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sábado, 24 de noviembre de 2012

Hable con sus hijos adolescentes sobre el consumo de alcohol


De acuerdo con un informe reciente de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las nuevas estimaciones muestran que beber en exceso es un problema mayor de lo que se pensaba. Más de 38 millones de adultos EE.UU. beber en exceso, alrededor de 4 veces al mes, y el mayor número de bebidas por atracón es en promedio 8.

Beber en exceso se define como consumir cuatro o más bebidas para las mujeres y cinco o más bebidas para los hombres en una ocasión. Beber demasiado, incluyendo consumo excesivo de alcohol, causa más de 80.000 muertes en los Estados Unidos cada año, convirtiéndose en la tercera causa prevenible de muerte.

Además, el alcohol es la droga más comúnmente usado y abusado de los jóvenes en los Estados Unidos - más que el tabaco y las drogas ilícitas. Aunque beber alcohol por personas menores de 21 años es ilegal, las personas de entre 12 y 20 años beben el 11% de todo el alcohol que se consume en los Estados Unidos. Más del 90% de este alcohol se consume en forma de bebidas binge.

Asegúrese de hablar abiertamente con sus hijos sobre las consecuencias de este asunto crítico. Algunas de estas consecuencias son malas calificaciones o en su defecto, problemas legales, como el arresto por conducir, la actividad sexual no planificada y sin protección, mayor riesgo de suicidio relacionados con el alcohol, accidentes automovilísticos y otras lesiones no intencionales, el abuso de otras drogas, y la muerte por envenenamiento con alcohol . Además, tenga presente estos consejos útiles en mente:

Ayude a su niño o adolescente a construir su autoestima. Destacar y reforzar sus puntos fuertes y comportamientos saludables. Son más propensos a decir que no a la presión de grupo cuando se sienten bien consigo mismos y orgullosos sobre sus hábitos saludables.

Sea un buen modelo a seguir. Considere cómo su uso de alcohol puede influir en sus hijos. Considere ofrecer bebidas no alcohólicas en fiestas y eventos sociales para mostrar a sus hijos que no es necesario beber para divertirse.

Enseñe a los niños a manejar el estrés de manera saludable, como por buscar la ayuda de un adulto de confianza o de participar en un deporte o pasatiempo que les gusta.

Busque señales, tales como olor a alcohol o alcohol de desaparecer de su casa. Sea consciente de un cambio repentino en el estado de ánimo o la actitud de su hijo. Esto incluye un cambio en la asistencia o desempeño en la escuela, pérdida de interés en los deportes u otras actividades, y la retirada de su familia y amigos.

jueves, 22 de diciembre de 2011

La familia de los chicos populares


¿Influye la familia en caer mal o bien? Es importante saber que las buenas relaciones familiares establecen una sólida base para que los hijos consigan desenvolverse bien en las relaciones con sus iguales.

Cuando en casa existe un cálido apoyo afectivo, cuando las normas se acompañan de la correspondiente explicación y además se enseñan las fórmulas de cortesía y la consideración hacia los demás -sin caer en el extremo-, los chicos encuentran mejor comunicación y aceptación entre los amigos.

En cambio, un estilo educativo despótico y un ambiente tenso se encuentran más frecuentemente en los hogares de los chicos que cosechan  rechazo entre los compañeros.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Relación padre-adolescente

El cambio de mentalidad del padre que descubre una nueva posición con respecto a sus hijos es desparejo a lo largo del país. En algunas ciudades, los padres ya viven la crianza de sus chicos en un sentido más integral, mientras que en otras todavía cuesta más que el hombre, la mujer, los tíos y los abuelos acepten que el varón puede ocuparse del bebé de la misma forma que la mujer.

Esto tiene que ver con la información, que tiene una distribución similar a la de la riqueza: cada vez son menos los que acceden a las novedades, cada vez son más los que mantienen costumbres de otras épocas que podrían cambiarse por otras que generan mejores resultados. Otro tema que va tomando cada vez más peso en la sociedad es la ausencia del padre. El número de madres solteras es cada vez más alto.

