"Cuando hace pocos días nos sentamos con mi marido y el menor de mis hijos para hablar sobre el futuro de éste, la elección de una carrera o qué otra alternativa podría ocurrir en los próximos 4 ó 5 años, de golpe lo vi grande. Con información, con intereses, con dudas, pero también con conocimiento de sus límites y aversiones. Mientras lo miraba, pensaba que poco a poco había dejado de ser "mi bebé gordito" para transformarse en "casi un hombre", afeitado, pelilargo, muy alto y muy flaco. Y digo casi porque creo que terminará de ser un hombre cuando elija su lugar y comience su independencia económica. Siento que, realmente, está terminando una etapa". Este es el momento en que nuestra función de padres- contenedores va dejando lugar a otra instancia, la de padres-acompañantes.
Aunque todo se da gradualmente, es hermoso asumir que estamos adquiriendo un rol de observadores y dejamos atrás el de activos involucrados. Si bien la tarea de padres no se agota nunca, la perspectiva desde donde acompañamos a nuestros hijos varía con el tiempo. Siempre estamos comprometidos pero, a medida que crecen, cada vez lo hacemos más en silencio.
En el caso de los hijos varones de esta edad, hay que observar si su relación con el padre ha variado. Un día, papá se da cuenta de que la asimetría -incluso física- ha terminado y de que en casa hay otro "hombre" que le usa la camisa y el auto y le discute acciones y puntos de vista. Este puede ser un momento de ruptura, en el que la competencia y la envidia suelen colarse en la relación. Pero también puede nacer un nuevo equilibrio de reacomodamiento y admitir que todos van siendo "grandes", con más o menos historia, con más o menos experiencia de vida.
Aunque todo se da gradualmente, es hermoso asumir que estamos adquiriendo un rol de observadores y dejamos atrás el de activos involucrados. Si bien la tarea de padres no se agota nunca, la perspectiva desde donde acompañamos a nuestros hijos varía con el tiempo. Siempre estamos comprometidos pero, a medida que crecen, cada vez lo hacemos más en silencio.
En el caso de los hijos varones de esta edad, hay que observar si su relación con el padre ha variado. Un día, papá se da cuenta de que la asimetría -incluso física- ha terminado y de que en casa hay otro "hombre" que le usa la camisa y el auto y le discute acciones y puntos de vista. Este puede ser un momento de ruptura, en el que la competencia y la envidia suelen colarse en la relación. Pero también puede nacer un nuevo equilibrio de reacomodamiento y admitir que todos van siendo "grandes", con más o menos historia, con más o menos experiencia de vida.