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Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

martes, 17 de mayo de 2011

Seguridad en la escuela


Asegúrese de que los niños entran al colegio. Si van en micro, un adulto tiene que acompañarlos cuando suben y recibirlos cuando regresan.

Indíqueles que no tienen que irse de la escuela con ninguna persona que no conocen, ni durante las horas de clase ni a la salida. Si tienen dudas sobre lo que deben hacer, lo mejor es consultarle a la maestra o pedir permiso para llamar a la escuela.

Si quieren hacer una actividad después del colegio que no estaba prevista tiene que llamar por teléfono a los padres para consultarles.

domingo, 15 de mayo de 2011

Niños solos por la calle


No tienen que ir a ninguna parte con alguien que encuentren por la calle, sea conocido o no, a menos que sus padres lo sepan y le hayan dado permiso.

Si notan que alguien los sigue, lo mejor es alejarse. No tienen que permitir que un desconocido les saque una foto.

Si un adulto les pide ayuda (les pregunta una dirección o les pide que lo acompañe a buscar un perrito perdido, por ejemplo) no tienen que responder, ya que una persona mayor tiene que recurrir a cualquier otro adulto.

Si están en un lugar público, como un cine o un shopping, no los deje ir solos al baño. A los varones mayorcitos, que ya no entran al baño de damas, acompáñelos hasta las cercanías de la puerta y espérelos hasta que salgan.

Asegúreles que jamás irá un desconocido a buscarlos s a alguno de los padres les pasa algo grave. Si una persona que ellos no conocen insiste en llevarlos diciendo que sus papas tuvieron un accidente tienen que comenzar a pedir ayuda a los gritos.

En lo posible tienen que ir al colegio junto con otros nenes, siempre por caminos iluminados, sin tomar atajos. Nunca tienen que hacer dedo.

viernes, 13 de mayo de 2011

Niños solos en la casa


Siempre tienen que pedirle permiso a uno de los padres antes de salir y tienen que dejar dicho dónele están, cuándo van a volver y cómo van a hacerlo.

También es útil que nosotros tengamos a mano los teléfonos de las casas de los mejores amigos de nuestros niños para que podamos comunicarnos si necesitamos hacerlo.

Cuando no están con adultos no tienen que abrirle la puerta de calle a ninguna persona desconocida o que, previamente, no haya anunciado visitar la casa.

Al atender el teléfono deberán responder que los padres están ocupados y no pueden hablar, pero nunca deben decir que no hay nadie más que ellos.


Charle con ellos y expliqueles que deben negarse enérgicamente ante cualquier persona que los toque en los lugares "que cubre la malla".

También confírmeles que tienen derecho a alejarse de cualquier persona que haga algo que los ponga incómodos, que los asuste o que los confunda.

Además, tienen que saber que usted va a escucharlos y a creerles si le cuentan que les sucedió algo así. Dígales que guarden en su cajón, bien a mano, los teléfonos de algunos familiares, un vecino y de la policía.

Si tiene que dejarlos al cuidado de una persona mientras usted trabaja, elija a alguien de quien tenga referencias certeras.

martes, 10 de mayo de 2011

Reacciones ante el cambio de los padres


No todos los niños responderán bien a la "fórmula de las buenas noches". Los niños que no tienen confianza en ellos mismos o tienen algún problema, no cooperarán al principio, pero es muy importante mantenerse haciéndolo todas las noches. Si el niño tiene dificultad en Identificar a|go positivo acerca de sí mismo, usted puede inducirlo diciéndole: "Me encantó como te quedaba ese pantalón que usaste hoy". O: "Es una maravilla lo bien que te llevas con tu hermanito". O bien decirle cosas por las cuales usted lo aprecia: que la haya ayudado a recoger la mesa o que le haya dado de comer al gato sin que nadie haya tenido que recordárselo.

