Como Claudio hay muchos pequeños y esforzados humoristas, cuyas familias se preguntan por qué estarán siempre haciéndose los payasos y por qué serán tan pesados e insistentes. En unos casos es posible que el niño tenga verdaderas dotes cómicas (quién sabe si Groucho Marx o Woody Alien empezaron así) y en otros resulta simplemente insoportable. En cuanto a las causas, pueden ser muy diversas.
En el caso de Claudio se juntan el fracaso escolar y los celos, pero puede haber muchas otras. Hay quien dice que en el fondo de todo humorista se esconde un amargado y que con frecuencia se ríe por no llorar.
Buscan con esmero que se los quiera
También sabemos lo que es la risa nerviosa. Son tópicos que no agotan el rico e importante fenómeno del humor, pero que algo tienen de cierto al aplicarlos al tipo de chicos que nos ocupa. Niños en cuyo fondo habita la tristeza y hasta la angustia, que buscan desesperadamente que les hagan caso, que los quieran, para de este modo poder también quererse ellos mismos. Chicos casi siempre imaginativos, ingeniosos y despiertos, que intentan palear sus frustraciones y conflictos con la pirueta del humor.
¿Qué hacer ante estos graciosos impenitentes? Por empezar, preguntarnos por el problema de fondo. El Claudio que nos ha servido de ejemplo necesita un apoyo escolar, una asistencia psicopedagógica y una estrecha colaboración entre padres y maestros.
En el caso de Claudio se juntan el fracaso escolar y los celos, pero puede haber muchas otras. Hay quien dice que en el fondo de todo humorista se esconde un amargado y que con frecuencia se ríe por no llorar.
Buscan con esmero que se los quiera
También sabemos lo que es la risa nerviosa. Son tópicos que no agotan el rico e importante fenómeno del humor, pero que algo tienen de cierto al aplicarlos al tipo de chicos que nos ocupa. Niños en cuyo fondo habita la tristeza y hasta la angustia, que buscan desesperadamente que les hagan caso, que los quieran, para de este modo poder también quererse ellos mismos. Chicos casi siempre imaginativos, ingeniosos y despiertos, que intentan palear sus frustraciones y conflictos con la pirueta del humor.
¿Qué hacer ante estos graciosos impenitentes? Por empezar, preguntarnos por el problema de fondo. El Claudio que nos ha servido de ejemplo necesita un apoyo escolar, una asistencia psicopedagógica y una estrecha colaboración entre padres y maestros.