• Es importante que los padres estén de acuerdo sobre la valoración de la conducta de sus hijos. Uno no puede levantar el castigo que ha impuesto el otro. Si existe diversidad de opiniones, el debate debe producirse en la intimidad, nunca delante del niño.
• Cuando estás muy enfadada con tu hijo, intenta ante todo guardar la calma. Recuerda que la ira y el orgullo pueden llevarte a castigar injustamente o inadecuadamente. Ante todo, es importante que recuperes el control sobre tus emociones. Luego, tomarás una decisión racional y meditada. Será más justa y eficaz.
• Siempre que sea posible, el castigo debe tener relación con la falta cometida. Es poco educativo quitarle su gamehoy al niño si lo que ha hecho mal es poner perdido el cuarto de baño. Más vale obligarle a dejarlo limpio y recogido.
• El castigo debe ser inmediato. Demorarlo conlleva el riesgo de que se olvide la causa que lo ha motiva-
do. Además, nunca será tan eficaz.
• El castigo debe ser proporcional a la falta cometida, según la escala de valores del niño, no la nuestra.
• No sirve de nada amenazar con castigos cuando no llegan nunca.
• Más vale no castigar que hacerlo y luego permitir que no se cumpla. Un castigo siempre debe cumplirse hasta las últimas consecuencias.
• No tengamos reparo en reconocer nuestros errores y pedir disculpas por habernos excedido. Los padres perfectos no existen.
• Es más fácil educar a un niño cuando existe entre sus padres y él una comunicación fluida y confiada.
• No debemos caer en la tentación de chantajear a un niño. Si lo hacemos y él protesta y no cede, es señal de que vamos por el camino educacional adecuado. ¡Enhorabuena!