También resulta preocupante que la educación pública no se proponga brindar información acerca de la importancia de la maternidad y la paternidad, del cuidado de la anticoncepción y la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Sería bueno que se le diera más importancia al tema, para que los chicos pudieran ir pensando en su futuro rol familiar desde jóvenes.

Habría que hablarles de la crianza, de las distintas etapas del desarrollo de los niños, de los buenos hábitos y de muchas cuestiones que puedan darles una formación complementaria a la que reciben en sus casas con respecto a la paternidad. Y, para los chicos que no van a la escuela, las radios y los programas masivos de televisión podrían incluir mensajes educativos.

El chico que se cría sin padre va formándose con diferencias con respecto al que tiene padre y madre. Esta situación que no es ideal genera algunas consecuencias. La mayoría de estos nenes tiene más problemas en la escuela por su rendimiento y por su conducta. Incluso el índice de delincuencia en chicos mayores de 18 años aumenta en el grupo de los que se criaron sin padre.

El padre siempre fue el encargado de mostrarle el mundo a sus hijos, por ser quien tradicionalmente trabajó fuera de la casa. Y también es el que "trae el mundo a casa". Una de sus funciones emblemáticas es la de establecer las normas. Hoy en día la madre se maneja con criterio propio y no amenaza al hijo con lo que va a pasarle cuando llegue el papá; de todos modos en la mayoría de los casos encarna la ley dentro del hogar. Por eso su ausencia se hace sentir.

Siempre es tiempo de mejorar o establecer un vínculo, si los primeros años de vida de los chicos el padre no estuvo presente o bien no llegó a involucrarse del todo en su crianza, puede recuperar su lugar en la vida de sus hijos. Todas las relaciones se cultivan y se van armando de acuerdo a las personalidades. En algunas hace falta tener más paciencia y otras son más espontáneas, pero siempre se pueden empezar a construir.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Algunos motivos de enojo de los adolescentes



• Cuándo decir "no "

Si ante la persistente presión de los hijos, los padres ceden, sin duda lo que hacen es repetir un modelo que se arrastra desde tiempo atrás, cuando al no poder tolerar la explosión de un berrinche se entregaron a sus exigencias.

Al empezar a preguntarse si es justo o razonable poner un límite al "dame más" ropa, más salidas nocturnas, más dinero o al "dame, dame, dame"... seguramente empezarán a modificar ese modelo de comportamiento buscando formas de pactar con ellos sin tantos choques. Traten de ser consecuentes con el "no". No demuestren enojo, manténganse firmes y coherentes en sus posiciones.

• El desorden en la habitación

"No tengo tiempo". "No me controlen mis cosas". "Yo estoy cómodo". Son Algunas de las expresiones con las que se habrán topado más de una vez. Si se enredan en peleas estériles, sólo se generarán problemas mayores. Comiencen, en principio, por cerrar la puerta del dormitorio para no enfurecerse demasiado, y luego prueben elaborar conjuntamente una especie de "plan de tareas" en donde el adolescente tendrá la oportunidad de elegir cuándo es el momento adecuado para realizarlas.

De no perseguirlos con recriminaciones, por su cuenta pondrán un orden, que evidentemente responderá a sus propias necesidades de conseguir una organización y equilibrio interior. Los jóvenes quieren sentir que tienen el derecho de controlar su vida personal.

• Espacios propios, espacios comunes

¿Quién podrá más? -se preguntan muchos padres desorientados-. El problema emergente aquí es que parten de una incorrecta formulación, donde la puja se asienta en quién tiene el poder. Con frecuencia los adultos no les dejan margen para compartir los espacios familiares y alegan en tono autoritario: "En esta casa las cosas se hacen o se hacen". Se crea un clima de incomodidad donde ambas partes se disputan espacios de pertenencia, que se opone al auténtico concepto de le que significa compartir.

