A menudo, recibimos cartas de padres desconcertados porque sus hijos tienen problemas durante la noche: ¿Trastornos del sueño a esta edad? ¿No habíamos quedado en que esas cosas ocurren en la primera infancia y que se solucionan con cuentos antes de dormir y ositos de peluche? ¿Es que hay que cantarles el arrorró otra vez a niños que ya han estado en campamentos y capitanean el equipo de fútbol del colegio?
La última consulta era de una madre preocupada porque su hijo se había despertado en cuatro ocasiones con pesadillas y muestras de angustia (respiración agitada, gritos...). Al preguntarle, el niño dijo que ya le había pasado otras veces y que, en ocasiones, si se despertaba, aunque no fuera por tener pesadillas, le costaba mucho volver a dormirse.
Las causas del desvelo
También nosotros, los adultos, nos desvelamos a veces y hasta tenemos pesadillas. Y un niño de nueve, diez, once años, sigue siendo un niño, y toda la infancia está sujeta a crisis de crecimiento que generan angustia. Cierto que hay años más tranquilos que otros, pero las crisis de desarrollo reaparecen de cuando en cuando. En unos se manifiestan más que en otros y de formas diferentes. Las alteraciones del sueño son un modo de exteriorizar que algo les ocurre.
Las causas de la angustia pueden ser diversas. Por ejemplo, los sentimientos de culpa, que a esta edad pueden teñe] fuentes distintas: la curiosidad sexual, los problemas escolares... También están las tensiones con los compañeros, los sentimientos de inferioridad o de insuficiencia frente a las exigencias familiares o escolares (o las que el mismo niño se impone). Sin olvidar las causas de angustia que pueden presentarse a cualquier edad: celos entre hermanos, tensión entre los padres... También acontecimientos del pasado que no han sido bien asimilados pueden dejar un residuo de angustia y alterar el sueño: muerte de un familiar, disputas entre los padres...
La última consulta era de una madre preocupada porque su hijo se había despertado en cuatro ocasiones con pesadillas y muestras de angustia (respiración agitada, gritos...). Al preguntarle, el niño dijo que ya le había pasado otras veces y que, en ocasiones, si se despertaba, aunque no fuera por tener pesadillas, le costaba mucho volver a dormirse.
Las causas del desvelo
También nosotros, los adultos, nos desvelamos a veces y hasta tenemos pesadillas. Y un niño de nueve, diez, once años, sigue siendo un niño, y toda la infancia está sujeta a crisis de crecimiento que generan angustia. Cierto que hay años más tranquilos que otros, pero las crisis de desarrollo reaparecen de cuando en cuando. En unos se manifiestan más que en otros y de formas diferentes. Las alteraciones del sueño son un modo de exteriorizar que algo les ocurre.
Las causas de la angustia pueden ser diversas. Por ejemplo, los sentimientos de culpa, que a esta edad pueden teñe] fuentes distintas: la curiosidad sexual, los problemas escolares... También están las tensiones con los compañeros, los sentimientos de inferioridad o de insuficiencia frente a las exigencias familiares o escolares (o las que el mismo niño se impone). Sin olvidar las causas de angustia que pueden presentarse a cualquier edad: celos entre hermanos, tensión entre los padres... También acontecimientos del pasado que no han sido bien asimilados pueden dejar un residuo de angustia y alterar el sueño: muerte de un familiar, disputas entre los padres...