obtenga un desempeño destacado pueden ser bastante perjudiciales para los pequeños.
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