
Cuando los niños aprenden a silbar, a dar volteretas sobre las manos, a mantener en equilibrio una vara sobre la palma de la mano, a hacer rebotar una pelota a compás de una serie de movimientos del cuerpo, están desarrollando habilidades musculares además de pasar ratos sumamente divertidos. Para aprender a escribir, por ejemplo, son absolutamente necesarios los ajustes muy precisos y la coordinación entre la mano y el ojo. Aumenta notoriamente la capacidad para usar los dedos, lo que hace de la última parte de la infancia el período más propicio para conocimientos como el de aprender a tocar un instrumento musical o a escribir a máquina, si es que en ello se pretende alcanzar un nivel elevado de habilidad. Si notan algún interés por sus hijos en esto traten de incentivarlos pues es el momento perfecto.