Entrada destacada

Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

Mostrando entradas con la etiqueta malos sueños. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta malos sueños. Mostrar todas las entradas

domingo, 11 de septiembre de 2011

Canalizar el miedo de los niños


Mediante la palabra y el juego el chiquito elabora y procesa sus conflictos y emociones. Por eso es tan importante potenciar que juegue con libertad. Proponerle que haga dibujos sobre ese mal sueño lo puede ayudar a canalizar su miedo.

Si las pesadillas se repiten con excesiva frecuencia, reflexionemos sobre el comportamiento de nuestro hijo durante el día, las imágenes que ve en la tele o el cine, los cuentos... Ya no es tan chiquito, pero algunas escenas pueden impresionarlo.

Si a los dos meses no hemos descubierto la causa, es imprescindible solicitar ayuda profesional; sobre todo, cuando sus miedos acaban integrándose en la rutina diaria. Lo habitual es que, a partir de los seis años, las pesadillas aparezcan sólo muy de vez en cuando en sus noches.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Después de una pesadilla


¿Cómo tranquilizarlo si acaba de sufrir una pesadilla?
Si se despierta, hay que estar a su lado, hablarle cariñosamente, abrazarlo, hacerle sentir nuestro calor: el contacto físico constituye en esos momentos el mejor sedante.

Si quiere contarnos el mal sueño, dejémoslo, aunque el relato nos parezca surrealista. Charlar sobre sus sentimientos lo ayudará a darse cuenta de que todo ha sido un mal sueño y que no tiene nada que temer. Si prefiere comentárnoslo a la mañana siguiente, hay que seguir las mismas pautas: la clave reside en escucharlo con atención, no con indiferencia.

No ridiculicemos sus temores ni lo llamemos miedoso, recordemos que las pesadillas no se pueden dominar, son producto del inconsciente. Sólo en casos extremos lo llevaremos a dormir a nuestra cama. Es preferible dejar encendida la luz del pasillo.

En algunas ocasiones, el pequeño rechaza el consuelo de uno de los padres y reclama con insistencia al otro. Hay que respetar su deseo, averiguar el motivo de ese rechazo y ponerle remedio.

lunes, 29 de agosto de 2011

Los malos sueños


Una mariposa gigante me quería comer, y yo corría y corría para que no me agarrara, y cuando estaba a punto de comerme, ¡zas!, me desperté. Juliana tiene cinco años y adora las mariposas. Cuando ve una en el campo, la pone en una de sus manos, pide un deseo y le canta eso de "Cuéntame los dedos y échate a volar". Pero la mariposa de sus sueños tiene poco de adorable: "Era horrible, ¡tuve mucho miedo!", dice Juliana cuando se lo cuenta a su mamá a la mañana siguiente.

El desagradable "corré que te agarro"
Miedo, angustia, transpiración y taquicardia a veces... Si algo define a una pesadilla es, precisamente, la sensación desagradable que deja al despertar. El animal más inofensivo o el objeto más trivial aparecen caracterizados para infundir miedo y, con frecuencia, listos para jugar con el inconsciente al Corre que te agarro.

Si a los adultos un mal sueño nos deja un gusto tan amargo, es fácil comprender que a los chicos, con menos recursos para racionalizar sus miedos (soñados o reales), les haga pasar un mal momento.

¿Por qué aparecen las pesadillas?, ¿a qué edad son más frecuentes?, ¿qué hacer cuando aparecen en las noches de nuestros hijos?

Todos los niños tienen alguna que otra vez sueños para morirse de miedo (como ellos dicen): uno de cada cuatro, más o menos. Aparecen a partir del segundo año de vida y suelen ser más frecuentes entre los dos y tres años, pero están presentes durante todo el ciclo onírico del ser humano. Cuando la mente traspasa el umbral del sueño, el cerebro sigue trabajando: clasifica y asimila la información recibida durante el día. De este proceso surgen los sueños.