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Cómo alimentarse y alimentar a sus hijos

Madre es madre! Y para la mayoría, la mayor preocupación en el día a día con los niños es sin duda la comida. Algunos porque los niños ...

sábado, 26 de febrero de 2011

Un niño demasiado bromista


Un niño alegre es un niño feliz. ¿Quién lo duda? Un niño espontáneo, saludablemente inquieto y juguetón, un pequeño que bromea y se ríe es la expresión viva de una infancia dichosa y de un crecimiento sin trabas. Pero no toda gracia es saludable ni todo humor significa felicidad. También en esto caben excesos. Veamos, si no, el caso de Claudio.


Una mañana en el colegio, para hacer reír a sus compañeros metió una lagartija en el cajón de la mesa de la maestra. Cuando ésta entró en clase, el silencio era tan denso que casi podía tocarse. A los diez minutos abrió el cajón para buscar una tiza y... desde luego que todos se rieron ante el salto que pegó. Y a Claudio le tocó desfilar, en loor de multitudes, camino del despacho del director. Claro que a sus padres, cuando fueron informados, la cosa no les hizo tanta gracia.

Y es que hay niños muy graciosos. A las bromas de Claudio no les falta osadía y, muchas veces ingenio. Son golpes maestros que le aseguran celebridad. De hecho ya es famoso, y no sólo en su colegio, sino en parte del distrito escolar. Una celebridad duramente adquirida después de una intensa carrera ascendente.

En otra ocasión la profesora de inglés llegó al aula unos minutos antes de lo habitual. No sospechaba ella el llamativo espectáculo que había estado a punto de perderse. Claudio, en el frente, realizaba para sus colegas una perfecta imitación de "la cotorra de inglés", con graznidos y todo.

No hablemos de su casa, donde están ya un poco más que hartos. Una de sus especialidades son los números de terror. Puede surgir de la oscuridad con un súbito alarido, poniendo a su abuela al borde del infarto. Su mamá recuerda con espanto la tarde en que lo encontró tendido en mitad del living, con los ojos en blanco mientras de sus labios resbalaba un líquido rojo. Por suerte se trataba de simple mercromina.

No hay duda de que el niño tiene un gran sentido de la teatralidad y una cuidada escenografía. También es especialista en imitaciones. Cuando un personaje de la tele le llama la atención, imita su voz y sus gestos las 24 horas del día, y sigue erre por erre aunque ya no haga gracia y para hastío de quienes lo rodean.

¿Qué nos está indicando el comportamiento de Claudio y de otros que, como él se hacen los payasos todo el tiempo?

No se nos entienda mal. Un payaso es un personaje tierno y cercano para los niños. Imitarlo es una de las cosas más saludables que hay. El sentido del humor, además, es una cualidad muy importante en las personas. Incluso funciona muchas veces como un valioso mecanismo adaptativo frente a situaciones difíciles.

Pero en algunos niños observamos un exceso, una patética desesperación por hacer gracia a toda costa, aunque la reacción de los demás muestre claramente lo contrario. Algo no anda bien.

Claudio, sin ir más lejos, tiene resultados escolares que dejan mucho que desear. Y tiene un hermano que, por contraste, obtiene calificaciones excelentes. Sus padres no disimulan sus preferencias por este escolar brillante, inteligente y dócil.

Con su conducta Claudio está buscando eso que se repite tanto a la hora de explicar muchos comportamientos infantiles: llamar la atención. Dicho de otra forma, busca reconocimiento y afecto, gustar y sorprender con sus gracias.

El aprendiz de cómico convertido en bufón

Cuando Claudio era todavía muy niño, su familia celebraba con ganas sus monerías infantiles. Siguió creciendo y fue evidente que había resultado agraciado con el don de la chispa, del humor y la gracia espontáneos que hacían reír a todos. Hasta que sus primeros fracasos escolares, en contraste con los triunfos de su hermano, comenzaron a robarle la auténtica alegría. Contraste que además fue resaltado, al establecer inoportunas comparaciones, por unos padres carentes de tacto. Y como ya se había especializado en hacer reír, esa especialidad suya tenía ahora que cargar con el peso de apuntalar su maltrecha valoración de sí mismo.

La verdad es que aún tiene gracia muchas veces, pero otras tantas tiene muy poca o ninguna. Además con frecuencia hay en sus bromas verdadera mala onda, que delata la amargura y la angustia que laten en el fondo.

viernes, 25 de febrero de 2011

Recuperar cursos en vacaciones


Con respecto a los menos afortunados, hemos de pensar primero en los motivos de su fracaso escolar, ya que cada caso es distinto. Y si la clave de una buena recuperación reside justamente en que ésta se adapte a las características concretas de cada niño, no olvidemos que no existen cuadernitos "a medida". Por lo tanto, no pueden ayudar a todos los escolares por igual.

Además, el verano no suele ser una época propicia para recuperar un curso entero. Por lo general, el trabajo forzado sólo consigue aumentar la desmotivación del niño y su aversión por el estudio. Esto no significa que haya que abandonarlo a su suerte pero, desde luego, su salvación no pasa por llenarle las vacaciones con cuadernitos.

Cómo mínimo, sería conveniente darle un mes de absoluta vacación escolar, sin trabajo, antes de tomar otras medidas; por ejemplo:

• Elaborar junto con la maestra un plan de estudios individualizado para recuperar en vacaciones. Dicho plan debe incluir, además, un horario de estudio, la creación de un clima adecuado que favorezca la concentración, y cuadernitos sólo como un material de apoyo más (no el único).