Ni su música preferida debe aturdír nuestros oídos, ni nosotros debemos gritarles que bajen esa "horrible música", en un mal intento de ejercicio de autoridad paternal. Hagan un trato con ellos y procuren encontrar formas posibles para conciliar los gustos en un diálogo que resulte incluyente y no un monólogo unilateral. Establecer un compromiso de convivencia, con límites razonables, será una buena política para implementar en la casa.


miércoles, 9 de marzo de 2011

Padres de adolescentes


"Yo, a tu edad...
...trabajaba, estudiaba y nunca me llevaba materias..." El latiguillo pega con insistencia en los oídos adolescentes. Y es tan pertinaz como inútil. Porque el momento que le tocó vivir a ese papá fue otro: lejano y diferente, muy diferente. La libertad de los jóvenes se fue incrementando cada vez más, y la permisividad paterna también. Pero cuando los hijos llegan a este tramo los padres reviven su propia adolescencia y se tientan a hacer comparaciones y a proponerse como modelos. Sin embargo, los tiempos son otros, y la historia personal también.

La poca responsabilidad del muchacho o la chica frente al estudio, la mentira que significa salir de casa con el aparente fin de ir a la escuela, mientras el verdadero destino es otro, puede ser una respuesta a sus padres; una forma de atacarlos en el lugar que más les duele.

Esta actitud es muy común en chicos con papas fríos, distantes, que privilegian lo intelectual sobre lo afectivo. O que depositan en sus hijos expectativas intelectuales que no son más que las propias. Y a las que los adolescentes se oponen y desobedecen.

También es la forma elegida por el chico para "castigar" a un padre demasiado estricto, que no le permite expresarse y pedirle más libertad.

Cuando los adultos evocan su edad dorada destacan la rigurosidad con que fueron criados pero borran la rebeldía, la búsqueda de su propia identidad. A ellos les pasaba lo mismo que les pasa hoy a sus hijos, aunque lo expresaran de otro modo. Esa necesidad de diferenciarse de mamá y papá forma parte del desarrollo adolescente y encuentra distintas vías para manifestarse. La rebeldía puede llevarlos a "hacerse la rata", o a salidas mucho más autodestructivas, como la violencia, las patotas, la drogadicción. Eso dependerá del tipo de acompañamiento que tengan en este proceso de individualización: con comprensión, con afecto, o con castigos.

Lo primero que sienten los padres al enterarse de que su hijo les ha mentido son ganas de tomar medidas drásticas con él. Pero ni la total represión ni la permisividad completa son positivas en estos casos. Hay que tratar de encontrar el equilibrio, difícil pero no imposible. Y el diálogo, indispensable, permanente, aunque les cueste a unos y a otros. La charla amable dará la pista más segura, la que lleve a la razón auténtica de una o muchas "ratas". Y una vez localizada será más fácil solucionar lo que no anda bien en el chico o en los padres.

lunes, 7 de marzo de 2011

En el colegio se aburren


No es ninguna novedad que el sistema educativo actual, con sus programas desactualizados, no cautiva especialmente a los adolescentes. Son muy pocas las materias que les atraen. Muchos de los contenidos de la enseñanza media están tan desvinculados de la realidad que los niños se preguntan más de una vez para qué les sirve estudiar ciertas cosas.

La escuela se transforma para muchos jóvenes en una pesada obligación que deben cumplir para alcanzar un diploma al cabo de cinco años. En algunos, el verdadero interés está en la carrera universitaria que van a seguir después; en otros, la meta es terminar quinto año para empezar a trabajar, y en una gran mayoría la ausencia de proyectos es lo único destacable.

Y mientras tanto... quedan los últimos años del nivel medio, con sus nueve meses, sus cinco días a la semana, sus cinco horas diarias, para asistir a un lugar que francamente les aburre. La "rata" se les ofrece así como un evasión tentadora a la que unos cuantos no se resisten.

Por otra parte, hay padres muy ocupados que delegan todas las responsabilidades en la escuela y se desentienden totalmente del asunto. Como sólo se limitan a firmar el boletín de calificaciones, la noticia de la "rata" les cae como un balde de agua fría. El acercamiento a la escuela tiene que ser más frecuente, sin esperar la citación. Ellos deben estar al tanto de todo lo vinculado con su hijo: conducta, llegadas tarde, inasistencias, relación con los profesores y preceptores, rendimiento.

