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Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

sábado, 9 de julio de 2011

Si se lesiona jugando


Cuando un niño sufre una lesión al hacer deporte, hay que tener siempre en cuenta la regla de oro «CHAP»: Compresión, Hielo, Altura, Pausa. Lo primero es detener de inmediato la actividad corporal (Pausa).

Después es conveniente enfriar la zona lesionada (Hielo). Aplicar un vendaje de compresión para detener hinchazones o hemorragias (Compresión). La posición en alto del miembro dañado es importante (Altura).

jueves, 7 de julio de 2011

Los dictados para los niños


Dictados en cd. El mismo niño se dicta un texto en el grabador; primero texto completo y más tarde en pequeñas unidades. Esta forma de practicar tiene muchas ventajas: el niño tiene que leer previamente, pronunciar con claridad y escuchar atentamente. Además puede elegir él mismo la velocidad de la escritura simplemente parando el cd. En muchos casos suele conseguirse de esta manera aumentar la velocidad de escritura individual, lo cual es importante para los posteriores dictados en el colegio. Muchos niños hace faltas precisamente porque tienen que escribir demasiado rápido.

Dictado con señas. Elige para ello un texto de un libro de cuentos o simplemente palabras del fichero. El texto se lee primero y a continuación se dicta de modo que tu hijo pueda evitar las faltas de ortografía. Para ayudarlo, antes del dictado pueden llegar a un acuerdo sobre como le vas a avisar de los peligros; por ejemplo tosiendo, con una palmada, golpeando la mesa u otra señal cualquiera. En este caso tú eres tan responsable como tu hijo de que el dictado salga sin faltas.

Dictado con diccionario. Díctale a tu hijo una lista de palabras sobre un determinado tema (el hogar: calefacción, ventana, sofá, silla, percha..., etc.). El niño anota las palabras y busca en el diccionario su correcta ortografía. De esta manera, se va acostumbrando a utilizar el material de consulta, y aprende que no hace falta saberlo todo, pero sí saber dónde encontrarlo.


martes, 5 de julio de 2011

Los adolescentes y el consumo de alcohol

Beber con los amigos se ha convertido en una ceremonia arriesgada. A despecho de la advertencia anterior, cualquiera sabe, o ha visto, que en muchas familias se comete la "chistosa" imprudencia de que aun los más niños de la casa brinden con un sorbito de alcohol, e incluso a algunos se les permite ir probando el vino con soda "para que se acostumbren y el día de mañana no les haga mal".

Si se trata de varones, especialmente, algunos suponen que estos hábitos los harán "más hombres". Es así que el alcohol llega a adquirir el mismo significado de rito iniciático que posee el primer cigarrillo. Con esta actitud, los adolescentes -que están con un pie en la infancia y otro en la madurez- asocian el hecho de beber con un permiso de entrada en el mundo de los adultos. Bebiendo se sienten mayores.

Algo distinto ocurre con las bebidas fuertes: la "luz verde" no se enciende en el hogar, pero, en cambio, son totalme te accesibles en los bares, pubs, discotecas y fiestas de amigos. En muchas barritas de jóvenes, el que pide un refresco está mal visto y se arriesga a ser considerado un niño.
A duras penas se tolera esta actitud en las chicas, aunque también esto está cambiando. "Cuando salgo con mis amigos suelo pedir un jugo de tomates y les digo que lleva un poco ginebra para que no me pregunten por qué no bebo", cuenta Julieta, de 16 años. En cambio, Facundo sostiene muy convencido: "Una copa de vez en cuando no hace nada. En las discotecas te lo incluyen junto con la consumición... no vas a ser tan marciano de cambiar ese trago por un refresco".

Sea como fuere, el panorama es preocupante: aunque la familia no sea tolerante con el consumo de alcohol por parte de los jóvenes, es indudable que fuera de casa las normas paternas pasan fácilmente a segundo plano y es el grupo de pares el que lleva las riendas.

sábado, 2 de julio de 2011

Corregir faltas de ortografía


Existen otras posibilidades. La variedad de juegos idiomáticos encaminado la corrección de faltas ortográficas o apoyo de una defectuosa pronunciación muy amplia. Un ejemplo sería el de formar con las letras de una palabra —o-r-t-o-g-r-a-f-í-a por ejemplo— todas las palabras posibles; por supuesto está permitido el uso del diccionario.

Otro caso es el intentar descubrir nuevas palabras en texto cualquiera, por ejemplo: «nueve lámparas son diez puntos de luz», porque entre ellas hay una vela.

La renovación del dictado. Para muechos profesores el dictado sigue siendo el método preferido para examinar la ortografía de los alumnos. Pero existen maneras de conseguir que los dictados tengan más sentido. En cualquiera de los casos, no se trata de contar las faltas, marcarlas con rojo y anotarlas al final. Más bien hay que intentar que el niño evite esas faltas. Es muy positivo que el alumno aprenda a reconocerlas y corregirlas por sí mismo. Existen diferentes juegos en torno a los dictados que pueden servir de ayuda a los problemas del niño si le damos una ayuda y los realizamos juntos en casa.


jueves, 30 de junio de 2011

Los niños y el alcohol


Si beben, se creen adultos

Las bebidas alcohólicas se dividen en dos grupos: las suaves y las fuertes. El primer grupo está constituido por el vino, la sidra, la cerveza y el champán. El segundo, por el whisky, el ron, la ginebra, el coñac, los tragos largos...