• Si existe la voluntad o la costumbre de utilizar estos cuadernitos, no debemos elegir el primero que veamos sino aquellos que guarden mayor relación con los libros de texto utilizados durante el curso; los que no supongan un gran cambio en los modos de explicar y presenten el trabajo al que el niño está acostumbrado y los que admitan la utilización de otros materiales.

En cualquier caso, nunca deberíamos olvidar que para nosotros las vacaciones son sagradas, lo hayamos hecho bien o mal durante el año. Nosotros, los adultos, necesitamos cambiar de actividad si queremos volver revitalizados, ellos también.


miércoles, 23 de febrero de 2011

Actividades educativas para las vacaciones


Los niños que han obtenido resultados satisfactorios se merecen la mejor recompensa: no estudiar nada en vacaciones. Volver a insistir sobre los mismos aprendizajes sería difícilmente justificable y de dudosa productividad. Es cierto que hay niños devoradores de actividades escolares que hasta piden los cuadernitos por propia iniciativa. Sin embargo, hay otras alternativas para ofrecerles:

• Algunos buenos libros. Leer es una actividad más grata y motivadora, compatible con el ocio y que, a la vez, exige trabajo intelectual.

• Actividades de tipo manual (dibujos, maquetas, construcción de aparatos sencillos, etc.), que no sólo van a precisar de su habilidad, sino también de su paciencia.

• Facilitarles los suplementos infantiles de los diarios, que contienen ideas atractivas para llenar el tiempo de ocio.

En definitiva, de lo que se trata es de que el niño cambie sustancialmente de actividad.

martes, 22 de febrero de 2011

Estudiar en las vacaciones


Cuando llega la hora soñada de arrinconar por unos meses el ajetreo de libros, fotocopias, cuentas, mapas y problemas por resolver. Sin embargo, es una costumbre, cada vez más extendida entre maestras y padres, la de invadir el período estival de los niños con actividades de estudio. Para ello, acuden a los cuadernitos de vacaciones que, por lo general, no son más que un resumen de los aprendizajes más importantes que han debido realizar durante el curso.

La intención no es mala

Los adultos pensamos que un largo verano sin tocar un libro va a perjudicarlos cuando vuelvan a clase. Tememos que se les olvide todo y creemos que no es bueno que holgazaneen... Pero de ahí a considerar los cuadernitos como el bálsamo que los aliviará del mal de la pereza o como un compañero milagroso que les hará recuperar en varios días lo que la maestra no ha conseguido en varios meses de trabajo, hay todo un abismo.

Posiblemente, sólo consigamos tranquilizar nuestras conciencias. Por ello, es conveniente plantearse hasta qué punto es necesaria su utilización, al menos de manera indiscriminada.

Es indudable que estos cuadernitos de verano pueden resultar materiales ventajosos para repasar lo realizado en el curso escolar y, por otra parte, pretenden servir de instrumento de recuperación para los chicos con resultados finales deficientes. Su diseño es muy atractivo y los pequeños pueden creer que su cuaderno es, como la bici, el traje de baño o los helados, un elemento más de las vacaciones estivales.

lunes, 21 de febrero de 2011

Padres de adolescentes


Una sicóloga norteamericana enseña a liberarse de la tiranía de los hijos adolescentes. Se dice que hay tres estilos de padres: los autoritarios que esperan que sus hijos se amolden a un conjunto de normas y los castigan cuando no obedecen. Este tipo de padres suele producir hijos retraídos, desconfiados, rebeldes.

El extremo opuesto, la paternidad permisiva es evidente en aquellos progenitores que evitan imponer sus reglas y permiten que sus hijos regulen su propio comportamiento. Esto a menudo permite demasiada autonomía y produce hijos que se sienten perdidos y que ansian tener límites.

El tercer estilo es el convincente. El padre convincente mantiene el control proveyendo estabilidad y cariño. Este enfoque no afecta la autonomía ni la Iniciativa. Estos padres dependen mucho del razonamiento verbal. Este es el estilo ideal para educar a los jóvenes de hoy. Según este estilo de padre si a uno no le gusta el hábito que tiene su hijo de ver constantemente televisión lo mejor qué puede hacer es eliminar el campo de batalla.

Un padre cuenta que compró otro televisor y lo colocó en el cuarto del joven al lado de su escritorio. Este truco le sirvió para dejar de discutir con su hijo, y para su sorpresa logró que hiciera su tarea y aún apagara el televisor para hacerla.

domingo, 20 de febrero de 2011

Cómo despegar a los niños


Cuando un pequeño es incapaz de resolver un problema sencillo por sí mismo, jamás toma una decisión propia, se muestra excesivamente dependiente de nosotros, hay que reflexionar sobre lo que puede estar ocurriendo. Quizá lo estamos sobreprotegiendo, nos angustia que se aleje de nuestro lado, en el fondo no queremos que crezca tan rápido...

Si es así, deberíamos intentar modificar nuestra actitud. Pero, si la cosa es seria y escapa a nuestro control, es importante visitar aun buen psicólogo infantil para que nos oriente.

viernes, 18 de febrero de 2011

Nos necesitan más que antes


Entre los 7 y 10 años los hijos deben tener la seguridad de que, si necesitan un consejo, precisan que los escuchemos o que les demos una mano en un conflicto que escapa a sus posibilidades y a su control, cuentan con nosotros.