También es cierto que en este período los muchachos y las chicas están muy absorbidos por la problemática sexual, y les cuesta dirigir sus impulsos hacia los estudios. No es raro entonces el desdén por cualquier tarea intelectual, que suele traducirse en inasistencias desconocidas por la familia.

domingo, 6 de marzo de 2011

Cuando se escapan del colegio



Hay "rabonas" y "rabonas". Algunas son ocasionales e ingenuas; otras, reiteradas y más conflictivas. Todas merecen la atención y el control de padres y profesores.

-Papá, tenes que firmarme la reincorporación.
-Pero, ¿cómo?, ¿faltaste quince días?

Sí, fueron quince certeros y rotundos días los ausentes. Así lo testimonia el papel que el adolescente exhibe temeroso a su padre. La sorpresa inicial va seguida generalmente de una pregunta cargada ya de bronca: "¿Y dónde estuviste?". Porque mamá y papá se acuerdan bien del día que todos se quedaron dormidos y tuvo que faltar, de alguno más por la gripe, de la mañana que fue a sacarse la cédula, de uno o dos días de lluvia... ¿Y el resto?

Según los casos, los padres se enfrentan con un hecho intuido y la sorpresa entonces no es tal, o con una noticia inesperada que los angustia. No sólo están frente al hijo que no cumplió con su obligación de concurrir a clase, sino también ante la incógnita de saber qué hizo en esas horas. Para ellos hay dos transgresiones, y quizá la segunda les pese más.

Este tema no se presta para generalizar: hay "rabonas" y "rabonas". Algunas son ocasionales, otras muy frecuentes. Están los chicos que faltan sólo para salvarse de una prueba o de una lección, y los que usan ese tiempo para reunirse con sus amigos en un café, escuchar música, salir con una chica o un muchachito, o simplemente vagabundear sin rumbo.

Y también hay jóvenes que quieren probar y se "ratean" para no ser menos que sus compañeros -más acostumbrados a estas aventuras- y conseguir así su aceptación. Por lo general, estos chicos no pueden disfrutar mucho de esas horas libres, y se sienten culpables. Están incómodos, tensos, no saben bien qué hacer. Lo más probable es que terminen contándoles la "hazaña" a sus padres, o hagan algo para ser descubiertos.

Pero en cualquier caso es importante conocer cuál es la relación de cada adolescente con su familia y el control que los padres tienen de las actividades de su hijo. Sólo así se descubrirá el verdadero motivo de la falta.

lunes, 21 de febrero de 2011

Padres de adolescentes


Una sicóloga norteamericana enseña a liberarse de la tiranía de los hijos adolescentes. Se dice que hay tres estilos de padres: los autoritarios que esperan que sus hijos se amolden a un conjunto de normas y los castigan cuando no obedecen. Este tipo de padres suele producir hijos retraídos, desconfiados, rebeldes.

El extremo opuesto, la paternidad permisiva es evidente en aquellos progenitores que evitan imponer sus reglas y permiten que sus hijos regulen su propio comportamiento. Esto a menudo permite demasiada autonomía y produce hijos que se sienten perdidos y que ansian tener límites.

El tercer estilo es el convincente. El padre convincente mantiene el control proveyendo estabilidad y cariño. Este enfoque no afecta la autonomía ni la Iniciativa. Estos padres dependen mucho del razonamiento verbal. Este es el estilo ideal para educar a los jóvenes de hoy. Según este estilo de padre si a uno no le gusta el hábito que tiene su hijo de ver constantemente televisión lo mejor qué puede hacer es eliminar el campo de batalla.

Un padre cuenta que compró otro televisor y lo colocó en el cuarto del joven al lado de su escritorio. Este truco le sirvió para dejar de discutir con su hijo, y para su sorpresa logró que hiciera su tarea y aún apagara el televisor para hacerla.