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viernes, 11 de mayo de 2012

El cine de terror para niños



En 1947 se fundó la Hammer, la productora cinematográfica del mejor terror británico. Sus éxitos fueron, unos tras otros, revisando los mitos del género: Frankenstein, Drácula, el hombre-lobo, el doctor Jekyll y míster Hyde, la momia, el fantasma de la ópera... Pero esto es casi la prehistoria.

Junto a los clásicos del terror surgen hoy toda clase de individuos deformes, gracias a la labor de hábiles maquilladores y a la espectacularidad de las nuevas técnicas cinematográficas. Hay monstruos amables, como los creados por el desaparecido Jim Henson o los que aparecen en las películas de Spielberg. Y hay otros a los que desearíamos no encontrarnos nunca fuera de la pantalla. Tal es el caso de Freddy Krueger, ese tipo con el que no se puede dormir tranquilo.

Pero nuevamente hay que decir que a los niños no parece impresionarles la profusión de visceras. Basta con asomarse a una sala donde proyecten Pesadilla para quedarse perplejo ante la edad media de los espectadores. Wes Craven, el director del primer film de la serie, explicaba su éxito entre el público adolescente, basándose en que los desarreglos de la pubertad hacen sentirse a los niños como una especie de mutantes monstruosos.  Ultimamente, en la quinta Pesadilla (rodada en tres dimensiones, para mayor impresión), la edad media de los fans de Freddy ha seguido bajando.

¿Es que no tienen miedo? Un colaborador de esta revista contaba que se había negado a llevar a su hijo (9 años) a ver esta película porque podía asustarse. El niño protestó violentamente y también sus amigos: "Claro que le va a dar miedo. ¡A ver si te crees que nosotros lo pasamos bien!".

Otra madre decía que su hija (8 años) había visto la película con su papá, pero que le pidió volver de nuevo con ella. "Yo accedí -cuenta-, pero debía de tener tal cara de susto, que la nena me tapó los ojos en una escena y me dijo: 'Ahora no mires, mamá, que esto es muy fuerte'".

sábado, 17 de septiembre de 2011

Miedo a la noche

Los niños necesitan sentirse seguros y protegidos. Y es precisamente por la noche cuando se sienten más solos y reclaman la presencia de un ser querido. Los bebés pueden tener terribles miedos porque cada día se enfrentan a sensaciones nuevas y desconocidas, que les producen temores. Son miedos normales e incluso necesarios para su desarrollo, pero se intensifican por la noche, con la oscuridad y la soledad de su cuarto.

Cuando esto suceda, el niño se despertará llorando. Los padres deben acudir e intentar calmarlo con mucha ternura, pues se necesita más que en ningún otro momento sentirse querido.

Otra opción -aunque polémica- es llevarse al pequeño a la cama con papá y mamá. Saber que ellos están a su lado lo tranquilizará rápidamente. Quienes han puesto en práctica el sistema confirman que, con el tiempo los sobresaltos nocturnos disminuyen y el niño tiene cada vez menos necesidad de buscar refugio en la cama de los padres, pero muchos pediatras están en desacuerdo con esta práctica.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Canalizar el miedo de los niños


Mediante la palabra y el juego el chiquito elabora y procesa sus conflictos y emociones. Por eso es tan importante potenciar que juegue con libertad. Proponerle que haga dibujos sobre ese mal sueño lo puede ayudar a canalizar su miedo.

Si las pesadillas se repiten con excesiva frecuencia, reflexionemos sobre el comportamiento de nuestro hijo durante el día, las imágenes que ve en la tele o el cine, los cuentos... Ya no es tan chiquito, pero algunas escenas pueden impresionarlo.

Si a los dos meses no hemos descubierto la causa, es imprescindible solicitar ayuda profesional; sobre todo, cuando sus miedos acaban integrándose en la rutina diaria. Lo habitual es que, a partir de los seis años, las pesadillas aparezcan sólo muy de vez en cuando en sus noches.

viernes, 2 de septiembre de 2011

¿De dónde viene un mal sueño?


Las pesadillas surgen al final de la noche y, al despertar, se recuerda lo soñado con gran precisión. Reflejan residuos de conflictos emocionales que el chiquito no ha podido elaborar durante el día. En su contenido intervienen el estado físico y psíquico del pequeño, su nivel de madurez, las vivencias diurnas especialmente inquietantes...

Entre los cinco y seis años, los chicos empiezan a tener claro qué comportamientos están bien o mal, pero en más de una ocasión, se debaten entre la transgresión y el cumplimiento de las normas. Se encuentran en el jardín, o en EGB, y en el colé se les exige más. Con frecuencia se preguntan por cuestiones existenciales (el origen de la vida, la muerte...), y las relaciones entre iguales son para ellos cada vez más esenciales.

¿Demasiadas preocupaciones?
Las normales a su edad, pero no por eso menos importantes. Si a lo largo del día queda un cabo suelto que los tiene a mal traer (aprender a leer, caer en la cuenta de que mamá podría morirse, su compa del alma que ya no quiere nada con él...), cabe la posibilidad de que el inconsciente tire de ese hilo y lo transforme en un sueño atemorizante, esto es, en una pesadilla.