Por eso, hay que esforzarse por mantener siempre abierta la comunicación. Eso sí, sin abrumarlos con nuestra constante presencia. Esto no significa, evidentemente, que debamos desentendernos y pretender que se desenvuelvan solos desde temprano.

Tengamos en cuenta que un niño que no pide ayuda jamás puede estar necesitándola más que ninguno. Quizás ha renunciado a pedirla porque se siente demasiado exigido por nuestro deseo de que sea autónomo y cree que no estamos lo bastante cerca.

Procuremos estar disponibles. Busquemos tiempo para pasarlo juntos, para dialogar, para compartir. Y no bajemos la guardia, ya que nuestros hijos nos necesitan, sin duda, aunque de una manera distinta.

jueves, 17 de febrero de 2011

El camino hacia la autonomía


Todos los padres sabemos que, para que nuestros hijos se desarrollen saludables y felices, es preciso que aprendan gradualmente a valerse por sí mismos. Cuando empiezan a hacer cosas solos, se sienten valiosos y competentes. Y éstos son sentimientos fundamentales, pilares de una evolución satisfactoria.

Pero solos quiere decir sin nuestra ayuda adulta. No obstante, necesitan el soporte de sus iguales, otros niños que estén pasando por los mismos avatares del crecimiento.

Sin embargo, la comprensión y ayuda de los demás niños de su edad es bastante relativa. En esta etapa la amistad se caracteriza por su intensidad, pero también por su fugacidad. La más íntima relación puede deshacerse como la espuma y convertirse al día siguiente en una enconada e insalvable rivalidad entre ellos.


Nuestro papel, como padres, no consiste en ofendernos por sus desplantes, su mutismo o su complicidad con otros pequeños, Por el contrario, nosotros debemos dejar claro que "estamos ahí siempre".


Ellos deben saber que nosotros no vamos a desaparecer, sino que vamos a respaldarlos y quererlos incondicionalmente. El discreto pero fundamental segundo plano de los padres consiste en dejar que los niños ensayen su autonomía, pero permaneciendo cerca de ellos.

martes, 15 de febrero de 2011

Niños de 7 a 10 años


Los niños poco a poco empiezan a independizarse de nosotros y a tratar sus asuntos con sus amigos. ¿Es que ya no nos necesitan?

Cuando son pequeños, no vemos la hora de que crezcan para no tenerlos siempre pegados a nuestras polleras. Pero, cuando empiezan a hacerse grandes y autónomos, nos duele notar que somos totalmente relegados a un segundo plano. Son muchos los padres que comparten este sentimiento tan contradictorio como normal.

Antes, los niños corrían a nuestros brazos para que los ayudásemos y les resolviésemos todos sus problemas. Ahora, prefieren encerrarse en su cuarto, contarles sus aventuras a sus amigos del colegio y,en definitiva, arreglárselas solos siempre que las circunstancias se lo permitan.

lunes, 14 de febrero de 2011

Los padres y el hermano mayor


Es importante revisar nuestra conducta, porque puede ocurrir que, sin darnos cuenta, seamos nosotros los que estemos presentando al nene o a la nena más grandes como "padre" o "madre" de los menores. Es posible que nos tentemos y en algún momento nos salga un "mira y aprende de tu hermano mayor...".

Si alguna vez estamos a punto de hacerlo, reflexionemos un ratito y no digamos nada; de lo contrario, podemos llegar a generar una distancia insalvable entre nuestros hijos.

sábado, 12 de febrero de 2011

Hermano mayor de distinto sexo


Anteriormente hemos descrito situaciones con hermanos del mismo sexo. La cuestión es más complicada cuando el sexo del (o la) mayor es distinto del de los hermanos que siguen. En estos casos, puede aparecer el boicot y los padres solemos encontrarnos ante una batalla campal donde todos discuten los derechos de todos.


Así, el espacio de la casa se verá surcado de dichos como los siguientes: "¡Qué metido...!. Mira, se la da de grande...". "Quién te crees que sos...", por citar sólo algunos. Momentos en que habrá que inspirar profundo, ya que por más que gritemos "alto el fuego". todo será inútil. No debemos olvidar que tenemos una sola vida y es importante que la cuidemos, sobre todo porque hay que seguir educándolos.


También es conveniente recordar que el tiempo hace milagros y, si las cosas se hicieron bien, pasados unos años (no muchos), los niños descubrirán que se aman profundamente y que se necesitan muchísimo. Mientras tanto, no nos queda más que aprender de la sabiduría china, en la que la paciencia aparece como la madre de otras virtudes.

viernes, 11 de febrero de 2011

El hermano mayor como ídolo


En ciertas ocasiones el hermano más grande intenta pasar lo más inadvertido posible para poder hacer su vida. No se presenta como modelo de nada y son sus hermanos los que le adjudican toda clase de poderes maravillosos y deseables.

Lo que hacen es proyectar en él todos sus incipientes deseos de libertad, crecimiento y cambio, y por eso lo entronizan como modelo. En el caso de las niñas, se peinarán y maquillarán como su hermana mayor; intentarán usar su ropa y hasta adoptarán su estilo. En tanto los varones emplearán la jerga, el look y demás hierbas del "hombre de la casa".

miércoles, 9 de febrero de 2011

El hermano mayor como modelo


Cuando en la familia hay un hermano mayor (de 15 ó 16 años) y los que le siguen son preadolescentes, el más grande suele terminar siendo el "padre" o la "madre" de los otros. Esta situación puede tener que ver con dos circunstancias que suelen repetirse con frecuencia: que él se ofrezca como modelo o que sea tomado como tal.

