Canciones de toda la vida, coplas populares, tangos, boleros y baladas,han hecho del alcohol exaltación, entretenimiento, paño de lágrimas o símbolo de camaradería.
Actualmente, también ocurre que parte de la música que escuchan los jóvenes les habla de la bebida como un elemento cotidiano que ya está naturalmente incorporado a su vida. Y a los adultos se nos ponen los pelos de punta cuando los expertos en el tema nos hablan de la existencia de púberes alcohólicos; niños de 10 u 11 años que beben a escondidas de sus padres. Ni qué hablar, entonces, de los adolescentes que no se esconden para hacerlo: cualquiera puede verlos, ya no en los bares, sino en las cercanías de los quioscos, agotando una botella de cerveza tras otra.
¿Exageraciones? No. Basta abrir los ojos y ver esa realidad que, por apremiante, no debería ser ignorada. ¿Qué hacemos nosotros para evitar este consumo precoz y, sin duda, dañino? ¿O acaso lo estamos fomentando por omisión o por desconocimiento de la gravedad del problema?
Actualmente, también ocurre que parte de la música que escuchan los jóvenes les habla de la bebida como un elemento cotidiano que ya está naturalmente incorporado a su vida. Y a los adultos se nos ponen los pelos de punta cuando los expertos en el tema nos hablan de la existencia de púberes alcohólicos; niños de 10 u 11 años que beben a escondidas de sus padres. Ni qué hablar, entonces, de los adolescentes que no se esconden para hacerlo: cualquiera puede verlos, ya no en los bares, sino en las cercanías de los quioscos, agotando una botella de cerveza tras otra.
¿Exageraciones? No. Basta abrir los ojos y ver esa realidad que, por apremiante, no debería ser ignorada. ¿Qué hacemos nosotros para evitar este consumo precoz y, sin duda, dañino? ¿O acaso lo estamos fomentando por omisión o por desconocimiento de la gravedad del problema?