¡No se rinda! Si la fórmula no da resultado las primeras veces, quizás es porque el niño está tratando de comprobar si usted de veras cree en este ejercicio... ¡y en él! Cerrar la puerta y abrir el corazón: "A veces", contaba una niña de doce años, "le digo a mi madre: 'Mámi, ¿puedo hablarte?', y ella me dice: 'Sí, mi amor'. Y yo le cuento todo lo que me está preocupando, y cuando termino, ella me mira y me dice: 'Qué era lo que decías, hijita..?' ". Desgraciadamente, la madre de esta niña no es la única que no atiende. Y los niños que se ven privados durante mucho tiempo de la atención de sus padres se sienten despechados, viven a la defensiva, se muestran poco cooperadores, indiferentes o batalladores.

Si algo de esto le ha sucedido con su hijo, usted puede persuadirlo de que confíe en usted nuevamente. Pero deberá dedicar tiempo a lograrlo... y enfrentar el problema en la forma correcta. Piense en los momentos en que usted le ha abierto su corazón a otra persona... esa persona le ofrecía una atención completa, ¿no es así? Y, además, esa otra persona habló muy poco, se concentraba en escucharla a usted y lo que le estaban diciendo.

Pues, el caso de su hijo no es distinto al suyo. Y si usted quiere que sus hijos abran su corazón lo primero es crear una situación similar. Escoja un lugar de la casa adecuado, y elimine todo tipo de distracciones. Aleje del área a los otros niños, a los animales, apague la televisión, la radio o el tocadiscos... dispóngase a escuchar.

La actitud corporal que usted asuma es tan importante como las palabras que vayan a intercambiarse. Siéntese cómodamente, pero bien cerca de su hijo, al alcance de sus manos. Manténgase relajada e interesada en lo que su hijo tiene que comunicarle. Su actitud ayudará a su hijo a sincerarse.

Si el hijo tiene alguna dificultad en comenzar, usted puede ayudarlo con algunas preguntas, como: "Dime, ¿qué fue lo que te sucedió hoy, que estabas tan enfadado?", "¿Cómo te sientes?". Si todavía el niño, o el joven, permanece callado, usted puede ayudarlo más todavía con comentarios de este tipo: "Sé muy bien lo complicado que le resulta a uno hablar de sus sentimientos". O bien: "No quieres decirme lo que te pasa porque tienes miedo de que yo vaya a criticarte o a pelear... Te aseguro que no lo haré!". (Y, por supuesto ¡no vaya a ocurrírsele hacerlo, pase lo que pase!).

Esté preparada para obstáculos de todo tipo. A algunos niños les resulta más difícil que a otros abrir completamente su corazón a los demás. Pero usted debe ser persistente y llenarse de paciencia. A lo mejor tiene que estarse un buen rato en silencio, con el brazo extendido sobre los hombros de su hijo. No se angustie si él la rechaza. Simplemente, déle una y otra oportunidad de que hable, en (as circunstancias adecuadas. Y finalmente verá cómo el tiempo y el amor que ha invertido ¡los recobrará con creces!

lunes, 9 de mayo de 2011

Padres que quieren cambiar


¿Se ven a ustedes mismos como otro tipo de padres que no sea el genuinamente interesado en sus hijos? Quizás forman parte de tantas personas que no recibieron en la niñez todo el amor que necesitaban, y ahora se les hace difícil amar... Y puede ser que, por mucho que lo deseen, ustedes no atinan con la forma de relacionarse con sus hijos, ni siquiera sepan por dónde comenzar. No se preocupen. Nunca es tarde para aprender y nunca demasiado temprano para comenzar. Así que aquí les explicamos clases de ejercicios que pueden comenzar a practicar desde hoy mismo.


A algunos niños les resulta más difícil que a otros abrir completamente su corazón a los demás. Pero usted debe ser persistente. No se angustie si el niño la rechaza. Simplemente, déle una y otra oportunidad de que se exprese, en circunstacias adecuadas. Si usted persiste verá cómo sus esfuerzos son compensados...

La fórmula de las buenas noches: ¿Está su hijo deprimido? ¿Es difícil lograr que se entusiasme por algo? ¿Es su actitud perturbadoramente negativa? Si es así, es muy probable que el niño no esté teniendo mucho éxito con respecto a la tarea de edificar su propia estimación... ¿Cómo puede ayudarlo?

