Los esfuerzos para que, de una vez por todas, pongan "los pies sobre la
tierra" suelen dar sus frutos y contrarrestar en forma definitiva la
constante apatía. El primer paso es detectar por qué el chico no atiende
o no presta atención en clase. A partir de ahí puede iniciarse un
tratamiento. Las distracciones permanentes o la falta de concentración
remiten en la mayoría de los casos a otros problemas que hasta el
momento se encontraban "camuflados" o imposibles de detectar.
Estas cuestiones pueden ser:
• Internas u orgánicas. Este tipo de inconvenientes suele detectarse ya
desde el nivel inicial, el antiguo jardín de infantes, o durante los
primeros años de la educación general básica o escuela primaria. La
maestra, como los padres, el pediatra o algún adulto o familiar que esté
en contacto permanente con el chico son quienes, en la mayoría de los
casos, descubren el problema. Este puede deberse a:
• Trastornos neurológicos. Uno de los más comunes es el "síndrome
disatencional con hiperactividad", que tiene que ver con una disfunción
cerebral mínima y totalmente controlable. El médico especialista en
neuropediatría junto con el pediatra podrán detectarlo a través de un
electroencefalograma o algún otro estudio indicado especialmente.
• Problemas auditivos o visuales: La imposibilidad de escuchar con
claridad a la maestra o de leer sin esfuerzo lo escrito en el pizarrón
pueden hacer que el chico se aburra, que pierda el hilo de la clase o
que no pueda seguir el ritmo del resto del aula. Estos problemas suelen
detectarse a los 4 ó 5 años o durante los primeros grados, cuando el
chico comienza con la lectoescritura.
• Externas o emocionales. A diferencia de los problemas internos u
orgánicos que suelen saltar a la vista durante la primera etapa de
escolarización. en el nivel inicial o durante los primeros grados, la
falta de atención debido a cuestiones emocionales aparece a cualquier
edad y está muy relacionada con hechos o situaciones puntales que el
chico o la familia completa estén pasando en un momento determinado,
como por ejemplo:
Muerte o enfermedad de un familiar u otra persona muy allegada
• Divorcio de los padres
• Enfermedad de un familiar
• Formación de una nueva pareja de uno de los padres
• Nacimiento de un hermano
• Mudanza
• Cambio de colegio
• Problemas económicos en la casa
• Pérdida del trabajo del padre o madre
• Falta de comunicación o de entendimiento con la maestra
• Mala relación o falta de entendimiento con el resto de sus compañeros
No hay dudas que, las crecientes dificultades en el ámbito del trabajo
así como también las nuevas formas de
relaciones familiares, propias de
las llamadas familias ensambladas, repercuten en muchos casos en el
estado de ánimo de los más pequeños. "Es muy común que los chicos estén
enterados por completo que al padre lo están por echar del trabajo o de
la situación económica que atraviesa la
familia y que ante esto se
sientan indefectiblemente con la 'cabeza en otro lado. Los cambios
repentinos en la forma de ser o de comportarse, la baja abrupta en el
rendimiento escolar o la falta de integración con el resto del grupo son
señales de alarma que deben ser tenidas muy en cuenta.