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sábado, 4 de febrero de 2012

Ayuda profesional en la etapa escolar

La ayuda profesional se vuelve indispensable en los casos en que el aprendizaje del chico se encuentra interferido, tiene graves problemas en el colegio, no alcanza los objetivos mínimos de evaluación y los padres o la maestra se dan cuenta de que ellos solos no pueden cambiar el orden de las cosas.

El pediatra, la psicopedagoga, los padres, la maestra recuperadora, la maestra de grado o una psicóloga especializada en niños juegan diferentes roles según cada caso particular y las necesidades del pequeño en cuestión. El primer paso es descubrir la raíz del problema.

El adulto debe preguntarse cuál es la causa de las distracciones cotidianas, qué cambios han ocurrido en esa familia y por qué ha surgido esa actitud como emergente. Las respuestas obtenidas darán las pautas para idear una solución interdisciplinaria adecuada. Esta debe apoyarse en los puntos fuertes del chico y evitar recalcar aquellas dificultades o aspectos flojos. Para esto, conviene que los distintos profesionales adopten un mismo criterio de trabajo, realicen consultas entre ellos o que estén en contacto permanente. Así, se evitará generar en el niño un mayor grado de desorden y una mayor confusión, justo en un momento en que necesita más que nunca la contención y el afecto de los demás.

Los padres tienen una participación especial en este proceso. Las exigencias excesivas, la presión para que pase de grado o que obtenga un desempeño destacado pueden ser bastante perjudiciales para los pequeños.

miércoles, 25 de enero de 2012

Causas de fracaso escolar

Los esfuerzos para que, de una vez por todas, pongan "los pies sobre la tierra" suelen dar sus frutos y contrarrestar en forma definitiva la constante apatía. El primer paso es detectar por qué el chico no atiende o no presta atención en clase. A partir de ahí puede iniciarse un tratamiento. Las distracciones permanentes o la falta de concentración remiten en la mayoría de los casos a otros problemas que hasta el momento se encontraban "camuflados" o imposibles de detectar.

Estas cuestiones pueden ser:


• Internas u orgánicas. Este tipo de inconvenientes suele detectarse ya desde el nivel inicial, el antiguo jardín de infantes, o durante los primeros años de la educación general básica o escuela primaria. La maestra, como los padres, el pediatra o algún adulto o familiar que esté en contacto permanente con el chico son quienes, en la mayoría de los casos, descubren el problema. Este puede deberse a:

• Trastornos neurológicos. Uno de los más comunes es el "síndrome disatencional con hiperactividad", que tiene que ver con una disfunción cerebral mínima y totalmente controlable. El médico especialista en neuropediatría junto con el pediatra podrán detectarlo a través de un electroencefalograma o algún otro estudio indicado especialmente.

• Problemas auditivos o visuales: La imposibilidad de escuchar con claridad a la maestra o de leer sin esfuerzo lo escrito en el pizarrón pueden hacer que el chico se aburra, que pierda el hilo de la clase o que no pueda seguir el ritmo del resto del aula. Estos problemas suelen detectarse a los 4 ó 5 años o durante los primeros grados, cuando el chico comienza con la lectoescritura.

• Externas o emocionales. A diferencia de los problemas internos u orgánicos que suelen saltar a la vista durante la primera etapa de escolarización. en el nivel inicial o durante los primeros grados, la falta de atención debido a cuestiones emocionales aparece a cualquier edad y está muy relacionada con hechos o situaciones puntales que el chico o la familia completa estén pasando en un momento determinado, como por ejemplo:
Muerte o enfermedad de un familiar u otra persona muy allegada

