¿Y cuáles son las alternativas?
Muchos padres, deseosos de convencer a sus hijos por las buenas, les dan largas explicaciones de por qué no deben hacer esto y aquello. Confían en el poder de la palabra, pero en numerosas ocasiones tanta verbosidad resulta abrumadora para los niños. O ya saben lo que deben hacer o son demasiado pequeños para comprender.
Por lo general, las frases cortas y contundentes les llegan mejor. La pequeña Lara sabía muy bien que, sacando la lengua, provocaba a su mamá. Pero necesitaba exteriorizar su frustración. Lo mejor en esta situación hubiera sido ignorar la provocación, hablar de otra cosa o decir quizá "qué bonita lengua". A los niños, observar el enojo de la mamá les resulta sumamente interesante y puede animarlos a seguir con el juego, sólo por la curiosidad de saber hasta dónde llega. En cambio, una reacción que los aburra terminará pronto con el comportamiento indeseado. ¿Y los límites que hay que imponerles? En este caso, los límites ya quedaban claros al no ceder la madre al capricho de la nena. Si tenía sed, podía tomar agua o jugo.
Más grave es que un niño tire a sus hermanos objetos a la cabeza. Hay muchos pequeños que se portan así cuando algo se interpone en su camino: pintarrajean las paredes, rayan la mesa del living o abren la llave del gas. Todos tienen alguna razón para eso, ya que ningún chico es malo por naturaleza. Es cosa de los padres reflexionar sobre las posibles causas. Quizá su hijo se porte así porque durante las últimas semanas se han ocupado poco de él (aunque haya sido por razones justificadas).
La primera reacción deberá consistir, naturalmente, en sacarle al pequeño iracundo los autitos, retirarlo de la cocina o guardar los marcadores. Pero, a la larga, su comportamiento sólo mejorará tras una dosis extra de atención.
En los muy chiquitos, lo más eficaz suele ser un cambio de la situación. Guardar el objeto que no debe tomar, retirarlo del lugar peligroso, tomarlo en brazos y llevarlo a otra habitación, cada una de estas acciones debe ir siempre acompañada de un corto y contundente "no, no".
Muchos padres, deseosos de convencer a sus hijos por las buenas, les dan largas explicaciones de por qué no deben hacer esto y aquello. Confían en el poder de la palabra, pero en numerosas ocasiones tanta verbosidad resulta abrumadora para los niños. O ya saben lo que deben hacer o son demasiado pequeños para comprender.
Por lo general, las frases cortas y contundentes les llegan mejor. La pequeña Lara sabía muy bien que, sacando la lengua, provocaba a su mamá. Pero necesitaba exteriorizar su frustración. Lo mejor en esta situación hubiera sido ignorar la provocación, hablar de otra cosa o decir quizá "qué bonita lengua". A los niños, observar el enojo de la mamá les resulta sumamente interesante y puede animarlos a seguir con el juego, sólo por la curiosidad de saber hasta dónde llega. En cambio, una reacción que los aburra terminará pronto con el comportamiento indeseado. ¿Y los límites que hay que imponerles? En este caso, los límites ya quedaban claros al no ceder la madre al capricho de la nena. Si tenía sed, podía tomar agua o jugo.
Más grave es que un niño tire a sus hermanos objetos a la cabeza. Hay muchos pequeños que se portan así cuando algo se interpone en su camino: pintarrajean las paredes, rayan la mesa del living o abren la llave del gas. Todos tienen alguna razón para eso, ya que ningún chico es malo por naturaleza. Es cosa de los padres reflexionar sobre las posibles causas. Quizá su hijo se porte así porque durante las últimas semanas se han ocupado poco de él (aunque haya sido por razones justificadas).
La primera reacción deberá consistir, naturalmente, en sacarle al pequeño iracundo los autitos, retirarlo de la cocina o guardar los marcadores. Pero, a la larga, su comportamiento sólo mejorará tras una dosis extra de atención.
En los muy chiquitos, lo más eficaz suele ser un cambio de la situación. Guardar el objeto que no debe tomar, retirarlo del lugar peligroso, tomarlo en brazos y llevarlo a otra habitación, cada una de estas acciones debe ir siempre acompañada de un corto y contundente "no, no".