Establezca el ritual de la hora de dormir que le explicaremos a continuación. Como verá, el foco de la atención del niño se dirigirá hacia sus logros y las fuerzas de que dispone para conseguirlos. Si el niño reflexiona todos los días acerca de estos aspectos de su vida, irá progresivamente adoptando una actitud más positiva. Este ritual requiere poco tiempo —quizás 15 minutos— pero vale la pena practicarlo.

La hora de dormir es un evento importante en la vida del niño. El tiempo que se le dedique ahora rendirá mucho más que ese mismo tiempo si se le dedica mientras come o mientras juega. (Y también reafirma a padres muy ocupados o que estén criando solos a sus hijos).

Acueste al niño y siéntese a su lado. Es muy importante establecer una atmósfera cálida, cariñosa, de aceptación. Es esencial mirarse a los ojos y estar físicamente cerca. Entonces, haga que su niño le cuente cada noche tres cosas: —algo que le guste de sí mismo —algo que hizo bien y lo dejó muy complacido —algo que piense hacer mañana.

Cuando el niño termine, haga usted lo mismo. Esta es una oportunidad maravillosa de comunicarle a su hijo ciertos valores humanos. Por ejemplo, usted puede sentirse bien consigo mismo porque supo irse temprano a la cama y al día siguiente estuvo alerta en su trabajo. O bien, porque pudo resolver algunas cuestiones que se presentaron en la casa, o pudo decirle a su esposo que lo quiere, o pudo ayudar a una amiga que tenía un problema... (según sea el padre o la madre quien o acueste). Cuando el niño y usted hayan terminado, abrácense y bésense y díganse: "Te quiero".

sábado, 7 de mayo de 2011

Los adolescentes invaden la casa


Papá no pudo disimular su malestar cuando al dirigirse a su sillón preferido, dispuesto a leer el diario, encontró en él a un amigo de su hijo. Estaba muy apoltronado, con las piernas sobre la mesita del living, hojeando con desgano una revista de rock.

Una tarde mamá llegó de hacer las compras y se fue derechito a la cocina para apurar la cena. Su hija con unos amigos se le había adelantado con su propio proyecto, prepararse una suculenta y variada merienda, y de esa tarea daban cuenta los utensilios utilizados que aparecían aquí y allá.

Pero son especialmente los días feriados los que se prestan para que los amigos de los hijos se instalen en casa y la transformen en su cuartel general. Se quedan a comer, a veces a dormir. y con el correr de las horas se les suman otros chicos. Entonces es frecuente que el baño esté permanentemente ocupado (¡no salen nunca!), y que la música se escuche en todas las habitaciones con un sonido no precisamente bajo (¡los vecinos!).

Mamá no da abasto haciendo sandwiches (¡cómo comen!), y si papá llega hambriento y sediento encuentra la heladera despojada (y hay que salir corriendo a comprar algo). Mientras, ellos fuman despreocupadamente sin importarles el destino final de la ceniza (cortinas, alfombras...). Y más: madre y padre sienten, sospechan, adivinan que están de más, porque las miradas de su hijo/a son muy elocuentes cuando se quedan junto al grupo. Y como no quieren soportar el futuro reproche (¡siempre me estás vigilando!), hacen mutis por el foro, pero ¿adonde? porque la casa no es demasiado grande...
"¿Siempre se tienen que reunir aquí?"

Ellos nunca se opusieron a que sus hijos recibieran a sus amigos; les da cierta tranquilidad y les gusta que sean sociables. Pero no pueden negar que por momentos se sienten francamente invadidos. Hay espacios "sagrados", en los cuales los adolescentes se acomodan y como son los invitados, los chicos de la casa no les ponen ninguna restricción.Pero mamá y papá no dicen una palabra; de ninguna manera mortificarían a sus hijos; se callan y aguantan, aunque no poder disfrutar de todos los ámbitos a sus anchas les molesta bastante.