• Divorcio de los padres
  
• Enfermedad de un familiar

•  Formación de una nueva pareja de uno de los padres

• Nacimiento de un hermano

• Mudanza

• Cambio de colegio

• Problemas económicos en la casa

•  Pérdida del trabajo del padre o madre


• Falta de comunicación o de entendimiento con la maestra


• Mala relación o falta de entendimiento con el resto de sus compañeros


No hay dudas que, las crecientes dificultades en el ámbito del trabajo así como también las nuevas formas de relaciones familiares, propias de las llamadas familias ensambladas, repercuten en muchos casos en el estado de ánimo de los más pequeños. "Es muy común que los chicos estén enterados por completo que al padre lo están por echar del trabajo o de la situación económica que atraviesa la familia y que ante esto se sientan indefectiblemente con la 'cabeza en otro lado. Los cambios repentinos en la forma de ser o de comportarse, la baja abrupta en el rendimiento escolar o la falta de integración con el resto del grupo son señales de alarma que deben ser tenidas muy en cuenta.

martes, 17 de enero de 2012

Falta de atención en la escuela

La falta de atención durante la etapa escolar suele "descolocar" tanto a padres como a maestros. Sepa cómo enfrentar la situación.

No existe un día en que la pila de cuentas de multiplicar no quede a mitad de camino; los problemas de matemática no duerman inconclusos o que la mayoría de los ejercicios de lengua no pasen de largo. Jamás llegan a copiar sin errores las consignas del pizarrón ni logran seguir al pie de la letra las palabras de la maestra. Los cuadernos y las carpetas delatan en cada una de sus páginas "baches" o "lagunas" indescifrables e imposibles de "salvar". Las explicaciones en clase quedan en la nada.

Las malas notas, el abrupto descenso en el rendimiento, los repentinos olvidos de los materiales de estudio o de las tareas encomendadas y hasta los problemas para relacionarse con el grupo o las peleas con los compañeros no dejan ninguna duda que "algo" está ocurriendo. En un primer instante, la situación pasa por alto hasta que las dificultades van aumentando y la escena se vuelve constante. Los padres, los maestros o los adultos en general no saben para dónde "disparar", se sienten abatidos y no encuentran la fórmula mágica para que el chico "baje a la tierra ", aunque más no sea por un rato.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Dificultades de lecto-escritura


Para estudiar, el escolar cuenta con dos herramientas básicas la lectura y la escritura. Sin ellas, el aprendizaje es imposible. El niño debe comprender lo que lee y escribe y tener cierta fluidez para asimilar nuevos contenidos. Numerosas investigaciones confirman que un bajo nivel en este campo influye en el fracaso escolar.

Las bases deben sentarse ya en los primeros años. Su aprendizaje no puede limitarse a descifrar el código de nuestro lenguaje escrito y reproducirlo. Debemos, ante todo, procurar que comprenda el mensaje y que se sienta motivado a leer cada vez más y mejor. Para eso viene muy bien que, desde chiquito, se lo anime a descubrir las historias fantásticas que esconden las letras de los cuentos. Así despertaremos su curiosidad.

A veces existe un problema más serio, como la dislexia. El niño invierte sílabas, omite letras o cambia unas por otras, su ritmo de lectura es muy lento y, en general, rechaza todo lo escrito. Estas alteraciones requieren la ayuda de un especialista.

domingo, 27 de marzo de 2011

Desmotivación escolar


Si el niño no está motivado para aprender, su actitud no es favorable y no disfruta con cada nuevo conocimiento que tiene entre manos, difícilmente conseguirá un buen rendimiento escolar. Esta tarea comienza en casa, transmitiéndole amor hacia todo lo académico y haciendo de su tarea un reto interesante. Cuando los objetivos están muy alejados de su competencia, provocan frustración, desinterés y, finalmente, llega el abandono.


A veces, ocurre lo contrario. Le ofrecemos tareas ya sabidas que, como no lo motivan, le provocan aburrimiento (muchos niños superdotados fracasan justo por esto).

También es importante que él mismo se marque una meta, pero no con el objetivo de quedar bien o con miedo a fracasar, sino con el afán de superar su propia capacidad.

jueves, 24 de marzo de 2011

Problemas de lenguaje


El lenguaje es fundamental en el desarrollo humano, ya que es clave en la estructuración del pensamiento, y las dificultades pueden influir en las capacidades cognitivas. Desde bebés, hay que hablar mucho con nuestros hijos, ofreciéndoles un modelo claro y correcto que, poco a poco, por medio de la imitación irán haciendo suyo.

