Pediculosis es el nombre de esta epidemia de carácter mundial que aunque no depende de estaciones climáticas se hace más intensa durante el período escolar y en los niños, los más propensos a jugar amucheados y a entrechocar sus cabezas favoreciendo así el contagio.
Este insecto que mide entre 1 y 2 mm, se alimenta exclusivamente de sangre humana, por lo que sólo nuestros congéneres nos lo pueden contagiar. De color blanco grisáceo, con extremidades para deslizarse entre los cabellos, su diminuta boca es la que realiza la succión: es entonces cuando pica.
Fuera de una humana cabeza, difícilmente sobrevive más de un día. En ella, prefiere habitar en la nuca y detrás de las orejas, lugares "de pique" preferidos.
A lo largo de una vida que no supera el mes y medio, las hembras llegan a depositar hasta doscientos huevos (las liendres) que con su tamaño menor al milímetro se adhieren a los cabellos y en un par de semanas pueden convertirse en piojos adultos prestos a reproducirse en el mismo lugar o en otro vecino.
La picazón, el síntoma más importante de la pediculosis, obliga a observar con paciencia la cabeza del sospechado y a revisarla minuciosamente cerca de una fuente luminosa en busca de piojos o liendres. Si el piojo ha preferido nuevos rumbos, posiblemente haya dejado sus huevos. A simple vista, las liendres se confunden con la caspa, pero mientras aquéllas son brillantes y semitransparentes y están adheridas al cabello, la caspa es opaca y cae si se sacude el pelo.
Este insecto que mide entre 1 y 2 mm, se alimenta exclusivamente de sangre humana, por lo que sólo nuestros congéneres nos lo pueden contagiar. De color blanco grisáceo, con extremidades para deslizarse entre los cabellos, su diminuta boca es la que realiza la succión: es entonces cuando pica.
Fuera de una humana cabeza, difícilmente sobrevive más de un día. En ella, prefiere habitar en la nuca y detrás de las orejas, lugares "de pique" preferidos.
A lo largo de una vida que no supera el mes y medio, las hembras llegan a depositar hasta doscientos huevos (las liendres) que con su tamaño menor al milímetro se adhieren a los cabellos y en un par de semanas pueden convertirse en piojos adultos prestos a reproducirse en el mismo lugar o en otro vecino.
La picazón, el síntoma más importante de la pediculosis, obliga a observar con paciencia la cabeza del sospechado y a revisarla minuciosamente cerca de una fuente luminosa en busca de piojos o liendres. Si el piojo ha preferido nuevos rumbos, posiblemente haya dejado sus huevos. A simple vista, las liendres se confunden con la caspa, pero mientras aquéllas son brillantes y semitransparentes y están adheridas al cabello, la caspa es opaca y cae si se sacude el pelo.
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