Y no dejan de pensar: ¿por qué no se reunirán alguna vez en otra casa?''. Porque la suya, cuando se producen estos encuentros, no les pertenece como antes, al menos para estar y pasearse por ella con la comodidad habitual. La intimidad se ve perturbada: papá no se atreve a ponerse el piyama para ver la TV a gusto, y mamá resigna la bata y las chinelas.

La brecha generacional en este período es más intensa que nunca y hay que encontrar medios para acortarla. La comunicación con los adolescentes se hace difícil, es cierto; también es cierto que ellos están esperando un motivo para enfrentarse a sus padres y descalificarlos. Sin embargo, los necesitan, y este rechazo sistemático a lo que los progenitores dicen no es más que una forma de afirmar su identidad. De manera que para solucionar el tema de la "invasión" hay que apelar a la imaginación.

Se puede intentar llegar a acuerdos y negociar zonas y horarios: "El sábado nosotros vamos al cine; vos y tus amigos pueden quedarse en casa"; "hoy queremos mirar televisión en el living, ¿si escuchan música en la habitación?"...


Cuando se trata de una reunión ocasional, de ésas a toda música, a toda comida, a toda "pilcha", y con invitados que superan el número habitual, el asunto es otro. En tanto hayan avisado con anticipación, y se ocupen de organizar todo, no existen impedimentos. Pero, cuidado: siempre y cuando respeten y hagan respetar la integridad del lugar y no repitan ese tipo de fiesta todos los fines de semana. Es probable que al día siguiente la encargada de restaurar el orden donde alguna vez lo hubo sea mamá, pero hay que tratar de comprenderlos, acompañarlos en su crecimiento y compartir algo con ellos. Por eso, vale la pena tolerar ese trabajito extra.

Y no olvidar que chicas y muchachitos tienen que conocer el límite de sus deseos, y, ya que están probando cómo estar en el mundo, enseñarles a respetar la vida de los demás (en este caso la de sus padres) es un muy buen ejercicio.


viernes, 6 de mayo de 2011

Los buenos padres


Los padres genuinos sienten positivamente acerca de ellos mismos y de sus hijos. E mensaje que envían es: "Me gustas. Eres buena persona". El hijo de padres que lo quieren genuinamente recibe, como todo niño, el mensaje que le envían, y responde de estas maneras:

—"Les gusto".
—"Me dan responsabilidades".
—"Puedo hablarles: me atienden".
—"Les gusta besarse y apretujarse conmigo".
—"Si se equivocan, lo admiten".
—"Me toman en serio".
—"Les gusta estar conmigo".

Cómo se sienten interiormente los hijos de padres genuinos: Estos niños poseen propia estimación. Y se dicen a sí mismos:

—"Me siento una persona; no una cosa que empujar para un lado y para el otro".
— Soy un miembro importante de esta familia".
— Me tienen en cuenta. Yo aporto algo a la familia".
— La mayoría de las personas que conozca me aceptarán".

Como se comportan los hijos de padres genuinos: Los hijos de padres genuinamente interesados en sus hijos, son niños muy capaces. Son espontáneos, activos, energéticos, felices; se llenan de entusiasmo; son confiados, un poco "sabiondos", pero abiertos a nuevas ideas; reflexivos y muy considerados con los demás.


Cómo se originan los padres genuinos:
Cuando estos padres a su vez eran niños, sus propios padres tenían fe en ellos, o bien, ya de mayores, han sido personas que han hallado la manera de sentirse en paz consigo mismas, y que en algún momento, tomaron la decisión consciente de que no iban a hacer el papel de víctimas en este mundo. Estos padres se toman en serio a sí mismos.