Nuestro hijo adolescente está grande, muy grande, y siente que en los últimos tres o cuatro años ha aprendido "todo" y mucho más. Por eso, cada vez que les hacemos una observación a sus hermanos más niños, nos mira como diciendo: "De dónde sacaste eso... Por favor...". Entonces, uno no sabe si realmente debe hacer las valijas y dejar el lugar que con mucho costo ocupaba o pegar cuatro gritos y mandarlos a todos a "limpiarse los mocos...", como decían nuestros padres.

Sucede que nuestro hijo mayor está creciendo y alista tropa para librar la propia guerra. Por su parte, los más niños, fascinados por el liderazgo de su hermano, lo convierten en modelo, amo y señor, y aprovechan a jugar su propia batalla de "emancipación anticipada".

martes, 8 de febrero de 2011

Economia familiar


Por supuesto que son los padres los encargados de administrar el presupuesto, pero con los hijos mayores sería deseable cierta transparencia en las finanzas. De este modo, si hace falta, podrán ser solidarios.

Además, no es lo mismo prescindir de caprichos porque los padres no pueden pagarlos, que pensar que son unos tacaños. En el caso de los pequeños basta con que tengan una idea general.

domingo, 6 de febrero de 2011

Un diálogo fluido


Pero tanto en la política como en la familia la democracia tiene sus límites. Por ejemplo, en asuntos de libertad personal. Al igual que el hijo no pide permiso a la hora de elegir a sus amigos, los padres no pueden exponer al criterio de los hijos asuntos de su incumbencia exclusiva, como una separación o una mudanza. Pero, en ambos casos, todos tienen derecho a ser informados. Los secretos familiares son nefastos para los niños. Aunque no puedan cambiar nada, al menos sentirán que se los tiene en cuenta.

En una familia democrática nadie debería sentirse perdedor. Dedicar horas a discutir problemas familiares con los hijos puede asustar a algunos padres porque, en principio, mandar es más rápido que dialogar, pero sólo a corto plazo: los padres que optan por dar órdenes pierden mucho tiempo, y nervios, en repetir, recordar, retar y controlar.

Además, no todos los problemas requieren una reunión familiar; también podemos dejar que los hermanos acuerden soluciones para sus propios conflictos.

sábado, 5 de febrero de 2011

Decisiones en familia


A partir de los cinco años da buenos resultados resolver los conflictos en asambleas familiares, que pueden convocarse tanto regularmente como a petición de uno de los miembros de la familia. No hay nada que no pueda ser discutido: la hija menor se queja de que su hermano ocupa demasiado tiempo el cuarto de baño, la madre pide más ayuda en la casa, el adolescente quiere llegar más tarde...

Pero, para que la asamblea familiar sea efectiva, es imprescindible que se respeten ciertas reglas:

No hay que acusar a nadie, sino plantear el problema en primera persona: "Cuando después de jugar quiero lavarme las manos, el baño está casi siempre ocupado...".

Una vez identificado el problema, todos deben proponer soluciones alternativas.

Se elige la mejor y se decide cómo ponerla en práctica. Es conveniente acordar un plazo para ver si funciona.

En la primera asamblea familiar, es mejor empezar con un problema presentado por uno de los hijos. Así los pequeños verán que este método puede aportarles beneficios.

jueves, 3 de febrero de 2011

Escuchar a un niño pequeño


Pero, cuando se trata de asuntos más serios, conviene indagar con mayor profundidad. No es posible plantearle a un niño la elección de si quiere acostarse o no, comer o no, ir a la guardería o no. Entonces, hay que investigar por qué el pequeño aborrece la guardería o por qué no quiere acostarse. Por asombroso que parezca, los niños que se sienten tomados en serio son capaces de llegar a auténticos acuerdos.

El pedagogo norteamericano Thomas Gordon denomina "escucha efectiva" a la investigación de estas razones infantiles. Para ilustrar el proceso, describe el caso de una nena de cuatro años que cada mañana remolonea para vestirse.

La madre comienza el diálogo: "Tengo un problema: todas las mañanas debo vestirte yo, y así no me queda tiempo para preparar el desayuno". "Es que no quiero ir a la guardería", responde la pequeña. "¿Por eso no quieres vestirte? ¿No te gusta la guardería?". "No, es aburrida", contesta. La madre pregunta: "Entonces, ¿qué te gustaría hacer?". "Quedarme en casa y mirar libros contigo". Entre preguntas y respuestas ha salido a la luz que siente que su madre le dedica poco tiempo.

Ambas acuerdan que, a partir de ahora, utilizarán la hora anterior a la cena para jugar juntas. El verdadero problema no era la guardería, sino la atención de la madre.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Los hijos crecen


Para los niños pequeños, los padres son figuras tan grandes que cualquier mandatario político parece poca cosa a su lado. Poco a poco, los niños abandonan su estado inicial de ignorancia. Y cuantas más experiencias acumulen, más claro comprenderán que sus papas no son omnipotentes y que la mayor edad no confiere necesariamente mayor sabiduría.

Ya a los dos años los pequeños desarrollan una voluntad propia que no siempre coincide con la de sus progenitores. Sería necio aconsejar que se los deje hacer lo que quieran, pero sí hay que empezar a tomar su voluntad en cuenta. Es precisamente a esta clase de democracia a la que nos referimos: a que se consideren las opiniones, los deseos y los sentimientos de todos los miembros de la familia.

