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viernes, 22 de junio de 2012

Violencia en la escuela

Hace cuarenta o cincuenta años, cuando el docente ocupaba el lugar de la autoridad indiscutible dentro del aula, hubiera sido irrisorio pensar que la historia podía darse vuelta al punto de que hoy, los que van a la escuela con miedo son los maestros. Las políticas socioeconómicas generaron un deterioro que no es sólo económico sino social, porque se vinieron abajo los proyectos y los ideales. Los padres que no consiguen trabajo o que lo pierden sienten una frustración que se trasmite a sus hijos.

Todo esto hace que el futuro, una palabra que debería ocupar un lugar central en su mente, esté desdibujada para ellos. Tal vez allí podría estar el disparador del aumento de la rebeldía a la hora de ir a la escuela y respetar las normas de conducta tanto como del aumento de la deserción.

Guardapolvo o escudo

Los primeros que detectan la violencia infantil son los maestros. Al principio era sólo entre compañeros, pero empezó a ser alarmante la agresión hacia los docentes. Antes era raro que un chico se enfrentara violentamente a un adulto, sobre todo si era su maestro o profesor. A lo sumo, los chicos podían mostrar cierta transgresión, haciendo chistes o llamando la atención de la clase, pero sin violencia. Hoy, si bien no es masivo, ocurre que algunos chicos contestan con agresiones, se levantan y se van del aula e incluso insultan o tratan de pegarle al docente y a veces lo hacen.

No hay que caer en la confusión de pensar que son niños con una enfermedad o trastorno psiquiátrico, porque pueden no serlo. El marco disciplinario de las escuelas estaba preparado para contener las peleas previsibles entre los alumnos, pero las acciones violentas donde el maestro se encuentra parado frente a un menor de edad que lo agrede, desbordan ese marco y le restan peso a la sanción disciplinaria. Por ejemplo, si un niño de once años amenaza a su maestra mostrándole una navaja, no tiene sentido que lo manden a la dirección a hablar con una autoridad y firmar el libro de disciplina porque esa medida no hace mella en su comportamiento. Se necesita algo más.


La historia previa al día

Para que haya violencia física hacia la maestra o alguien llegue con un arma a la escuela, a lo largo del camino pasaron cosas menores que ninguna autoridad pudo corregir. Por eso, llegada esa instancia, el límite que hay que poner es muy difícil..Los chicos que no pueden tolerar las normas o prestar atención, que no tienen capacidad de frustrarse (ellos quieren charlar o jugar durante la clase y no soportan que se los prohiban), aquellos a los que se saca constantemente del aula por su mal comportamiento, son chicos que no pueden socializarse y estar bien en ese ámbito.

martes, 26 de julio de 2011

Un compañero de jardín violento


Un compañero de jardín de mi hijo Tomás, que tiene 2 años, es muy violento: pega a los demás, rompe los juguetes... ¿Qué podemos hacer los padres ante estas constantes agresiones?

Por el tipo de comportamiento descrito, puede tratarse de un trastorno llamado conducta disocial. Los actos de estos niños suelen ser violentos -gritan, pegan, insultan, etc.-, porque no saben ponerse en el lugar del otro. Asimismo, no aceptan ni respetan las normas que se les imponen: a veces, las propias maestras se ven impotentes para frenarlos.

Si su inteligencia es normal y no presentan ninguna discapacidad que aconseje su escolarización en un centro de educación especial, deben estar en un aula ordinaria, ya que no hay centros específicos para ellos. La tarea de integrar a estos pequeños y ayudarlos a que sus comportamientos sean cada vez más adaptados no es tarea fácil; por este motivo, en casos especiales, los colegios pueden solicitar apoyo de la psicopedagoga.

El Ministerio de Educación debe garantizar su integración escolar, así como que su adaptación no afecte al resto de sus compañeros. En este caso existe la posibilidad de solicitar un apoyo al inspector que corresponda al colegio.