Entre los 7 y 10 años los hijos deben tener la seguridad de que, si necesitan un consejo, precisan que los escuchemos o que les demos una mano en un conflicto que escapa a sus posibilidades y a su control, cuentan con nosotros.
Por eso, hay que esforzarse por mantener siempre abierta la comunicación. Eso sí, sin abrumarlos con nuestra constante presencia. Esto no significa, evidentemente, que debamos desentendernos y pretender que se desenvuelvan solos desde temprano.
Tengamos en cuenta que un niño que no pide ayuda jamás puede estar necesitándola más que ninguno. Quizás ha renunciado a pedirla porque se siente demasiado exigido por nuestro deseo de que sea autónomo y cree que no estamos lo bastante cerca.
Procuremos estar disponibles. Busquemos tiempo para pasarlo juntos, para dialogar, para compartir. Y no bajemos la guardia, ya que nuestros hijos nos necesitan, sin duda, aunque de una manera distinta.
Por eso, hay que esforzarse por mantener siempre abierta la comunicación. Eso sí, sin abrumarlos con nuestra constante presencia. Esto no significa, evidentemente, que debamos desentendernos y pretender que se desenvuelvan solos desde temprano.
Tengamos en cuenta que un niño que no pide ayuda jamás puede estar necesitándola más que ninguno. Quizás ha renunciado a pedirla porque se siente demasiado exigido por nuestro deseo de que sea autónomo y cree que no estamos lo bastante cerca.
Procuremos estar disponibles. Busquemos tiempo para pasarlo juntos, para dialogar, para compartir. Y no bajemos la guardia, ya que nuestros hijos nos necesitan, sin duda, aunque de una manera distinta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario