Los síndromes vinculados al intelecto más frecuentes en los niños son los de Down y el de X frágil, la disfunción cerebral mínima (el niño tiene disminuida la capacidad de atención, suele ser hiperkinético), los cuadros de autismo (síntoma de algún cuadro psicótico; el niño puede comprender lo que se le dice pero no sabe expresarse, es generalmente quieto y su apariencia puede ser engañadoramente normal). Además, existe una vasta gama de casos de retraso mental y/o de dificultad de aprendizaje.
La familia de niños o adolescentes con esos cuadros deben, obviamente, consultar a un médico (pediatra o clínico, según la edad del paciente); realizar estudios sobre su coeficiente intelectual; estudiar los cromosomas (por medio de un análisis de sangre); realizar un encefalograma o mapeo cerebral, según el caso; hacerle una tomografía computadorizada de cerebro y, por último, un estudio de neurotransmisores (mediante un análisis de orina).
Ese exhaustivo análisis se realiza para tener la seguridad de un diagnóstico certero y evitar toda posibilidad de error que, repetimos, sólo redunda en perjuicio del paciente y su familia.
La familia de niños o adolescentes con esos cuadros deben, obviamente, consultar a un médico (pediatra o clínico, según la edad del paciente); realizar estudios sobre su coeficiente intelectual; estudiar los cromosomas (por medio de un análisis de sangre); realizar un encefalograma o mapeo cerebral, según el caso; hacerle una tomografía computadorizada de cerebro y, por último, un estudio de neurotransmisores (mediante un análisis de orina).
Ese exhaustivo análisis se realiza para tener la seguridad de un diagnóstico certero y evitar toda posibilidad de error que, repetimos, sólo redunda en perjuicio del paciente y su familia.