Sienten al mismo tiempo respeto y compasión por sus personas, pero evitando ser indulgentes, malcriarse o engañarse con respecto a lo que son. Cuando cometen un error, lo utilizan como una oportunidad de aprendizaje. Se recuperan por sí mismos, sin necesidad de perder tiempo en lamentaciones inútiles. Los padres genuinos saben cómo divertirse. Y puede considerarse que sus hijos son niños muy, muy afortunados.

miércoles, 4 de mayo de 2011

hijos de padres desentendidos


Cómo se comportan los hijos de padres desentendidos: Los hijos de este tipo de padres pueden presentar los siguientes síntomas: tendencia a robar, a ser exagerados, depresión, indiferencia a lo que les rodea, ansiedad, conducta fastidiosa, dolores de estómago.

Para evitar tener que enfrentar verdades dolorosas, los hijos de padres que se desentienden suelen gastar grandes energías tratando de negar lo que ven y lo que sienten. Especialmente después de un divorcio, si el padre sólo ve a sus hijos muy de tarde en tarde, y los niños saben perfectamente que él podría estar con ellos más a menudo si quisiera.


Resulta demasiado fuerte para los niños admitir que su padre no quiere estar con ellos, y por eso buscan alguna fórmula para negarlo. Una niñita se convenció a sí misma de que su padre era un hombre extremadamente ocupado, y entonces fabricó en su imaginación una elaborada historia en la cual ella estaba al cuidado de la casa, le preparaba sus comidas, lavaba sus ropas, lo cuidaba, para que la vida de su padre fuera más confortable...

A nosotros puede resultarnos desgarradora esta historia, pero gracias a esta invención la niña pudo salvar su estabilidad síquica. Cómo se originan los padres desentendidos: Los padres aue se Desentienden de sus hijos, que nunca están disponibles, generalmente sienten que ellos mismos crecieron sin amor suficiente. Por esta razón, alguno en la pareja se resiente de cualquier atención que el otro prodigue a los hijos, y al mismo tiempo desconfían de la propia habilidad para amar o para ser padres... Se sienten incómodos con la cercanía de otro ser humano, la intimidad: no aceptan bien sus propios sentimientos y los de los demás, y resienten las necesidades afectivas de sus hijos. Mientras más los necesiten los niños, más incómodos se sentirán. En vez de tratar de resolver estos problemas, prefieren distraerse con lo que esté sucediendo con su pareja, su trabajo o sus amigos.

Otros padres se desentienden bajo algún tipo de presión, como el trauma del divorcio, por ejemplo, que en el caso de la mujer significa también la necesidad de sustentar a su familia en la ausencia del padre. Padres que en situaciones normales son amorosos y generosos, se vuelven indiferentes, cuando sienten que no pueden luchar contra todos los problemas del mundo exterior que los asaltan... Voluntariamente o no, los padres desentendidos están siempre distraídos por un tipo cualquiera de problemas. La amarga vendad es que hay muy poco lugar en sus corazones o en sus cabezas para albergar a sus hijos y lo que ellos puedan estar sintiendo.

lunes, 2 de mayo de 2011

Cómo se originan los padres ineptos


Sicológicamente hablando, los padres ineptos son seres inmaduros. De niños, los mimaban excesivamente o los malcriaban. Ahora ellos no pueden, realmente, asumir ninguna responsabilidad. Tener que participar de la vida de sus hijos les parece una tarea devastadora. Como generalmente poseen poca estimación propia, esta situación los hace sentirse aún más incompetentes.

Asustados por las demandas de la vida, algunos usan del alcohol y los estupefacientes como medio de anestesiarse contra las penas (y de paso posponen tenerse que enfrentar con lo que en ese momento los esté arrasando). Los hijos de padres ineptos son niños que se encuentran en una situación muy dura, y merecen la ayuda persistente de los adultos.


Los padres que se desentienden de sus hijos nunca están disponibles para los niños, o cuando están con ellos están preocupados por otras cosas. El mensaje que trasmiten es: "Tú no eres terriblemente importante para mí". El niño, como siempre, recibe el mensaje y reacciona en alguna de estas formas:

—"No les gusto. Quisieran que yo no anduviera ni por todo esto".
—"No sé cómo obtener la atención de mis padres".
—"Están siempre tan ocupados".
—"Siempre hay algo en sus vidas más importante que yo".
—"Me hacen promesas, pero luego no les importa no cumplirlas".
—"No ocupo un lugar en sus vidas".