Cuando en un conflicto o una diferencia de opinión una de las dos partes impone su voluntad, la otra tiene la impresión de haber perdido la batalla. Sus sentimientos sólo pueden ser negativos: frustración, rabia, agresividad, quizá impotencia y resignación. En una familia democrática nadie debería sentirse perdedor.

Los pequeños expresan sus deseos y sentimientos en forma velada. Por eso, la primera premisa para construir la democracia familiar consiste en escucharlos bien. La nena de dos años que a toda costa quiere ponerse su remera roja, tiene sus razones, aunque no sepa explicarlas. Para tomar en cuenta la incipiente voluntad de la pequeña, sus padres deberían ofrecerle, siempre que fuera posible, dos opciones: "¿Quieres ponerte este pantalón o prefieres el vestido?", "¿Te bañas ahora o después de cenar?".

martes, 1 de febrero de 2011

Familias democráticas

Está claro que la última decisión debe corresponder a los padres, pero considerar las opiniones de los hijos contribuye a crear un buen clima familiar.

Nadie querrá afirmar en serio que una dictadura es preferible a un sistema democrático. Sin embargo, dentro de la familia se conservan estructuras de poder que distan mucho de ser democráticas. Naturalmente, los padres de hoy son dictadores bondadosos, que explican y tratan de convencer. Pero la última palabra, desde luego, la tienen ellos.

Por supuesto que hay muchas cuestiones que no podemos negociar con los hijos porque, si por ellos fuera, tal vez no encontrarían el momento apropiado para irse a la cama ni el mejor día para comer pescado.

viernes, 28 de enero de 2011

Los niños y los vecinos


Los niños necesitan un espacio para vivir y crecer, y en este espacio deberían poder alborotar y desahogar sus tensiones. Es aquí donde más chocan sus necesidades con las de los adultos. Es comprensible que el vecino del tercero se queje si la chiquillería de todo el edificio sube y baja las escaleras con un estruendo infernal o si los hijos del vecino de arriba estrenan sus nuevos patines precisamente en el pasillo.

Pero si protesta por el llanto de un bebé o las correrías de un pequeño de dos años, es él quien peca de falta de comprensión. "Tengo dos hijos de 5 y 7 años que, desde luego no son precisamente unos angelitos, pero el vecino de abajo tampoco resulta especialmente comprensivo. Harta de pedir a los niños que no corrieran, no hicieran ruido, no arrastraran sus juguetes..., he optado por dejarlos hacer lo que se les dé la gana en un horario razonable", explica una madre.

En el trato con las personas del vecindario o, simplemente, con la gente de la calle, nuestros hijos no siempre tienen que ceder sólo porque ellos son niños y los otros adultos. Abrirán la puerta al vecino enfermo, rengo, o que viene cargado, pero no hace falta hacerlo con cualquiera. En el ómnibus o en el subterráneo ofrecerán su asiento a quien lo necesite, pero no necesariamente a la señora de mediana edad que, posiblemente venga de un apacible té con sus amigas, mientras que ellos están cansados de un largo día escolar.

Esta cortesía "selectiva" requiere bastante observación. Resulta mucho más fácil seguir la norma "a todos los adultos hay que cederles el asiento", pero es precisamente este "ponerse en el lugar de los demás" lo que engendra la verdadera cortesía del corazón.

Aun así quedan unas reglas que se deben observar siempre: no hacer ruido precisamente a la hora de la siesta, tener cuidado de no chocar con nadie cuando corren o van en patineta, saludar a los conocidos... Claro que la cortesía de los niños a menudo es un eco de la de los mayores. "He observado -dice una madre- que mis hijos saludan a algunos vecinos saltando, con cara impasible, un escueto '...días', mientras que con otros se paran, arquean las cejas en son de agradable sorpresa y dicen 'hola, ¿qué tal?' o algo parecido. No es difícil adivinar a quién aprecian más".

jueves, 27 de enero de 2011

Comportamiento de los niños


Seguro que a ningún padre le haría gracia si supiera que su hijo adolescente embadurna paredes y vallas con pintura o destruye cabinas telefónicas. Pero muchos toleran que sus hijos pequeños tiren papeles y latas; es más, algunos literalmente los incitan con su mal ejemplo a comportarse de esta forma tan poco civilizada. Y hasta los hay que no dicen nada si sus vastagos estropean el césped de las plazas púbicas o arrancan las flores de sus jardines. "Para eso pagamos nuestros impuestos...". Pero el césped no crece a fuerza de dinero: se requiere riego, muchos esfuerzos y todo el cuidado que le podamos ofrecer.

Conceptos como "la gente" o "la naturaleza" pueden parecemos tan abstractos que no reparamos en que también tenemos obligaciones de comprensión y respeto para con ellos. Existe un cuidado que no se ve recompensado de inmediato con una sonrisa o un "muchas gracias". Es la solidaridad con la naturaleza y con la comunidad en la que vivimos. Nuestros hijos deberían aprender a practicarla desde pequeños. Y la mejor forma de inculcárselo es dándoles buen ejemplo. De lo contrario, no podemos exigirles que su comportamiento sea solidario y respetuoso con el bien del público.

