O esos otros chicos a quienes se les inculca una actitud pusilánime con respecto al ejercicio físico, a través de una serie de prohibiciones: se lo reprende y se exagera si llegan a casa con un arañazo, se les interrumpe el juego porque están fatigados y transpiran, se pone el grito en el cielo con el nefasto "¡que te vas a caer!"... En fin, prácticamente se los obliga a la inmovilidad, se los carga de trabas e inseguridades.
Hay que potenciar su autoestima
El chico tímido a menudo tiene eso que se llama "sentimiento de inferioridad". Es decir, una pobre imagen de sí mismo, una baja autoestima. Tanto el excesivo autoritarismo en casa como la despreocupación total atenían contra la seguridad en sí mismo del niño. Los padres que ejercen bien su autoridad son los que dan claras muestras de cariño y aceptación, al mismo tiempo que se interesan por la escuela y por el comportamiento de los chicos. Dentro de límites bien definidos y firmemente impuestos, muestran respeto y permiten la expresión individual.
Por el contrario, hay dos tipos de padres que provocan una baja autoestima. Por un lado, los que permiten todo, porque en realidad están transmitiendo un mensaje de desinterés. Y por otro lado los rígidos y autoritarios, porque imponen la obediencia como valor máximo, coartan la es-: a neidad, dan primacía a . - castigos y, lógicamente, no consiguen transmitir el cariño necesario. Ambos extremos provocan niños inseguros e inmaduros.
Así entonces, los padres de un chico tímido deberían, como primera medida, reflexionar sobre los cambios que deben introducir en la educación de su hijo.
Hasta ahora hemos hablado de timidez con los compañeros, pero también existe la timidez hacia la maestra. Hay chicos que miran a ésta como una figura reverencial, lejana y justiciera. Casi no se atreven a articular palabra en su presencia; no toman la iniciativa y responden con monosílabos cuando la maestra se dirige a ellos. Si ésta es poco hábil o no concede al hecho la debida importancia, el niño puede consolidarse más y más en su papel de estatua.
Precisamente el docente tiene muchos recursos para ayudar a estos pequeños marginados. Puede, por ejemplo, organizar trabajos en equipo (trabajo cooperativo), método que rompe la competitivi-dad y el individualismo, dando a cada cual un papel en la tarea común y contribuyendo a la comunicación y a la aceptación de todos y cada uno por los demás compañeros.
La estrategia del docente es importante
Puede también arreglárselas para hacer resaltar ante sus compañeros alguna cualidad o habilidad del alumno retraído (aunque cuidando de no caer en el favoritismo, que podría acarrearle al chico mayor impopularidad).
También puede ayudar manteniendo alguna entrevista fuera del aula y estableciendo una cierta complicidad. Debe estimular sus intervenciones en clase haciéndole preguntas para que el niño obtenga de sus respuestas una vivencia de éxito (es fácil hacerlo) y elogiándolo por ello.
Estaría bien dedicar algunos ratos al diálogo y la comunicación informal en el aula, moderando, de modo que los retraídos puedan hacer un papel airoso.
En cualquier caso, los padres deben conversar con el docente sobre el problema, decidir conjuntamente y buscar estrategias eficaces que avuden al niño tímido.
Hay que potenciar su autoestima
El chico tímido a menudo tiene eso que se llama "sentimiento de inferioridad". Es decir, una pobre imagen de sí mismo, una baja autoestima. Tanto el excesivo autoritarismo en casa como la despreocupación total atenían contra la seguridad en sí mismo del niño. Los padres que ejercen bien su autoridad son los que dan claras muestras de cariño y aceptación, al mismo tiempo que se interesan por la escuela y por el comportamiento de los chicos. Dentro de límites bien definidos y firmemente impuestos, muestran respeto y permiten la expresión individual.
Por el contrario, hay dos tipos de padres que provocan una baja autoestima. Por un lado, los que permiten todo, porque en realidad están transmitiendo un mensaje de desinterés. Y por otro lado los rígidos y autoritarios, porque imponen la obediencia como valor máximo, coartan la es-: a neidad, dan primacía a . - castigos y, lógicamente, no consiguen transmitir el cariño necesario. Ambos extremos provocan niños inseguros e inmaduros.
Así entonces, los padres de un chico tímido deberían, como primera medida, reflexionar sobre los cambios que deben introducir en la educación de su hijo.
Hasta ahora hemos hablado de timidez con los compañeros, pero también existe la timidez hacia la maestra. Hay chicos que miran a ésta como una figura reverencial, lejana y justiciera. Casi no se atreven a articular palabra en su presencia; no toman la iniciativa y responden con monosílabos cuando la maestra se dirige a ellos. Si ésta es poco hábil o no concede al hecho la debida importancia, el niño puede consolidarse más y más en su papel de estatua.
Precisamente el docente tiene muchos recursos para ayudar a estos pequeños marginados. Puede, por ejemplo, organizar trabajos en equipo (trabajo cooperativo), método que rompe la competitivi-dad y el individualismo, dando a cada cual un papel en la tarea común y contribuyendo a la comunicación y a la aceptación de todos y cada uno por los demás compañeros.
La estrategia del docente es importante
Puede también arreglárselas para hacer resaltar ante sus compañeros alguna cualidad o habilidad del alumno retraído (aunque cuidando de no caer en el favoritismo, que podría acarrearle al chico mayor impopularidad).
También puede ayudar manteniendo alguna entrevista fuera del aula y estableciendo una cierta complicidad. Debe estimular sus intervenciones en clase haciéndole preguntas para que el niño obtenga de sus respuestas una vivencia de éxito (es fácil hacerlo) y elogiándolo por ello.
Estaría bien dedicar algunos ratos al diálogo y la comunicación informal en el aula, moderando, de modo que los retraídos puedan hacer un papel airoso.
En cualquier caso, los padres deben conversar con el docente sobre el problema, decidir conjuntamente y buscar estrategias eficaces que avuden al niño tímido.
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