Está claro que las bebidas suaves son las que suelen consumirse dentro del hogar, en la mesa familiar, en las celebraciones de cumpleaños y fiestas navideñas. Además, las costumbres populares de nuestro país influyen, por ejemplo, en el consumo de vino, al que se considera normal e inofensivo. Sin embargo, no está de más recordar que una sola gota de alcohol o un simple bombón de licor puede intoxicar gravemente a un niño pequeño.

martes, 28 de junio de 2011

Faltas de ortografía


El fichero de palabras. Es un excelente sistema que da unos resultados muy positivos, ya que el niño participa muy directamente en la elaboración y mantenimiento de este fichero. Basta una caja de zapatos dividida en tres compartimentos. En el primero se ponen las palabras nuevas, en el segundo las palabras que tu hijo ya conoce, y la última casilla corresponde a las que conoce muy bien.

En la parte delantera de cada ficha se dibuja lo que significa la palabra (por ejemplo un rayo, un zapato, una vaca) y por detrás se escribe la palabra. El pequeño puede ir ampliando el fichero con palabras que vaya conociendo dentro y fuera del colegio, y poco a poco, y si continúa trabajando estará muy completo. Con este fichero el niño puede practicar jugando: construyendo frases sin tener que preocuparse por la ortografía, y de manera pasiva las palabras se irán grabando en su memoria.

domingo, 26 de junio de 2011

El alcohol y los jóvenes


Canciones de toda la vida, coplas populares, tangos, boleros y baladas,han hecho del alcohol exaltación, entretenimiento, paño de lágrimas o símbolo de camaradería.

Actualmente, también ocurre que parte de la música que escuchan los jóvenes les habla de la bebida como un elemento cotidiano que ya está naturalmente incorporado a su vida. Y a los adultos se nos ponen los pelos de punta cuando los expertos en el tema nos hablan de la existencia de púberes alcohólicos; niños de 10 u 11 años que beben a escondidas de sus padres. Ni qué hablar, entonces, de los adolescentes que no se esconden para hacerlo: cualquiera puede verlos, ya no en los bares, sino en las cercanías de los quioscos, agotando una botella de cerveza tras otra.

¿Exageraciones? No. Basta abrir los ojos y ver esa realidad que, por apremiante, no debería ser ignorada. ¿Qué hacemos nosotros para evitar este consumo precoz y, sin duda, dañino? ¿O acaso lo estamos fomentando por omisión o por desconocimiento de la gravedad del problema?

viernes, 24 de junio de 2011

La escritura de los niños


A los 9 o 10 años, para nuestros hijos la escuela empieza a ser ya algo muy serio. Reciben sus primeras notas y los resultados de las pruebas les afectan mucho.

Pero Daniel, otra vez has vuelto a escribir burro con «v»; siempre haces la misma falta», o «¡Mónica, ¿cuántas veces tengo que decirte que delante de «b» y «p» se escribe siempre «m» y no «n»? Advertencias o recriminaciones de este tipo suelen ser muy frecuentes cada vez que los padres nos detenemos en el último dictado que nuestro hijo ha hecho en el colegio, o bien cuando repasamos la carta que han escrito a los abuelos.

Nos preocupa su escritura. Es natural que al ver que nuestros hijos tienen cierta dificultad con la ortografía intentemos evitarlo de alguna manera. Queda fuera de dudas que adoptar una postura de recriminaciones o castigos no es en ningún momento lo más adecuado, y más si tenemos en cuenta que son muy variadas las posibilidades, mediante juegos o fichas de palabras, que tienes de ayudar a tu hijo en este terreno. Tu ayuda, como suplemento a la enseñanza recibida en sus clases de lenguaje, puede resultarle muy útil y divertida a la vez.

miércoles, 22 de junio de 2011

Mejorar la relación con hijas adolescentes


Por supuesto que hay salidas. O mejor dicho, entradas y salidas de un momento vital, complejo e inevitable. Para enfrentarlo, no sirven ni los autorreproches (¿en qué fallé como madre?) ni las acusaciones (a esta chica nadie la entiende). Más positivo resulta, en todo caso, aceptar plenamente que, hagamos lo que hagamos y digamos lo que digamos, no podremos evitar que nuestra hija se rebele, se oponga a nuestros deseos e incluso nos ataque despiadadamente. Ella necesita hacerlo, para poder crecer y encontrar su propio modelo de vida, su propio "ser mujer". Y paradójicamente, cuanto más amor y cercanía existen, más furibundo surge el tironeo.

De poca utilidad resulta decir, en un rapto de furia: "¡Está bien! ¡Que se arregle sola, si eso es lo que quiere!". O escuchar en boca de la jovencita: "¡No te metas más, no te necesito!''. Ambas -madre e hija- intuyen que eso tampoco es cierto. Lo difícil de esta etapa es que las hijas todavía nos necesitan, pero sólo aceptan de nosotras un acercamiento preñado de distancia y de respeto por sus búsquedas y errores.