Los niños de alrededor de diez años reconocerán ya las situaciones en las que conviene ceder su asiento, abrir una puerta o ayudar a las personas que lo necesiten. No molestarán a los demás en la calle, el cine u otro lugar público. Deberán saber que la naturaleza tiene que ser respetada. En la mesa, habrán de comportarse de la misma forma que los adultos.

martes, 25 de enero de 2011

Los niños y las tareas del hogar


Los niños son laboriosos por naturaleza, aunque a veces lo disimulen. En algunos casos requieren que se inste para obtener su ayuda, y en otros, basta con darles permiso para que hagan cosas. Si bien a veces lo ponemos en duda y aunque parezca mayor el tiempo que perdemos en explicarles cómo hacer las cosas que el que empleamos en hacerlas nosotras mismas, a la larga va ser ventajoso tener alguien que nos dé una mano. ¿Por qué desperdiciamos tanto tiempo en persuadir a nuestros pequeños de los lentos que son?

Nunca tenemos que perder de vista que, pese a que su trabajo va a ser imperfecto, no estamos autorizados a manifestarlo abiertamente. Digamos no a las críticas por haber hecho mal las cosas, ya que el día menos pensado van a hacerlo todo bien y la familia entera se va a sentir más aliviada.

NO le exijan tareas que no podrá cumplir. Es ridículo esperar que un niño que todavía está en la escuela primaria deje la casa hecha un espejo sin la ayuda o la guía de los mayores, porque se cansará y dejará todo a medio hacer. Pero hay muchas cosas que hará con gusto: batir la crema para una torta, sacar a la calle la bolsa de residuos, regar una planta, limpiar una mancha pequeña en la pared... El secreto está en trabajar a la par de él.

Hay una regla fácil para determinar cuánto puede durar la tarea encomendada. Si el niño tiene dos años, dos minutos. Si tiene tres años, tres minutos, y así sucesivamente. Además, no hay que hacer diferencias por los sexos: una chica puede recoger las hojas secas del patio y un varón doblar la ropa recién quitada de la soga. Nunca tenemos que olvidar el placer que sienten los niños cuando tienen que trabajar con agua. Además, chicas y chicos pueden aprender bien pronto a lavar en forma individual sus prendas íntimas. Paso a paso, avanzando de lo más fácil a lo más difícil, nuestros hijos aprenderán.

domingo, 23 de enero de 2011

Situaciones a corregir en una familia


Las siguientes situaciones no se dan en una estructura familiar sana:

• Los niños son utilizados como mediadores entre sus padres. Los conflictos entre la pareja deben ser discutidos y resueltos por los dos adultos y a nivel adulto, sin inmiscuir a los niños.

Los abuelos hacen de padres de sus nietos. Serán bienvenidos como ayudantes, pero la responsabilidad de la educación recae sobre los padres. (La falla puede estar tanto en los padres que no asumen sus responsabilidades, como en los abuelos que reclaman un protagonismo Indebido y excesivo.)

• Una hija ocupa el lugar de la madre fallecida. Puede responsabilizarse de una parte de las tareas, pero sin sacrificar sus propias aspiraciones como persona. Toda la familia ha de ser consciente de que una joven no puede hacer ni de madre de sus hermanos, ni mucho menos de compañera de su padre.

Los padres resuelven sus conflictos a través de sus hijos. No es licito usar a uno de los hijos como foco de atención (por ejemplo, declarándole «delicado de salud» o «rebelde») para tener al menos un punto en que se está de acuerdo. El hijo haría de chivo expiatorio de una situación que no tiene nada que ver con él.

sábado, 22 de enero de 2011

Retomar el equilibrio familiar


No es imposible que las estructuras famliares desequilibradas se vuelvan a enderezar, pero como premisa, al menos uno de los miembros de la familia ha de darse cuenta de que algo va mal en el sistema.

El camino para poner una estructura familiar torcida «en orden» podría ser el siguiente:

— Cada uno de los implicados en el drama familiar se toma un poco de tiempo observa su propio puesto en el sistema. El que no haya respetado la frontera generacional o haya utilizado a otro en su beneficio y es sincero, pronto se dará cuenta de dónde ha fallado. Por ejemplo, cuando uno de los padres ha elegido como confidente de sus problemas sexuales al hijo adolescente. O cuando una abuela se ha apoderado de la educación de sus nietos, quitando competencias a la madre. O cuando un padre ha asignado a uno de los hijos el papel de «tonto» para así tener una justificación para favorecer a otro hijo preferido.

— Si se sospecha que el «fallo en el sistema» radica en las generaciones anteriores, por ejemplo, a causa de un «secreto familiar» como una adopción o un nacimiento ilegítimo, lo mejor es buscar información entre los parientes mayores. Lo que se lleva a un nivel consciente pierde su efecto negativo sobre el sistema familiar.

— Tan pronto como el transgresor de las delimitaciones generacionales o individuales haya reconocido su error, se retira de lugar ajeno y busca resolver su conflicto en el nivel que le corresponda. Si los hijos tienen edad para comprenderlo, los padres pueden explicarles que los han «utilizado» indebidamente, pero que ahora han reconocido su error.

Claro, que todo esto no siempre se logra sin ayuda, y a veces será necesaria una terapia familiar. Si el más consciente del problema logra transmitir su preocupación a los demás, con tacto y sin herir sensibilidades se puede intentar discutir la problemática en una reunión familiar entre adultos, incluyendo eventualmente también a los hijos adolescentes, si es que el tema les coincierne. De lo contrario, será mejor acudir a un profesional. A menudo, la famila tiene que recorrer un camino doloroso antes de poder reconocer y enmendar el problema, para, finalmente, llegar a la conclusión de que todos se quieren y forman una unidad.

jueves, 20 de enero de 2011

Crisis familiares


También las estructuras familiares claras pasan por fases de crisis. Esto ocurre cuando se forman nuevas fronteras generacionales, cuando nace un hijo, muere un abuelo o los que antes eran «los niños» forman una nueva familia propia.