Una de las alteraciones más frecuentes es la disfemia (tartamudez). Se detecta a partir de los siete años. Antes de esa edad, algunos niños tartamudean, pero puede deberse a una simple cuestión evolutiva que, probablemente, desaparecerá con el tiempo. Sólo si los síntomas persisten, conviene ponerse en manos de un especialista.

Por desgracia, el tartamudeo influye en el rendimiento escolar si no se le da un tratamiento adecuado, ya que genera mucha inseguridad en quien lo padece, sobre todo en situaciones de grupo como las que se dan en el colegio, haciendo que el niño se inhiba. Es fundamental que estos niños crezcan en un ambiente relajado y no se los interrumpa nunca para corregirlos.

martes, 22 de marzo de 2011

El comienzo de las clases


Cuando al comenzar el año, Sebastián llevó a casa su primera mala nota, se armó un buen revuelo. Aunque los padres no querían atormentarlo, no podían dejar de preguntarse el motivo: que si no habrá hecho los deberes, que si la relación con la maestra no será del todo adecuada, si no será que no ha adquirido un hábito o que le está fallando su técnica de estudio.

Llegaron incluso a preguntarse si no tendría la suficiente capacidad para comprender lo que se le enseña y realizar las tareas que le exigen. Después de muchos interrogantes y unos cuantos tanteos, salió a la luz el verdadero culpable: desde hacía tiempo, un problema auditivo le impedía escuchar con claridad a la maestra y le provocaba cierta falta de atención.

Casos como el de Sebastián ocurren a diario en las aulas. Por eso, ante los primeros síntomas de que algo no anda bien, es preciso ver qué está pasando, para buscar la solución rápido y no dejar que el problema se haga mayor.

Si bien no hay que descartar ninguna de las posibles causas que barajaron los padres de Sebastián, existen otros factores que quizá no estén tan claramente a la vista, y que pueden ser determinantes en el fracaso escolar si no se está alerta, trataremos estos problemas en las siguientes publicaciones.

viernes, 25 de febrero de 2011

Recuperar cursos en vacaciones


Con respecto a los menos afortunados, hemos de pensar primero en los motivos de su fracaso escolar, ya que cada caso es distinto. Y si la clave de una buena recuperación reside justamente en que ésta se adapte a las características concretas de cada niño, no olvidemos que no existen cuadernitos "a medida". Por lo tanto, no pueden ayudar a todos los escolares por igual.

Además, el verano no suele ser una época propicia para recuperar un curso entero. Por lo general, el trabajo forzado sólo consigue aumentar la desmotivación del niño y su aversión por el estudio. Esto no significa que haya que abandonarlo a su suerte pero, desde luego, su salvación no pasa por llenarle las vacaciones con cuadernitos.

Cómo mínimo, sería conveniente darle un mes de absoluta vacación escolar, sin trabajo, antes de tomar otras medidas; por ejemplo:

• Elaborar junto con la maestra un plan de estudios individualizado para recuperar en vacaciones. Dicho plan debe incluir, además, un horario de estudio, la creación de un clima adecuado que favorezca la concentración, y cuadernitos sólo como un material de apoyo más (no el único).

• Si existe la voluntad o la costumbre de utilizar estos cuadernitos, no debemos elegir el primero que veamos sino aquellos que guarden mayor relación con los libros de texto utilizados durante el curso; los que no supongan un gran cambio en los modos de explicar y presenten el trabajo al que el niño está acostumbrado y los que admitan la utilización de otros materiales.

En cualquier caso, nunca deberíamos olvidar que para nosotros las vacaciones son sagradas, lo hayamos hecho bien o mal durante el año. Nosotros, los adultos, necesitamos cambiar de actividad si queremos volver revitalizados, ellos también.