Hacia los dos años y medio, el niño empieza a controlar esfínteres. Por lo tanto, es un momento perfecto para que papá acompañe al niño al baño, le enseñe cómo él hace pis de pie y cómo se limpia. La mamá podrá hacer lo mismo con su hija. No es por una razón especial, simplemente porque suele enseñar mejor quien lo practica. Así que cada uno demostrará a su manera estas tareas comunes diferenciadas por el género.
De todas formas, hasta la edad de tres años y medio, los niños no son plenamente conscientes de su propio sexo, eso sí, la curiosidad sobre el tema suele empezar a surgirles ya desde un poco antes.
Un buen día, probablemente aprovechando una de esas situaciones, el varón o la nena preguntarán "¿por qué un chico es un varón y no una nena?". Seguramente no será el primer aviso. Y es que entre los tres y los cuatro años, entran de lleno en una etapa nueva divertidísima y agotadora: la edad del "por qué". Ahora pueden llegan a formular hasta cuatrocientas preguntas diarias. Las hay de todos los tipos y, en lo que respecta al sexo, con tales grados de complejidad e imaginación que más de una vez nos harán tragar saliva y palidecer. Los chicos son así, ocurrentes y curiosos. No saben lo que son los tabúes ni prejuicios y, por lo tanto, preguntan sin miedo ni medida.