Entonces se empiezan a notar unos movimientos sísmicos en el sistema que lo remueven todo, hasta que las distintas capas vuelvan a asentarse. Es importante que todos respeten las nuevas delimitaciones.

En este punto cabría preguntarse si no son muy aburridas o incluso nocivas estas fronteras generacionales tan rígidas. ¿Tiene que ser todo tan jerárquico? ¿No pueden ser los padres alguna vez un poco infantiles? ¿Es imposible que un hijo asuma responsabilidades?

De hecho, las fronteras generacionales se ocultan a menudo. A veces, incluso es imposible evitarlo. Por ejemplo, cuando la madre está enferma y su hija de diez años la cuida o cuando el anciano abuelo se vuelve senil y necesita cuidados como un bebé.

Pero se trata de situaciones excepcionales y pasajeras, y esto es lo decisivo. Toda la familia ha de ser consciente de que la niña que hace de madre desempeña un papel que normalmente no es el suyo. Hay familias que utilizan sistemáticamente al hijo como confidente o «cuidador» del padre o la madre. Generalmente, se trata de adultos que a su vez tampoco han podido ser niños durante su infancia. El niño utilizado, al hacerse adulto, muy probablemente utilizará también a sus propios hijos, por ejemplo, desarrollando enfermedades psicosomáticas que les retienen a su lado.


Ningún miembro de la familia debería inmiscuirse, de forma seria y continuada, en el sistema generacional superior o inferior, ni siquiera con la mejor intención, porque el resultado son casi siempre dramáticas confusiones que afectan a toda la familia. Y los que más sufren no suelen ser los responsables de la confusión; es decir, aquí los que han abandonado el lugar que le correspondía, sino los que ofrecen menos resistencia, los niños.

miércoles, 19 de enero de 2011

Delimitación en el núcleo familiar

Tres tipos de limitación:

La primera se refiere a cada miembro como individuo. Sean los padres, los hijos o abuelos, cada uno necesita un área en donde se destaque, un lugar donde él es el filósofo, el hábil con los trabajos más complicados,o por ejemplo el romántico amante de la naturaleza. Naturalmente, esto incluye también la aceptación de las características menos favorables que se derivan de estos papeles como, por ejemplo, el que el filósofo sea muy poco comunicativo, el hábil un desordenado y el amante de la naturaleza un negado para todo lo práctico.

La segunda delimitación es la generacional. Si bien la misma naturaleza pone aquí una frontera natural, en algunas estructuras familiares ésta se borra o confunde constantemente. Una estructura sana sería la siguiente: los padres cuidan de sus hijos, los ayudan cuando tienen dificultades y se sienten responsables de ellos; los abuelos se retiran a un segundo plano, reconociendo que sus hijos son ahora adultos y padres a su vez; y los niños saben que sus padres son sus padres y no compañeros o amigos de igual a igual.

Y, finalmente, existe también una delimitación entre la familia y el mundo circundante. En el caso ideal, la familia es para cada uno de sus miembros un refugio en el que encuentra comprensión y apoyo. Los amigos, los vecinos o los compañeros de trabajo pueden estar muy unidos a uno o a todos los miembros de la familia, pero no pertenecen a ella. Ser de un mismo clan es otra cosa.

Para los niños es muy importante saber que sus padres los apoyarán siempre frente al mundo exterior, que nunca dejarán de estar de su parte y que nunca los traicionarán.

martes, 18 de enero de 2011

Cuando los papeles se confunden en la familia


Si comparamos a la familia con una orquesta, cada miembro debe saber qué instrumento ha de tocar para que el conjunto sea armonioso.

Cada familia tiene una estructura especifica. Esta estructura puede ser sólida y sabia, un sostén para todos sus miembros, pero también puede ser confusa y enferma. Depende de qué lugar ocupa cada uno y de si todos son aceptados y queridos de acuerdo con su edad, carácter y habilidades.

Cada uno, su propio lugar

Hay estructuras diáfanas como el cristal. Los grupos generacionales son fácilmente identificables, se reconoce a primera vista quién pertenece a qué generación, quién encabeza la jerarquía familiar y quién desempeña un papel un poco marginal.

En las estructuras confusas, en cambio, la relación entre las personas está enredada como un ovillo de lana. Falta una organización clara, los grupos generacionales fluctúan y los papeles se intercambian. Niños cuidan de sus padres, adolescentes asumen responsabilidades propias de adultos o son dependientes como niños, padres se muestran indefensos..., todo el orden está alterado.

Sin una estructura clara, la familia se tambalea. Nadie sabe a ciencia cierta cuáles son sus competencias ni qué papel le está asignado. Por ello, cada familia necesita unas reglas que deben ser respetadas por todos.

lunes, 17 de enero de 2011

Amor adolescente


Penas de amor de hijos adolescentes

Las relaciones amorosas entre adolescentes son lábiles, esto significa que el apasionamiento de un día puede disolverse al siguiente. Sin embargo, para todos los jóvenes el amor es algo muy serio, y si se enamoran sin ser correspondidos su dolor es tan profundo como la angustia de los adultos por no ser amados.