Cómo se sienten interiormente los hijos de padres desentendidos: Si un niño acepta el mensaje de los padres desentendidos, probablemente piensa:
—"No soy importante".
—"Nada de lo que hago es suficiente para ellos".
—"No me gusto a mí mismo".

Los niños que no aceptan el mensaje de indiferencia de estos padres, dirían así:
—"No sé por qué no les gusto. Espero encontrar a alguien a quien le guste entretenerse conmigo".
—"Ellos sí me quieren, sólo que están demasiado ocupados para estar conmigo".

domingo, 1 de mayo de 2011

Atrapé a mi hijo adolescente con fotos


Muchos padres se preguntan cómo deberían reaccionar si descubren que su hijo adolescente se dedica a mirar revistas, comics y fotos de cariz erótico.

Mi hijo Jorge, de 13 años, parecía muy agobiado con los estudios. Decidí sorprenderlo con su comida favorita y llevársela amorosamente a su cuarto. Cuando abrí la puerta me quedé de piedra al ver esas imágenes de chicas desnudas. Todo fue muy rápido y confuso. Tomé la revista y le pregunté que de dónde había sacado esa porquería. «Las venden en todos los kioskos» fue su respuesta. «¿Ah, sí?, ahora te quedas sin mensualidad», concluí yo. La verdad es que cuando salí de su cuarto con la revista en las manos me sentía muy preocupada. ¿No sería mi hijo un chico obseso o anormal? Decidimos no volver a hacer alusión al tema.

Al cabo de unos meses, ordenando su habitación se me ocurrió mirar en un cajón y descubrí más fotos eróticas. Mi disgusto fue mayúsculo. Me sentía desorientada y sin saber cómo reaccionar ante mi propio hijo. En la comida fui a buscarlas y delante de su padre dije: «Mira en lo que se entretiene tu hijo últimamente». «¿Te parece bien andar con estas cochinadas?», dijo mi marido. «No es asunto de ustedes; además, mis amigos también lo hacen.» Un portazo del chico zanjó la conversación.

La comunicación con nuestro hijo, que hasta ahora había sido de lo más normal, se hizo más tensa; rehuía hablarnos de lo que hacía habitualmente y se mostraba distante. Me sentí un poco culpable. ¿Habría actuado bien?, ¿es tan grave que un adolescente vea esas fotos? Al poco tiempo recibimos la llamada de una de las profesoras de Jorge. Acudimos a la cita. Nos comentó que nuestro hijo hacía frecuentes alusiones o chistes en clase que ponían de manifiesto su preocupación y curiosidad por lo referente al sexo. Le comentamos lo que había ocurrido en casa. Nos tranquilizó saber que éste era un hecho bastante habitual entre los chicos de esta edad. Ella nos aseguró que enojarse o quitarle las fotos o revistas sólo contribuiría a reforzar en el chico el sentimiento de que el sexo era algo sucio y vergonzante.

A esta edad, nos dijo, el sexo es todavía una asignatura pendiente y estas fotos, satisfacen su curiosidad por lo que aún no está a su alcance. Si los niños han aprendido todo lo necesario sobre su desarrollo, los adultos no tienen por qué preocuparse. Al fin y al cabo, dentro de ciertos límites, ésta es una manera de documentarse sobre algo que está a la vuelta de la esquina en sus vidas. Por supuesto que estas fotos también los excitan, pero si concebimos la sexualidad como algo natural, esto no hay que considerarlo como un placer prohibido.

Gracias a esta charla, comprendimos que no debía ser fácil para él afrontar y compaginar sus nuevas necesidades fisiológicas con una vida afectiva plenamente satisfactoria. Quizá, nunca habíamos abordado el tema con naturalidad ni habíamos entendido^que esto era tan primordial para su crecimiento. Creyendo que éramos padres ejemplares, lo censuramos en lugar de ayudarle, dialogando con él sobre la sexualidad y la pornografía. Pero nunca es tarde para dar marcha atrás.