Los descubrimos confundidos y nos desesperamos con ellos. Su angustia nos angustia. Sin embargo, sabemos que es necesaria para su crecimiento. Crecer duele. Conectarnos con nuestros miedos sirve para emerger de ellos con solidez.
La orientación vocacional es un proceso que decanta en cada uno en tiempos distintos. No hay recetas ni baterías de tests psicológicos que garanticen la felicidad. Lo que la convoca es la seguridad que uno está haciendo lo mejor que puede en ese momento. Al estudiar todas las posibilidades y aptitudes personales es posible elegir mejor.
Muchos adolescentes desde criaturas sueñan con ser algo determinado. Otros, después de mucho recorrer, descubren qué es aquello qué les gustaría ser. También existen los que no se cuestionan y hacen lo que deben o aquello que sus padres quisieron para sí y no pudieron. Concretan los sueños de los progenitores, no los propios, realizando exactamente lo que mamá y papá les enseñaron. Son contadores, comerciantes o artesanos... como sus padres.
El crecimiento de nuestros hijos nos enfrenta con el nuestro. No queremos que se equivoquen, que sufran, ni pierdan el tiempo... como nosotros. Tampoco deseamos que se dañen aunque sabemos que deben darse su propio oolpe. Es difícil frenarnos para no atajarlos, sin embargo es la única manera de no recortar sus alas.
La orientación vocacional es un proceso que decanta en cada uno en tiempos distintos. No hay recetas ni baterías de tests psicológicos que garanticen la felicidad. Lo que la convoca es la seguridad que uno está haciendo lo mejor que puede en ese momento. Al estudiar todas las posibilidades y aptitudes personales es posible elegir mejor.
Muchos adolescentes desde criaturas sueñan con ser algo determinado. Otros, después de mucho recorrer, descubren qué es aquello qué les gustaría ser. También existen los que no se cuestionan y hacen lo que deben o aquello que sus padres quisieron para sí y no pudieron. Concretan los sueños de los progenitores, no los propios, realizando exactamente lo que mamá y papá les enseñaron. Son contadores, comerciantes o artesanos... como sus padres.
El crecimiento de nuestros hijos nos enfrenta con el nuestro. No queremos que se equivoquen, que sufran, ni pierdan el tiempo... como nosotros. Tampoco deseamos que se dañen aunque sabemos que deben darse su propio oolpe. Es difícil frenarnos para no atajarlos, sin embargo es la única manera de no recortar sus alas.