Los adolescentes son inestables emocionalmente como una forma inconsciente de protegerse del dolor. Al crecer deben aceptar ciertas cosas como irreversibles y eso les causa un profundo malestar. Deben asumir que ya no son niños, su cuerpo ha cambiado y sus responsabilidades también. Los mitos acerca de los padres como seres fantásticos, sin errores ni limitaciones, se derrumban, descubren que son humanos. Cuando eran chicos pensaban que los padres eran como personajes de historieta, infalibles y todopoderosos, y ahora, más grandes, los desenmascaran con frustraciones y anhelos todavía insatisfechos.

Los adolescentes toman muy en serio sus penas de amor, porque ya están doloridos por otras cosas. Por eso un buen papá y una buena mamá no deben dejarlos solos en este difícil momento.

domingo, 16 de enero de 2011

Padres educacion


Los padres y las tareas escolares

Lejos han quedado las primeras letras. Ahora es cuando, de verdad, se les comienza a exigir un esfuerzo personal en las tareas escolares y empiezan a gozar de cierta autonomía para organizarse según un estilo propio de trabajo. Entonces, aparece el fantasma del temido fracaso escolar, que muchas veces está basado en el desconocimiento de la utilidad y del modo de subrayar, resumir, hacer esquemas, memorizar, tomar apuntes, comprender gráficos, etc.

No conviene intervenir excesivamente en los trabajos escolares de nuestros hijos. Por supuesto, no te estamos aconsejando indiferencia o desinterés. Por el contrario, nuestros hijos necesitan todo nuestro apoyo y comprensión para afrontar estas tareas que le suponen tanto esfuerzo y preocupación como a nosotros el trabajo profesional. Pero se trata de orientarlos con mucho tacto para que ellos puedan obtener un mejor rendimiento de su tiempo y su dedicación. Piensa que no sirve de nada someter a los niños a un férreo control. Sin embargo, son muchas las cosas que los padres podemos hacer para proporcionarles una actitud favorable al estudio y desarrollar en ellos el gusto por el aprendizaje.

sábado, 15 de enero de 2011

Vacaciones niños


Estudiar en Vacaciones

Las vacaciones y feriados son, en ocasiones, perjudiciales, pues el niño pasa mucho tiempo sin tocar libros. No se trata de «aguarle la fiesta», pero sí de evitar la pérdida de contacto demasiado prolongado de tareas escolares. Media hora dedicada al repaso en un momento que no sea inoportuno, puede establecer la necesaria continuidad.

Por otro lado, ten en cuenta que la afición al estudio y a la lectura se desarrolla más fácilmente en aquellos niños cuya familia lee. Una casa con la tele puesta a todas horas y donde nadie hojea un libro, no es buen caldo de cultivo para establecer esta afición.

Un buen diccionario no debe faltar. Aclara dudas, riquece el vocabulario y mejora la ortografía.

Hay una edad, precisamente, en que los niños desarrollan una fiebre de diccionario muy positiva. Y más aún, si el diccionario tiene varios tomos y es ilustrado.

jueves, 13 de enero de 2011

Educacion sexual


La sexualidad de los hijos

Uno de los temores que aparecen en los padres de adolescentes cuando piensan en dar información sobre sexualidad y anticoncepción a sus hijos, es incrementar en los jóvenes una vida sexual activa. Sin embargo, tapar la sexualidad, ocultando información, no evita que ésta exista. Si los adolescentes no son informados sobre sexo, no significa que no lo practiquen. La sexualidad no puede ser evitada y siempre lo mejor es que los padres la enseñen. La información clara y directa sobre sexualidad transmitida por la familia despeja fantasías y otorga seguridad, confianza y protección.

Sabemos que un gran número de adolescentes se embaraza sin desearlo, dentro de vínculos no estables, que las hacen optar por abortos clandestinos o una maternidad forzada. Esto puede ser evitado brindando información.

martes, 11 de enero de 2011

Educacion hijos


Hay que reaccionar frente a los caprichitos cotidianos

• Trate que la acompañe a comprar los alimentos y que la ayude a prepararlos, aunque sea en algo tan pequeño como apretar el botón de la licuadora.

• Es importantísimo que coma con ellos. La mesa es uno de los sitios ideales para conocerse entre padres e hijos. Y si no puede hacerlo por falta de tiempo, reserve por lo menos dos comidas por semana y haga que esas comidas sean las más importantes y especiales.

• Limite las cantidades de dulces, golosinas, papas fritas y otras "debilidades", en general, hasta donde pueda. No los prohiba. Tampoco los utilice para tranquilizarlos, premiarlos o castigarlos, porque darán a los alimentos un valor emocional que no tienen.

Un niño con hambre come lo primero que encuentra. Deje a su mano y en el estante más fácil un yogur, una fruta y galletitas sin sal en los tarros. Por supuesto no olvide que los chicos buscarán siempre el ejemplo de los padres, si ustedes no desayunan, se sentirán menos inclinados a hacerlo. Si sus padres comen frutas y verduras, lo tomarán como un hábito y harán lo mismo.

• En todo momento evite mostrarse impaciente o nervioso a la hora de comer. Recuerde que el niño debe masticar bien los alimentos para asimilarlos con facilidad. El organismo infantil tiene poca resistencia, con consecuencias siempre importantes.

• Deben comer de todo un poco, no es bueno obligarlos a hacerlo y tampoco a dejarlos con hambre.