Querer sin asfixiar, guiar sin tiranizar, observar sin condenar, tolerar lo distinto... Estos principios de convivencia que tan difíciles resultan de aplicar en toda crianza se convierten en todo un desafío cuando los hijos llegan a la pubertad y la adolescencia. Y más difíciles aún cuando de madres e hijas se trata.

Porque ambas son como un espejo que refleja similitudes y diferencias. Si dejamos de mirar a nuestra hija buscando en ella a la bebita dócil que ya no está podremos volcar en nosotras mismas una mirada más piadosa, menos exigente, más libre. Si en vez de preguntarnos: ¿en qué fracasé? buscamos nuevos rumbos para esta etapa de nuestra vida, estaremos creando las condiciones para tener una relación más calma con nuestras hijas.

En definitiva, hay algo que sí puede ayudarnos a que "la sangre no llegue al río", y es desdramatizar estas situaciones. Y tener siempre presente que los conflictos de esta etapa son como la acné: pasan, aunque del cuidado que pongamos depende si quedarán o no cicatrices.

Algo más: también sirve retirar un poco esa mirada obsesiva que posamos sobre la conducta de nuestra hija (¿qué le pasa? ¿qué quiere? ¿por qué hace/piensa/dice esto o lo otro? ¿por qué no me lleva el apunte?) y prestar más atención a lo que nos pasa a nosotras, las madres. En la vida de cualquier mujer, ésta puede ser una etapa signada por el temor al envejecimiento y a sentirse inútiles -porque los hijos están creciendo y ya no nos requieren tanto- o, por el contrario, una oportunidad de encarar nuevos rumbos.

Suele haber más tiempo: para retomar los estudios que alguna vez se abandonaron, para intentar algún trabajo (si hasta el momento la única ocupación fue la de ama de casa), para encontrarse con las amigas, para realizar gimansia... En el camino de la maduración no todas son "pálidas", tal como diría un adolescente. Las mujeres que así lo entienden y así lo viven están tan satisfactoriamente ocupadas en desarrollar sus propias potencialidades que no tienen tanto tiempo para torturarse con los avances y retrocesos de sus hijas.

Ni víctimas ni verdugos: madres e hijas, simplemente. Y la vida que avanza incesantemente, que fluye sin que podamos detenerla. Con sus torbellinos que remueven el torrente de amor, y sus remansos de calma que nutren y enriquecen las aguas. A nadar en ellas también se aprende.

domingo, 19 de junio de 2011

Desencuentros y dramas con hijas adolescentes


Es frecuente que, aun con la mejor intención, muchas mamas de hijas adolescentes digan una cosa, hagan otra y en el fondo de su corazón sientan algo totalmente distinto. Y un caso claro es el de los límites y las salidas. La madre dice que después de todo está bien, que su hija está grande y no la perseguirá con la cuestión de los horarios. Pero lo que hace es ocultarle que la noche anterior estuvo muy angustiada porque eran las 12 y aún no había llegado. Y lo que siente auténticamente sólo aflorar aunque disfrazado) cuando la regañ porque estuvo una hora pegada al teléfo no o dejó la ropa tirada por el piso.

Complicado, ¿no? Como la vida misma. Pero lo contrario sólo existe en la novelas de nuestra infancia, en aquella Mujercitas que leíamos y releíamos 3 que tan poco tiene que ver con la vida de hoy.

También es común imaginar que nuestras hijas no tendrán nada que reprocharnos, ya que nosotras les estamos proporcionando una imagen de mujei más actualizada y moderna que aquella que nosotras vimos en nuestras madres. Sin embargo, una excursión por la realidad nos puede demostrar rápidamente cuan ilusorias son esas fantasías.

En efecto, es muy fácil comprobar cómo la jovencita que tiene una madre activa, profesional y autosuficiente en materia económica, se queja de que "mamá nunca está en casa cuando la necesito; en cambio, la 'vieja' de Laura es brutal, siempre nos espera con alguna torta cuando caemos por su casa''. Y entretando, la mencionada Laura se lamentará de que su madre sea ' 'sólo una ama de casa, tan tradicional, tan quedada".

Por aquí y por allá, los ejemplos abundan.

• La madre se queja de que su hija nunca colabora con las tareas de la casa. La hija protesta porque -según ella- cada vez que intenta meterse en la cocina su mamá está "encima' de ella y no le permite hacer las cosas a su modo.

• Si la madre es coqueta, atractiva y no sabe hacerse discretamente a un lado, la hija se sentirá invadida y se lamentará amargamente de que "mi vieja está siempre metida en mis reuniones; a todos mis amigos les parece encantadora porque no la han visto en su papel de bruja". Y si la hija suele andar desaliñada y "rotosa" -algo quea mamá le pone los pelos de punta-, bastará que un día ambas salgan juntas para que aun asila madre reciba el fatídico piropo de "suegra' '. Y entonces la confusión, el malentendido, volverán a reinar entre ambas.

¿Es que no hay salida?