Los adolescentes que hemos entrevistado tienen gastos muy diversos. Algunos, además de percibir una mensualidad de sus padres, reciben "propinas" de los abuelos, tíos o tías. Como dice Elena, de 15 años: "Ellos son más mano suelta... como los veo poco..."
Entre sus preferencias de consumo hay por lo menos treinta objetos o actividades en las que coinciden: comprar ropa, regalos, posters, casetes, discos, revistas musicales, fotos de cantantes, golosinas, chucherías, libros de aventuras y bijouterie. Algunos gastan en tabaco.
"Es mi peor vicio", dice Andrés, de 16 años. Muchos prefieren ir al cine, teatro, a las discotecas, a jugar a máquinas electrónicas, o al billar, a partidos de fútbol o de tenis. Algunos costean las clases de gimnasia o danza otros gastan el dinero en alquilar películas de video, y todos en salir con sus amigos. Algunos chicos fueron un poco ambiguos: "En algo que me guste", dice Laura; "en caprichos", dice Andrea, ambas de 15 años.
¿Y qué hay del ahorro? Ana, de 15 años, parece tenerlo muy claro: "Pienso que el dinero está para gastarlo y disfrutarlo. Me fastidia ahorrar por ahorrar'. Pablo, de 17 años, dice: "Mi deporte favorito es la patineta, pero es un deporte caro y me cuesta mucho ahorrar para comprarme un buen equipo. Si tuviese más dinero lo ahorraría para gastármelo en eso". Marina, de 15 años, es contundente: "No puedo ahorrar ni despilfarrar porque casi no dispongo de dinero". El consumismo de Jorge, de 15 años, va cambiando con las estaciones: "En verano despilfarro más que en invierno" Pero Iván y Alejo no tienen la menor duda: ellos ahorran. Sueñan con tener más y más. Carlos dice que si tuviese mucho dinero lo pondría a interés o compraría dólares, y así cuando fuese mayor, se compraría un departamento. Marina quisiera tener un máquina fotográfica y un teleobjetivo. Elena cambiaría los muebles de su habitación, viajaría y se compraría buenos equipos de deportes.
Ahorrar y aprender a administrar el dinero es algo que no se enseña con largos discursos sobre economía. Se aprende de la experiencia de todos los días y del sistema de valores y prácticas de cada familia.
No conviene ser demasiado rígidos en el tema del dinero ni "cerrar la canilla antes de tiempo". Poco a poco nuestros hijos se irán haciendo más independientes y basados en sus ensayos y sus errores manipularán el dinero de forma más racional y adulta.
Entre sus preferencias de consumo hay por lo menos treinta objetos o actividades en las que coinciden: comprar ropa, regalos, posters, casetes, discos, revistas musicales, fotos de cantantes, golosinas, chucherías, libros de aventuras y bijouterie. Algunos gastan en tabaco.
"Es mi peor vicio", dice Andrés, de 16 años. Muchos prefieren ir al cine, teatro, a las discotecas, a jugar a máquinas electrónicas, o al billar, a partidos de fútbol o de tenis. Algunos costean las clases de gimnasia o danza otros gastan el dinero en alquilar películas de video, y todos en salir con sus amigos. Algunos chicos fueron un poco ambiguos: "En algo que me guste", dice Laura; "en caprichos", dice Andrea, ambas de 15 años.
¿Y qué hay del ahorro? Ana, de 15 años, parece tenerlo muy claro: "Pienso que el dinero está para gastarlo y disfrutarlo. Me fastidia ahorrar por ahorrar'. Pablo, de 17 años, dice: "Mi deporte favorito es la patineta, pero es un deporte caro y me cuesta mucho ahorrar para comprarme un buen equipo. Si tuviese más dinero lo ahorraría para gastármelo en eso". Marina, de 15 años, es contundente: "No puedo ahorrar ni despilfarrar porque casi no dispongo de dinero". El consumismo de Jorge, de 15 años, va cambiando con las estaciones: "En verano despilfarro más que en invierno" Pero Iván y Alejo no tienen la menor duda: ellos ahorran. Sueñan con tener más y más. Carlos dice que si tuviese mucho dinero lo pondría a interés o compraría dólares, y así cuando fuese mayor, se compraría un departamento. Marina quisiera tener un máquina fotográfica y un teleobjetivo. Elena cambiaría los muebles de su habitación, viajaría y se compraría buenos equipos de deportes.
Ahorrar y aprender a administrar el dinero es algo que no se enseña con largos discursos sobre economía. Se aprende de la experiencia de todos los días y del sistema de valores y prácticas de cada familia.
No conviene ser demasiado rígidos en el tema del dinero ni "cerrar la canilla antes de tiempo". Poco a poco nuestros hijos se irán haciendo más independientes y basados en sus ensayos y sus errores manipularán el dinero de forma más racional y adulta.