Los padres, los maestros o las personas a cargo del cuidado de los chicos deben estar atentos a su estado de ánimo y a los cambios en la forma de actuar. Es más que sabido que no todos los chicos, obviamente tampoco los adultos, reaccionan de la misma manera ni demuestran qué les está pasando según un patrón único e inmutable. Las distracciones vienen acompañadas de otras conductas que también deben ser tenidas muy en cuenta a la hora de determinar las causas y de encarar la solución más viable. Estas son algunas de ellas:
Hiperactividad. Son incapaces de quedarse quietos, hablan en clase, hacen chistes todo el tiempo, molestan a los compañeros y en todo momento, tratan de sobresalir o de acaparar la atención de todo el grupo. Las quejas por parte de los docentes se deben a que con frecuencia distraen a los demás y provocan una situación de "caos" generalizado dentro del aula.
Agresividad. Es frecuente que se dé en chicos hiperactivos o muy inquietos. Los demás compañeros suelen dejarlo de lado, no integrarlo en los distintos grupos de estudio o para realizar actividades específicas. Esto genera una terrible situación de frustración y de angustia que en definitiva agrava el problema y se transforma en un círculo vicioso.
Retraimiento. Se trata de chicos con una actitud absolutamente pasiva. En la clase, jamás levantan la mano para participar, no se los escucha hablar, casi no tienen amigos y les cuesta integrarse con los demás. En la casa, también se comportan de la misma manera. El problema es que muchas veces pasan totalmente "desapercibidos" y los demás no se dan cuenta que algo les está pasando. Los padres y los maestros, solos o con la ayuda de un profesional, deben intentar descubrir las causas de este comportamiento, tratar de revertir su timidez y de inculcarles mayor confianza y seguridad en sí mismos.
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