El amor y los padres de adolescentes
Los padres deben acompañar a sus chicos adolescentes en este malestar, y no burlarse de su tristeza. Muchos adultos satirizan o toman en broma estas pequeñas-grandes angustias de amor de sus
hijos. Esto no es correcto porque por su edad consideran que es trascendente lo que están viviendo y es importante respetarlos.
No se debe minimizar su dolor porque sea adolescente. Los chicos también sufren, y los padres deben compartir y ayudarlos a superar este trance.
Sin embargo, algunos padres reaccionan agrandando de tal manera este mal de amor, que termina siendo perjudicial. Sus hijos lloran y ellos también. Se identifican tanto con sus chicos que pierden madurez. Creen que como esa relación amorosa falló ningún otro buen candidato aparecerá. Todo está perdido, piensan, y así desaniman más a su adolescente.
Lo adecuado es tomar una posición equilibrada, acompañándolos en su angustia, pero no desesperándose como ellos. ¿Cómo? Escuchándolos, aconsejándolos y ayudándolos a superar el dolor por no ser correspondidos. Debemos estimular su autoestima e infundirles con calidez confianza en sí mismos. No hay que desesperarse junto a ellos. El adulto puede identificarse con el dolor adolescente porque conoce lo que son los males del amor, pero también debe conservar cierta distancia para tironearlo a salir del pozo. No sirve hundirse con él. Los padres deben ser balsas.
Estas crisis pueden servir de oportunidad para mejorar el vínculo
padres-hijos que muchas veces se quiebra en la adolescencia por la rebeldía y el desafío que manifiestan los jóvenes. Si los padres demuestran que están seguros de su autoridad, que tienen experiencia de vida y capacidad para comprender las desesperanzas y deseos de los más chicos podrán utilizar esta crisis para recomponer y mejorar la relación que tienen con sus hijos.