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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Las preguntas sobre sexualidad

Todas las preguntas tienen respuesta

Es fundamental contestar siempre a sus preguntas. Irse por la tangente o eludir el tema es defraudarlos y coartar su natural curiosidad. Debemos responder la verdad, explicar las cosas de una forma clara, natural, cargada de sentido común. Evitar los razonamientos complicados, los tecnicismos y el obsesionarnos por dar una respuesta muy precisa. Respondamos de modo natural y ayudándonos de pequeñas comparaciones y ejemplos.

El niño no siempre podrá entendernos, pero esto no es tan grave. Lo que importa es que sepa que las preguntas tienen respuestas. Nuestra misión es responder a las cuestiones más complicadas de la forma más espontánea posible, de la misma manera que se contesta a cualquier otro interrogante que planteen.

En el mercado existen buenos libros dedicados a los niños, con ilustraciones y explicaciones sencillas, que son excelentes auxiliares de los papis en este tipo de información. Y una regla de oro: adaptar la respuesta a la mentalidad de cada chico, no dando más explicaciones si queda satisfecho. No ir nunca más allá de lo que su curiosidad pide. Tan malo es quedarse corto como excederse y dar una explicación que no entienden o no viene al caso. Y, sobre todo, hay que hablarles del sexo honestamente, explicando sus peligros para que puedan defenderse. El sexo es un valor y no hay que relacionarlo con temas negativos, ya que se corre el riesgo de que se identifique así. Es bueno que los chicos ejerzan su sexualidad. Es una calle que tienen que aprender a cruzar, no un precipicio.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Hablar de sexo con los hijos


Es normal hablar de sexo? Tanto los expertos como los padres estamos de acuerdo en que éste es un tema que hay que hablar, dentro de lo posible, abiertamente con los hijos. Sin embargo, en la práctica la cuestión no siempre es fácil. Algunos han pasado de la vergüenza, el no saber como empezar o no encontrar las palabras adecuadas, a dar un discurso pesadísimo a la mínima pregunta. Y es que los adultos, a veces, tenemos una clara tendencia a complicar las cosas más sencillas.

Es evidente que, si no hubiese cuerpos ni sexo, no existiríamos. La mayoría de los niños piensa mucho sobre su cuerpo, el sexo y la vida. Los jóvenes hablan y hacen chistes al respecto, y nosotros, los adultos, también. Nuestro universo cultural está plagado de imágenes de sexo. Los escritores lo describen, los pintores lo llenan de color, los científicos lo investigan y los músicos le ponen la melodía.

Y la televisión, la radio, los videos y el cine rezuman sexo, al igual que los libros, las revistas y los avisos publicitarios. Es bastante lógico que los niños, siempre en diálogo permanente con el mundo que los rodea, piensen sobre el cuerpo y el sexo, quieran saber cosas al respecto y nos pregunten sobre eso.

Es obligación nuestra, como padres, explicarles que la sexualidad trata muchas cosas: los cuerpos, el desarrollo, las familias, los bebés, el amor, el cariño, la curiosidad, los sentimientos, el respeto, la responsabilidad, la biología y la salud, pero que también hay momentos en los que la enfermedad v el peligro pueden formar parte del sexo. En nuestras manos está el resorte fundamental para que nuestros hijos aprendan todas estas cosas en el momento adecuado y de una forma sana, si es posible, divertida.

domingo, 2 de octubre de 2011

El sexo del hijo que viene

¿Qué razones pueden llevar a un padre o a una madre a desear fervientemente que su futuro hijo pertenezca a uno u otro sexo?
Antiguamente se esperaba con ilusión que el hijo mayor fuera varón para poder así perpetuar el apellido y también, no vamos a engañarnos ahora, porque se le daba un mayor valor al varón, pensando que las hijas representaban una carga. Aún hoy en día, en China, donde el gobierno ha instaurado la política de un único hijo por matrimonio para frenar el crecimiento demográfico, se autoriza un segundo embarazo si el primer hijo ha sido niña.

En otros países las cosas están más equilibradas y el tamaño ideal de familia es la parejita. Es decir, la versión adaptada a los tiempos del "clan" que contaba con un amplio surtido de niños y niñas. Porque así, el matrimonio ve cumplido esos íntimos deseos que, aun a su pesar, subyacen agazapados en el inconsciente: que no desaparezca el apellido del padre, aunque la guía telefónica esté plagada de Rodríguez: contar con el "seguro" de una hija que se ocupe de ellos en la vejez, porque según la tradición las niñas son más dulces y cariñosas; hacer realidad la fantasía del hombre y la mujer de vivir nuevamente, el uno en el niño y la otra en la niña, su infancia y su adolescencia.