¿Ayudar? Según y cómo
Porque muchas veces, cuando los hombres deciden compartir, resuelven también en qué terreno o en qué actividad concreta participan. La imagen del padre de familia que "cocina los domingos" es muy reveladora. Lo habitual es ayudar en labores temporales, que ocupan un tiempo muy determinado y que se olvidan una vez realizadas, cuando no exclusivamente en las que se hacen "por hobby".
Pero la educación y el cuidado de un hijo es una tarea que exige estar continuamente pendiente y a veces ellos declaran "no tener tiempo". Dicen que les resulta difícil compatibilizarlo con su carrera profesional y, sin embargo, miles de mujeres lo hacen aparentemente sin excesivo esfuerzo.
La causa primoridal de este comportamiento está en la educación recibida. Desde muy chicos asumimos que las mujeres son mejores en este terreno -de hecho, lo aprenden desde niñas jugando con muñecas-. El padre mejor intencionado guarda esto en su inconsciente.
Pero también las madres. Diana, de 32 años, confiesa que prefiere evitar la "ayuda" de su marido: "No puedo soportar verlo dar de comer a nuestra hija. Pone todo hecho un desastre y siempre acabo diciendo 'deja sigo yo'. Cuando él se empeña en vestirla, tengo que hacerlo yo otra vez. De no ser así, la pobre iría horrible". Algo que acaba dando lugar a un curioso mecanismo de "incompetencia asumida", que convierte la incapacidad inicial en una excusa para la despreocupación.
Al tercer "y esto, ¿cómo dices que se hace?", surge el inevitable "deja, yo me ocupo", lo cual, por supuesto, sienta un precedente. Al tratarse de un comportamiento inconsciente, son muchos los padres que creen -y así lo declaran- estar colaborando más de lo que realmente lo hacen. Su contribución, comparada con la de la mujer, suele ser mínima y. además, siempre asesorado o "vigilado" por ella.
Porque muchas veces, cuando los hombres deciden compartir, resuelven también en qué terreno o en qué actividad concreta participan. La imagen del padre de familia que "cocina los domingos" es muy reveladora. Lo habitual es ayudar en labores temporales, que ocupan un tiempo muy determinado y que se olvidan una vez realizadas, cuando no exclusivamente en las que se hacen "por hobby".
Pero la educación y el cuidado de un hijo es una tarea que exige estar continuamente pendiente y a veces ellos declaran "no tener tiempo". Dicen que les resulta difícil compatibilizarlo con su carrera profesional y, sin embargo, miles de mujeres lo hacen aparentemente sin excesivo esfuerzo.
La causa primoridal de este comportamiento está en la educación recibida. Desde muy chicos asumimos que las mujeres son mejores en este terreno -de hecho, lo aprenden desde niñas jugando con muñecas-. El padre mejor intencionado guarda esto en su inconsciente.
Pero también las madres. Diana, de 32 años, confiesa que prefiere evitar la "ayuda" de su marido: "No puedo soportar verlo dar de comer a nuestra hija. Pone todo hecho un desastre y siempre acabo diciendo 'deja sigo yo'. Cuando él se empeña en vestirla, tengo que hacerlo yo otra vez. De no ser así, la pobre iría horrible". Algo que acaba dando lugar a un curioso mecanismo de "incompetencia asumida", que convierte la incapacidad inicial en una excusa para la despreocupación.
Al tercer "y esto, ¿cómo dices que se hace?", surge el inevitable "deja, yo me ocupo", lo cual, por supuesto, sienta un precedente. Al tratarse de un comportamiento inconsciente, son muchos los padres que creen -y así lo declaran- estar colaborando más de lo que realmente lo hacen. Su contribución, comparada con la de la mujer, suele ser mínima y. además, siempre asesorado o "vigilado" por ella.