Cuando llega la hora soñada de arrinconar por unos meses el ajetreo de libros, fotocopias, cuentas, mapas y problemas por resolver. Sin embargo, es una costumbre, cada vez más extendida entre maestras y padres, la de invadir el período estival de los niños con actividades de estudio. Para ello, acuden a los cuadernitos de vacaciones que, por lo general, no son más que un resumen de los aprendizajes más importantes que han debido realizar durante el curso.
La intención no es mala
Los adultos pensamos que un largo verano sin tocar un libro va a perjudicarlos cuando vuelvan a clase. Tememos que se les olvide todo y creemos que no es bueno que holgazaneen... Pero de ahí a considerar los cuadernitos como el bálsamo que los aliviará del mal de la pereza o como un compañero milagroso que les hará recuperar en varios días lo que la maestra no ha conseguido en varios meses de trabajo, hay todo un abismo.
Posiblemente, sólo consigamos tranquilizar nuestras conciencias. Por ello, es conveniente plantearse hasta qué punto es necesaria su utilización, al menos de manera indiscriminada.
Es indudable que estos cuadernitos de verano pueden resultar materiales ventajosos para repasar lo realizado en el curso escolar y, por otra parte, pretenden servir de instrumento de recuperación para los chicos con resultados finales deficientes. Su diseño es muy atractivo y los pequeños pueden creer que su cuaderno es, como la bici, el traje de baño o los helados, un elemento más de las vacaciones estivales.
La intención no es mala
Los adultos pensamos que un largo verano sin tocar un libro va a perjudicarlos cuando vuelvan a clase. Tememos que se les olvide todo y creemos que no es bueno que holgazaneen... Pero de ahí a considerar los cuadernitos como el bálsamo que los aliviará del mal de la pereza o como un compañero milagroso que les hará recuperar en varios días lo que la maestra no ha conseguido en varios meses de trabajo, hay todo un abismo.
Posiblemente, sólo consigamos tranquilizar nuestras conciencias. Por ello, es conveniente plantearse hasta qué punto es necesaria su utilización, al menos de manera indiscriminada.
Es indudable que estos cuadernitos de verano pueden resultar materiales ventajosos para repasar lo realizado en el curso escolar y, por otra parte, pretenden servir de instrumento de recuperación para los chicos con resultados finales deficientes. Su diseño es muy atractivo y los pequeños pueden creer que su cuaderno es, como la bici, el traje de baño o los helados, un elemento más de las vacaciones estivales.
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